Los 'cracks' enmiendan a Van Gaal
Saviola y Overmars, que junto a Riquelme entraron en el segundo tiempo, llevaron al Barça a la remontada en Leverkusen
Abucheado en la Liga, el Barça se ha puesto a salvo en la Liga de Campeones, donde los vicios no se pagan tan caros y ya suma la friolera de nueve victorias seguidas. Al rescate azulgrana, secuestrado por su propio técnico, acudieron anoche los jugadores, sobre todo Riquelme, Saviola y Overmars, cuantos delanteros habían quedado a pie de página del programa de partido del entrenador. Acabó el Barça como correspondía con su nómina de futbolistas, al revés de cómo había comenzado, con atacantes en lugar de centrocampistas, y firmó un remonte precioso, el primero del curso, sobreponiéndose al tiempo perdido, a un penalti fallado y a la bravura alemana.
Muerto de miedo y de frío, el Barça mató un primer tiempo de espanto. De tanto mirar a los contrarios a Van Gaal, le salió un equipo que cuanto menos tenía muy mal gusto por el juego, falto de cintura y de cultura e ideología futbolística, necesitado de la estrategia para hacer suyos los partidos. Los polivalentes han arramblado a los especialistas hasta el punto de que a día de ayer el banquillo pesaba más que la alineación, circunstancia que devuelve al entrenador al encerado, terco como es.
BAYER LEVERKUSEN 1 - BARCELONA 2
Bayer Leverkusen: Butt; Zivkovic, Lucio, Ramelow, Placente; Schneider, Balitsch, Bastürk, Babbic (Bierofka, m.65); Brdaric (Neuville, m.55) y Berbatov (Simak, m.83). Barcelona: Bonano; Puyol, Reiziger, Cocu, Navarro; Xavi, Rochemback; Mendieta (Riquelme, m.46), Gabri (Saviola, m.46), Motta (Overmars, m.74); y Kluivert. Goles: 1-0. M.39. Berbatov, libre de marca y desde el punto de penalti, remata de cabeza un saque de esquina. 1-1. M.48. Saviola marca con la zurda por bajo tras robarle el balón en el centro del campo a Placente y hacer una pared con Riquelme. 1-2. M.88. Riquelme abre a la izquierda, Kluivert cede a Overmars, que recorta sobre Ramelow y marca ajustado al palo. Árbitro: Kyros Vassaras (Grecia). Amonestó a Motta, Navarro, Placente, Basturk y Cocu. Bay Arena. Lleno. 22.500 espectadores.
Lesionado Luis Enrique, del once titular se habían caído Saviola y Riquelme mientras Overmars seguía esperando tanda. Jugaba anoche el Barça con un único delantero, Kluivert, más determinante de espaldas que de cara a la portería, y cerraba con tres laterales (Puyol, Reiziger y Navarro) y dos tapones (Gabri y Rochemback). Xavi ejercía de Riquelme, Rochemback de Xavi y Cocu cubría la baja de Frank de Boer. Un plantel desnaturalizado y sin hilo de juego. Un grupo de cazarecompensas.
Al ver el equipo que le paraban los azulgrana, el Bayer respondió que a bodas me convidas. Pese a que ha perdido clase, empaque y desequilibrio respecto al curso pasado, el plantel de Toppmöller mantiene sus señas de identidad. La elaboración del juego se impone en cualquier sector de la cancha, de manera que procuró masticar el partido frente a un rival que se desentendió de la pelota y cuyos jugadores se repartieron el campo cada uno con su pareja, expuestos a un desgaste físico y psicológico que acostumbra a provocar errores individuales determinantes.
Entonces sí, a la que se botaba un córner o una falta, el partido respiraba y recuperaba el color. Bastürk evitó un remate de Navarro a la salida de un córner y poco después Berbatov cabeceó a la red, por encima de Reiziger, un servicio de Babic desde la esquina. Al igual que frente al Deportivo y el Madrid, el Barça había regalado medio partido. En esta ocasióncargaba además con un gol a cuestas. Había que recomenzar el partido, repintar la alineación.
Riquelme y Saviola, dos futbolistas de ataque, aparecieron en escena. Los dos argentinos no tardaron ni tres minutos en dejar en entredicho al entrenador. Un tuya mía entre Saviola y Riquelme, pintado desde la línea de tres cuartos, lo culminó el delantero en una acción muy futbolística, natural si se quiere, alejada de la programación de un entrenador, que en el caso del Barça tiene un intervencionismo mal entendido.
Los azulgrana se fueron a por el partido, que perdió previsibilidad a cambio de ganar incertidumbre, ritmo, vida. Ya se sabe que el Barça es vulnerable, y el Bayer le buscó las cosquillas a la defensa de tres que tuvo que apretar Van Gaal. A cambio, sin embargo, ganó presencia ofensiva, encanto y personalidad, tal que se hubiera reencontrado con el equipo que tanto gustaba por su descaro. El dolor de cabeza dio paso al bombeo del corazón. Al cuarto de hora, la pelota ya estaba puesta en el punto de penalti para que Riquelme le diera la vuelta al marcador. Demasiada prisa para tanta pausa como hubo en el primer acto, y Butt rechazó el remate del argentino.
El error de Riquelme permitió parar un poco la refriega hasta la última carga, ya con Overmars en la cancha. Tuvo el Barça el partido a punto, hasta facilón, y pareció que una jornada más le faltaría tino y saña. La superioridad azulgrana, sin embargo, resultó tan manifiesta que el gol se imponía como fruta madura, y como premio lo firmó Overmars, con lo que ello significa. Todo un guiño. Parece que vuelven los extremos, que vuelve el fútbol de ataque, que vuelve la alegría al Barcelona, que vuelve la sensatez: los partidos se ganan con delanteros.
Los suplentes contestan en dos minutos
Apenas necesitaron dos vueltas de reloj. Saviola y Riquelme, que acababan de salir por Gabri y Mendieta, retrataron en los dos primeros de la segunda parte, con un fulgurante gol, la táctica conservadora de Louis van Gaal. El holandés hizo anoche lo nunca visto: dejar a la pareja de argentinos y a Overmars en el banquillo. El técnico blindó con una chaqueta metálica a su equipo y la libreta le salió rana. Los azulgrana, con solo Kluivert en punta, cuajaron una tristísima primera parte en la que apenas pasaron de medio campo. Sólo Navarro cabeceó con peligro un córner. Van Gaal debió verlo muy mal y ordenó a Riquelme que calentara en el minuto 35, poco después de que el Bayer marcara el 1-0. Y en el 43, hizo lo propio con Saviola. Las cámaras enfocaron entonces a Riquelme bostezando. El partido no daba para más.Consciente de las críticas que le aguardaban, Van Gaal rectificó y renunciar a su desafío. El holandés ya recibió en el partido ante el Madrid una pañolada, eclipsada por la lluvia de objetos que recibió Figo, cuando recurrió a Saviola en el minuto 88. No había tiempo para nada y encima lo sustituyó por Riquelme. No le gustó la reacción del público y se encendió cuando se le preguntó por qué tardó tanto en dar entrada al pibito. Y ayer en Leverkusen, lejos de rectificar, dio un paso más: no apostó por Saviola y dejó en el banquillo a Riquelme.El resultado fue el siguiente: el Barça o se acercó a puerta en una sola ocasión y reflejó su absoluta involución de cara a puerta. Van Gaal empezó la temporada con tres hombres en punta: Luis Enrique, Saviola y Kluivert que aguantaron al equipo con sus goles. El único reproche era que despilfarraban demasiadas ocasiones. Pero el Barça fue dando marcha atrás: el asturiano, letal en el primer tramo del año, se cayó por lesión y sólo entonces Van Gaal se fijó en Riquelme. Saviola, casi simultaneamente perdió su puesto en el equipo.El pibito, que hasta ayer llevaba ocho partidos sin marcar, estrenó suplencia ante el Villarreal y curiosamente fue él quien provocó el penalti de la victoria (1-0). Van Gaal jugó ante el Deportivo como ayer de entrada ante los alemanes y el Barça se quedó a cero (2-0). Y, ante el Madrid, volvió a ser incapaz de abrir el marcador.La misma película se vio ayer hasta el minuto 47 cuando Van Gaal rompió su libreta y llamó a los dos argentinos. Saviola cuajó 45 minutos espléndidos: marcó tras combinar con Riquelme y luego dio un pase a Kluivert, sancionado como penalti (Riquelme lo falló). El pibito acabó siendo una pesadilla para la defensa alemana, hundida al final tras el golazo de Overmars, el primero que marca en dos años, celebrado con Van Gaal con el puño en alto.
El técnico azulgrana rechaza haberse equivocado con la táctica
Nunca se la oído reconocer un error y anoche no fue una excepción. Louis van Gaal, técnico del Barça, negó ayer haberse equivocado de táctica al haber dejado de entrada en el banquillo a Riquelme, Saviola y Overmars. El entrenador vino a decir que más o menos lo tenía previsto: que hizo un equipo en la primera parte más aguerrido con Rochemback y Gabri para frenar a los alemanes. "Siempre corren mucho y en todas direcciones", dijo. Van Gaal sí admitió algo: que el gol del Bayer precipitó la entrada al inicio de la segunda parte de Saviola y Riquelme. Quizá con el 0-0 hubieran salido más tarde. "Depende de las circunstancias", dijo. "Hablé con Riquelme antes del descanso. El caso de Overmas es distinto. Sólo puede jugar 30 minutos y jugó 20".El técnico holandés explicó que apostó en la media punta por Xavi en lugar de Riquelme para contener al Bayer. Van Gaal describió que en el vestuario no había "mucha alegría" en el vestuario en el descanso y que la historia, por primera vez esta temporada, cambió. El Barça se estrenó ayer dando la vuelta al marcador: "Estábamos mentalmente muy metidos en el partido. Teníamos 45 minutos para remontar y tuvimos un poco de suerte".Van Gaal negó en su análisis que el talento de las individualidades se hubieran impuesto a su táctica de equipo. Su impresión contrastó con la de Klauss Toppmoller, técnico del Bayer. El entrenador alemán explicó que había intuido que Riquelme, Saviola y Overmars que acabarían jugando en la segunda parte. "No me extrañó el equipo inicial del Barça, que nos favoreció. Pero yo ya avisé a mis jugadores que los tres delanteros jugarían y que serían muy peligrosos", dijo Toppmoller.Apenas necesitaron dos vueltas de reloj. Saviola y Riquelme retrataron en los dos primeros de la segunda parte, con un fulgurante gol, la táctica conservadora de Louis van Gaal. El holandés hizo anoche lo nunca visto: dejar a la pareja de argentinos y a Overmars en el banquillo. El técnico blindó con una chaqueta metálica a su equipo y la libreta le salió rana. Los azulgrana, con solo Kluivert en punta, cuajaron una tristísima primera parte.Saviola explicó que Van Gaal no le comunicó que iba a entrar en el campo hasta el descanso. "A Roman sí le dijo, sobre el minuto 30, que iba salir. En el segundo tiempo tuvimos mucha llegada. Abrimos el campo de manera que nuestro juego adquirió mucha velocidad".Riquelme puso de manifiesto, al igual que su compañero, la importancia de que el gol del empate llegara tan rápido. Explicó que lanzó el penalti como suele hacerlo siempre. "Siempre pateo igual, el otro día ante el Villarreal no fue más fuerte y entró, y esta vez no tuve suerte".
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