Un presidente cercado por los extremismos
Fue odiado por los rebeldes franquistas y la izquierda que les plantó cara. La vida de Niceto Alcalá-Zamora (Priego de Córdoba, 1877-Buenos Aires, 1949) no hubiera valido apenas nada en aquella España que se desangró en la Guerra Civil. El ex presidente de la II República acabó sus días en el exilio bonaerense. Rechazado por los dos bandos de la contienda, la figura del político cordobés fue desdibujada. Libros como Alcalá-Zamora y la agonía de la República contribuyen a sacar del olvido su trayectoria. Su autor, Ángel Alcalá Galve (Andorra, Teruel, 1928), es catedrático emérito de Filosofía de la Universidad Pontificia de Salamanca y de Literatura Española en el Brooklyn College de Nueva York. El libro recibió el primer premio del concurso convocado por las Reales Academias de Ciencias Morales y Políticas, Historia, Jurisprudencia y Legislación, y de la Lengua Española. Alcalá Galve aclara en el prólogo que, pese al apellido, no tiene lazos familiares con el político de Priego.
ALCALÁ-ZAMORA Y LA AGONÍA DE LA REPÚBLICA
Ángel Alcalá Galve Fund. J. M. Lara, Sevilla, 2002 863 páginas. 16 euros
"El presidente Alcalá-Zamora sabía que la solución del caos en que España estaba sumida a fines de 1935 no podía ser sino un Gobierno fuerte de partidos de centro. El problema estribaba en identificarlos, pues en aquel volcán de extremismos campeaba el esfuerzo por arrastrar a las masas a golpe de fanatismos. No cabe duda de que era esto lo que buscaba con la bienintencionada disolución de las Cortes de comienzos de 1936, que tan cara le costó gracias a la taimada inquina, la envidia y la conspiración de sus adversarios, especialmente Azaña", sostiene el autor.
Alcalá Galve señala que los partidos de izquierda "no tenían real talante democrático, del que injustamente se solían y suelen enorgullecer". El "Gobierno centrista fuerte" al que aspiraba Alcalá-Zamora "sólo se podía realizar coaligando a radicales, CEDA y socialistas moderados". "Tal Gobierno debería imponer improrrogables leyes sociales a los intereses de la extrema derecha y ahuecar así los pretextos revolucionarios del sindicalismo de Largo Caballero y de los movimientos anarquistas que se situaban a su izquierda. ¿Pero era esto posible en el furibundo hervidero de pasiones que a todos cegaba en la primavera de 1936?", escribe el historiador. El libro intenta dar respuesta a un interrogante que acabó teñido de sangre.
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