Ritmo global
Son los pioneros del etnobeat, la fusión entre electrónica y sonidos étnicos; los precursores del ritmo global, desde que, en 1981, decidieron unir sus fuerzas estos tres disidentes del grupo alemán de rock progresivo Embryo. Antes, siguiendo la ruta iniciática de tantos hippies, habían llegado hasta la India para fascinar a un maharajá que los albergó durante un año. Luego bajarían a Tánger para encontrarse con Paul Bowles y conocer a excelentes músicos marroquíes.
Así que estos berlineses viajaban ya por músicas exóticas cuando el panorama musical europeo distaba mucho del actual. Tampoco ellos son los mismos. Más que de etnobeat, cabría hablar de etnoclub: sobre un ritmo básico que marca siempre la caja de la batería, desarrollan melodías hipnóticas de carácter hindú o norteafricano. Tienen la voz blanquecina, de cantautora más bien tímida, de la australiana Esther Bertram, y el canto de color asiático del tamil Manickam Yogeswaran. Y para estos conciertos en España han vuelto a contar con un viejo conocido, el vitoriano Tomás San Miguel.
Dissidenten
Friedo Josch (teclados y flauta), Uve Müllrich (laúd árabe), Marlon Klein (batería), Manickam Yogeswaran y Esther Bertram (voces), Tomás San Miguel (acordeón) y Annahd (vídeo). Sala Caracol. Madrid, 27 de noviembre.
Las piezas estuvieron salpicadas de alusiones a canciones famosas. Los tiempos exitosos de Fata Morgana quedan lejos y Dissidenten se contentan con pequeños aforos. Uno de sus méritos es el de no repetirse. Las versiones que hacen de sus temas más conocidos -Instinctive traveler, Love supreme o Jungle book- ofrecen variaciones significativas, imbuidas del espíritu de las remezclas -house, drum & bass, tecno...-, y hasta el repertorio de sus conciertos cambia de una noche a otra.
Babelia
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