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Crónica:FÚTBOL | 2ª fase de la Liga de Campeones
Crónica
Texto informativo con interpretación

Pegada de peso pluma

El Real Madrid pierde en San Siro y reitera la falta de eficacia de su juego de ataque

Santiago Segurola

El Madrid profundizó en San Siro en los problemas que le acosan en los últimos tiempos. No hace goles y recibe los suficientes para no ganar. En Milán perdió. Shevchenko aprovechó su velocidad para terminar con nota un excelente contragolpe, la clase de jugada que le ha dado fama. El Madrid dependió demasiado de Zidane, que sacó varios cuerpos a los demás en el primer tiempo. Luego se desinfló por el esfuerzo y por la escasa ayuda que recibió en un encuentro vigoroso y movido, partido que deja al Madrid en una cierta situación de estupor: el equipo no despega.

Algo pasa con el Madrid, que nunca da garantías de seguridad. Primero porque su defensa es vulnerable por naturaleza, o se permite errores imprevistos en un equipo de este nivel. Y segundo, porque el rendimiento de su ataque está muy por debajo de las expectativas que levantan sus jugadores, al menos de un tiempo a esta parte. Este equipo está destinado a marcar las diferencias en el área, pero no lo consigue, circunstancia que obliga a depender demasiado de la eficacia de su defensa, que no se distingue por su grado de garantía. Un error defensivo del Madrid -y un espléndido pase de Rui Costa- propició el gol del Mila, tanto que confirmó la explosiva velocidad de Shevchenko y el olvido de una regla básica: cuando un equipo ataca con toda la gente, sus defensas tienen que marcar estrechamente al delantero rival que hace de palomero. Un vicio muy común de los defensas es mirar la jugada de ataque de su equipo y dejar suelto al tipo que les va a ganar el partido. Helguera y Pavón desatendieron a Shevchenko en un prometedor ataque del Madrid y se encontraron inermes en el contragolpe de la derrota.

MILAN 1 - REAL MADRID 0

Milán: Dida; Simic (Chamot, m. 90), Costacurta, Maldini, Kaladze; Gattuso, Ambrosini, Seedorf; Rui Costa (Serginho, m. 76), Rivaldo; Shevchenko (Tomasson, m. 81). Real Madrid: Casillas; Michel Salgado, Helguera, Pavón, Roberto Carlos; Cambiasso (Solari, m. 76), Celades; Figo, Zidane, Raúl; Morientes (Portillo, m. 61). Gol: 1-0. M. 40. Pase en profundidad de Rui Costas a Shevchenko que bate a Casillas en un mano a mano. Arbitro: Urs Meier (Suiza). Amonestó a Gattuso, Pavón y Helguera. Primera jornada de la segunda fase de la Liga de Campeones. El estadio Giuseppe Meazza, de Milán, registró un lleno total: 75.777 espectadores, de ellos casi un centenar de aficionados madridistas.

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El gol tuvo un efecto devastador para el Madrid, que había jugado un primer tiempo desigual. Mezcló momentos de altura con fases de gran imprecisión, justo lo que no se puede permitir un equipo que depende tanto de la posesión de la pelota. Los momentos de altura estuvieron casi siempre definidos por Zidane, que ofreció un excelente repertorio en la primera parte. A su facilidad para encontrar soluciones sencillas para situaciones complicadas, añadió una presencia masiva en el juego de ataque del Madrid. No encontró, sin embargo, demasiada ayuda a su alrededor. Celades jugó con su tradicional pesadumbre, como si le hubieran hecho la puñeta por jugar el partido. Hay gente que es feliz carne de banquillo. Hubo otros jugadores que se dejaron la vida en San Siro, a pesar de las dificultades que atravesaron. Fue el caso de Figo, admirable por su tenacidad, por presencia y por la valiente defensa de su prestigio como jugador. Casi nunca logró desbordar a Kaladze, porque ahora todo le cuesta demasiado. Sin embargo, su peso en el equipo es decisivo. Con oficio y carácter, Figo dejó claro en San Siro por qué unos jugadores son importantes y otros no. Morientes hace algún tiempo que no es importante, abatido por limitaciones cada vez más evidentes y quizá por el desamparo al que se ha visto sometido.

Si el Madrid fue desigual, el Milan resultó bastante imperfecto. Con algunos muy buenos jugadores, eso sí. A la cabeza de todos, Shevchenko, un balín que se maneja a la máxima velocidad como otros andando. Shevchenko hace todo rápido, sin pausas, con un certero sentido de lo vertical, lo que obliga a los centrales a un altísimo ejercicio de físico y de atención. Helguera y Pavón figuraron entre los mejores del Madrid, desactivando situaciones muy graves, sin apenas ayuda, o sea, sin red. Pero a su actuación le cabe el reproche del error en el gol. Ese gol decidió el resultado de un partido más entretenido que bueno, de mucha ida y vuelta, con bastantes contragolpes del Milán y con la habitual elaboración del Madrid, que comenzó de forma discreta y se recuperó bajo la dirección de Zidane. A su alrededor crecieron Roberto Carlos y Raúl. Hubo momentos brillantes, aunque discontinuos, en los que la pelota viajó rápida ante la perplejidad de los jugadores del Milán. Y en algún caso, el creativo juego del Madrid produjo ocasiones magníficas, como la protagonizada por Morientes tras un contragolpe perfectamente interpretado por Zidane. Pero Morientes no está ahora mismo para grandes soluciones. Falló en el mano a mano con Dida porque iba sin convicción.

El gol de Shevchenko acentuó el rasgo del Milan, decidido a defender con mucha gente su ventaja y a sacar provecho de la velocidad de este jugador. Casillas se mostró en forma en esos instantes. A Dida apenas se le vio. El Madrid buscó el área con voluntad y pocas ideas, en gran parte porque Zidane perdió gas. Sin él, el fútbol del Madrid es demasiado trabajoso y previsible, de lo que tomó buena nota el Milan que se defendió con eficacia, pero sin grandes alardes. Atrás quedan los tiempos en que Baresi hizo un arte del trabajo defensivo. Esto fue otra cosa, indudablemente peor, pero suficiente para ganar el partido y dejar al Madrid enredado en cuestiones que no logra resolver.

Seedorf protege el balón ante Míchel Salgado.
Seedorf protege el balón ante Míchel Salgado.ASSOCIATED PRESS

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