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Letras blancas

Isidoro Merino

El mirador de los Alpes

Zaha Hadid (Bagdad, 1950) lleva 25 años rompiendo los límites de la arquitectura con un trabajo basado en el audaz empleo de la geometría y el trazo gestual para sugerir movimiento. En esta ocasión, la autora de proyectos como la estación de Estrasburgo, la Plaça de les Arts de Barcelona y el Museo de Arte Contemporáneo de Roma, y de varias escenografías para espectáculos de danza, como el ballet Metapolis, de Frédéric Flamand, abandona los espacios urbanos para trasladar su vigorosa caligrafía a los Alpes austriacos con una obra que aspira a convertirse en el nuevo icono de Innsbruck: la pista de saltos de esquí de la montaña de Bergisel, inaugurada el pasado 20 de septiembre. Utilizando el paisaje como soporte, la arquitecta y diseñadora iraquí afincada en Londres ha creado una esbelta estructura de acero y cemento que es al mismo tiempo escenario deportivo, mirador y obra de arte. Este nuevo estadio tiene capacidad para 28.000 espectadores y reemplaza al anterior, construido en 1926 y donde se celebraron los Juegos Olímpicos de Invierno en 1964 y 1976.

Bergisel es una de las sedes del torneo de los Cuatro Trampolines, que se celebra todos los años en enero, pero no hace falta esperar hasta entonces para visitar las nuevas instalaciones: 255 escalones y un ascensor permiten acceder a lo alto del tobogán, donde, a 47 metros de altura, existe un restaurante y mirador desde el que se pueden seguir las competiciones de esquí o simplemente contemplar una hermosa panorámica de las montañas del Tirol. Horario: todos los días, de 9.00 a 17.00. Precio de la entrada: seis euros; niños, tres euros.

- Más información: Turismo de Innsbruck (00 43 512 598 50; www.innsbruck-tourismus.com.

Seguramente muchos no se percatan, pero la nieve, además de cumplir cruciales misiones como almacenar agua o aislar al suelo de la bajas temperaturas, tiene la rarísima capacidad de rehacer los panoramas. Al cubrir los suelos, consigue borrar las marcas, tantas veces profundas, que la acción humana puso sobre la tierra. Pero no menos, y simultáneamente, llega a convertirse en una suerte de papel en blanco sobre el que leer la escritura de los animales.

Recordemos ahora las que permitirán ponernos en contacto con muchos seres vivos sin necesidad de verlos o escucharlos. Las copiosas nevadas que han caído sobre las principales cordilleras van a compensar la silenciosa, muchas veces nocturna y siempre recatada actividad de los animales, con la casi exhibicionista presencia de las huellas de su paso.

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Si vamos, por ejemplo, a las laderas de la Sierra de Gredos, en Ávila, no será difícil que nuestro camino se cruce con alguno de las abundantes cabras montesas. Una doble pezuña, alargada y muy estrecha en la punta, de unos siete centímetros de largo por cuatro de anchura, se habrá marcado profundamente en la nieve.

Si el destino fuera las cuestas de Cameros o la Demanda, en La Rioja, tampoco será difícil encontrar rastros de zorros. Sus almohadilladas plantas recuerdan a las de los perros que todos conocemos, pero son mucho más estrechas y alargadas y casi siempre de menor tamaño, porque miden unos cinco centímetros de largo por tres y medio de ancho.

Si hemos preferido pisar nieve sobre el parque natural de Somiedo, en Asturias, podríamos alegrarnos con el hallazgo de la más rara pero fácil de reconocer impronta de un animal ibérico. El oso, antes de echarse a dormir durante cuatro meses, deja marcadas unas enormes huellas donde apreciaremos perfectamente las depresiones que se corresponden con la uñas. Miden, las delanteras, 26 centímetros de largo por 21 de ancho. Las posteriores, notablemente más grandes, alcanzan los 30 centímetors de longitud.

Todo esto sin olvidar, por supuesto, que ya es un placer escribir nuestro propio rastro sobre nieve recién caída.

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Sobre la firma

Isidoro Merino
Redactor del diario EL PAÍS especializado en viajes y turismo. Ha desarrollado casi toda su carrera en el suplemento El Viajero. Antes colaboró como fotógrafo y redactor en Tentaciones, Diario 16, Cambio 16 y diversas revistas de viaje. Autor del libro Mil maneras estúpidas de morir por culpa de un animal (Planeta) y del blog El viajero astuto.

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