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Entrevista:SINÉAD O'CONNOR | Cantante

"Ahora las broncas sólo las monto en mi casa. Soy madre de dos hijos"

Amelia Castilla

Esta vez no viene precedida de ningún escándalo. Sinéad O'Connor (Dublín, 1967) lleva el pelo rapado como los monjes budistas y mantiene su particular cruzada contra los abusos a los niños. "Mi trayectoria como cantante va unida a mis ideas políticas", aseguró ayer en el curso de una fugaz visita a Madrid para grabar uno de los conciertos de Radio 3. A la entrevista, en un hotel de cinco estrellas, llega puntual y descalza, ataviada con una falda de lana roja con flecos, un jersey marrón con flecos, un café en una mano y unos bocadillos en la otra. O'Connor parece atravesar un momento relajado en su vida. Ha regresado a Dublín, donde vive dedicada al cuidado de sus dos hijos -"las broncas sólo las monto en casa"- y a la composición de nuevas canciones.

"Mi carrera como cantante va unida a mi trayectoría política. No soy una pop-star"
"En Irlanda todo el mundo sabe el daño que han hecho algunos religiosos"

Pese a las apariencias, Sinéad O'Connor no ha bajado la guardia. Sigue siendo una contestataria vocacional. Su último trabajo, Sean-nos Nua (Nueva tradición), reúne 13 baladas de música tradicional irlandesa y ha sido producido por Adrian Sherwood, uno de los productores de música electrónica más importantes del mundo. La cantante, que rompió en público la foto del Papa al tiempo que prohibía que sonara el himno de EE UU en uno de sus conciertos, sigue siendo de lo más cool. Ha colaborado en tres canciones del próximo disco de Massive Attack y ya trabaja en un álbum con composiciones propias. Las canciones de Sean-nos Nua, todas de autores anónimos, contienen alegatos contra la guerra y cantos a la libertad y a la necesidad de afrontar los problemas.

Pregunta. Sean-nos Nua recupera canciones de su Irlanda natal, algunas de amor encendido. ¿Responden a su estado de ánimo?

Respuesta. Siento que fueron las canciones las que me eligieron a mí. Siempre quise hacer esos temas, pero no pude grabarlos antes porque las multinacionales para las que trabajaba no me dejaban. No soy consciente de haberlas elegido por su contenido romántico, aunque es posible que haya influido en mi elección el hecho de ser mujer, aunque las hay muy duras, como Paddy's lament, que cuenta la historia de un irlandés que emigra a EE UU huyendo del hambre y nada más llegar es inscrito para combatir en la guerra civil.

P. ¿El disco puede escucharse como un homenaje a su país?

R. Es más bien un tributo al espíritu de esas canciones, al fantasma que llevan dentro y que ha sobrevivido al paso de los años. Nadie sabe quién las escribió, y cuentan cosas que sucedieron hace siglos, pero siguen siendo igualmente válidas. Eso es lo me gusta de unas canciones que aprendí cuando era una niña, o de mayor mientras viajaba.

P. Sus primeros discos estuvieron marcados por polémicas muy fuertes, pero ahora parece muy relajada

R. No es que no tenga problemas, es que estoy demasiado ocupada, Ahora las broncas las monto en casa. Soy madre de dos hijos.

P. ¿Y a sus hijos les gusta la música que usted hace?

R. Mi hijo tiene 15 años y le gusta mi música secretamente; no lo reconoce en casa, pero sí ante sus amigos. La niña tiene seis, habla gaélico y está encantada con Sean-nos Nua. El otro día viajaba en el coche con unos amigos y cuando sonó una de las canciones empezó a dar besos a los altavoces gritando "mami".

P. A usted la conoce todo el mundo, pero muchas personas no han escuchado nunca sus canciones. ¿Cómo han afectado a su carrera los escándalos en los que se han visto envuelta?

R. El nexo de unión entre todos esos asuntos que dieron lugar a infinidad de titulares es la denuncia del abuso contra los niños, algo en lo que estoy realmente implicada. Mi carrera como cantante va unida a mi trayectoría política. No soy una pop-star y puedo hacer todas las denuncias que quiera. La raíz de todos los problemas que tuve parten de la misma base; creo que en realidad todo eso estaba motivado por el interés de los medios en amplificar las cosas.

P. Sin embargo, ahora los periódicos no paran de publicar denuncias contra religiosos acusados de abusos a niños. ¿El tiemplo ha venido a darle la razón?

R. No necesitaba que nadie me diera la razón. En Irlanda todo el mundo sabe lo que han hecho algunos religiosos.

P. Y usted, que desconfía tanto de la Iglesia católica, ¿qué tipo de educación ha elegido para sus hijos?

R. Una educación muy variada, en la que tienen acceso a un poco de todo.

P. En 1987 debutó con El león y la cobra, un estremecedor repaso de su infancia, ¿para cuándo un disco con canciones propias?

R. Estoy empezando a preparar un álbum con canciones mías, pero no saldrá a la calle antes de 2004. Me encuentro en los preámbulos. Todo se ha visto un poco paralizado, porque el que ha sido mi manager de siempre falleció el pasado verano y todos los artistas que trabajábamos con él nos hemos quedado un poco descolgados.

P. Sus canciones suelen tener que ver con las cosas que le rodean. Cuando empezó solía escribir para sacar de su cabeza asuntos chungos y luego para crear cosas bellas. ¿Qué piensa plantear ahora?

P. No lo sé. Las canciones se hacen solas, van saliendo... Con el tiempo, ya se verá.

P. ¿Piensa hacer alguna gira para presentar su último disco?

R. Estamos negociando eso en estos momentos. Puede ser que en los meses de febrero o marzo próximos. Me gustaría actuar en algún festival celta en Galicia.

P. ¿Por qué sigue llevando la cabeza rapada? ¿Le resulta cómodo o es una manera de protaesta?

R. Es una manera de enfrentarme a la vida, aunque reconozco que también es cómodo. Con el pelo así me siento más yo, pero sobre todo me recuerda a los budistas y la espiritualidad que eso supone.

P. ¿Qué representa el cine en su carrera como artista?

R. He participado en casi una docena de películas y reconozco que es un mundo totalmente diferente al de la música. Pero nunca me he implicado del todo en el cine; llego en el último momento y me limito a interpretar mi papel.

La cantante Sinéad O'Connor, ayer en Madrid.
La cantante Sinéad O'Connor, ayer en Madrid.ULY MARTÍN
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