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Columna
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Blake

Está Madrid lleno de gente intentando localizar como sea al famoso mentalista Anthony Blake, que el próximo día 16 revelará al mundo, con una semana de antelación, el número agraciado con el gordo de Navidad en el sorteo del día 22. Eso dice él. Pero si él lo dice, por algo será. Blake es un tipo serio y mefistofélico, un asturiano sabio, un ocultista perplejo. Personas de su entorno, amigos íntimos incluso, sospechan que tiene tratos con el diablo. Él sonríe enigmáticamente y dice que toda la vida es truco. Si Blake adivina el gordo, el mundo sabrá que el demonio existe, como defiende el Papa. Si se equivoca, practicará el escapismo y se irá a cazar perdices a Aranjuez. Blake, además de mago, es un provocador, pero no le falta valor. Torero. Curro. Almohadillas o gloria, ése es el dilema.

Ahora bien, si sabe cuál es el gordo, necesariamente tiene que saber otras cosas de interés para la humanidad y para los expertos en pelotazos. Seguro que conoce ya el nombre de la persona que regirá Madrid. Puede que también tenga en la manga un papelito donde está escrito quién será el sucesor de Aznar. Es fácil que sepa lo que va a pasar en Oriente Próximo, y quién es el padre de la hija de un diestro que hace faenas a la sobrina de un obispo emparentado con cierto líder sindical. Pero, sobre todo, da toda la impresión de que Anthony Blake sabe la que nos espera. No queda otro remedio que llevarse bien con él, por si las moscas.

Allegados al mago aseguran que, desde que lanzó por Internet el anuncio de sus predicciones sobre el gordo, miles de llamadas bloquean sus teléfonos. La peña está loca por salir de la ruina. A Blake le están llamando estos días organizaciones no gubernamentales, clubes de alterne, párrocos, peñas futbolísticas, academias de baile, armadores de pateras, agrupaciones de consumidores. Pero él no suelta prenda hasta el día 16. Este asturiano sólo le ha revelado el gordo a su gorda, para que lo ponga en el balcón o lo deje de poner. Blake, acuérdate de nosotros cuando estés en tu reino. Por cierto, ¿cómo hay que hacer para tratar con el demonio?

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