Mas se limitó a hacer de introductor

Los portavoces de Convergència i Unió (CiU) llevaban días retando al líder socialista, Pasqual Maragall, para que asumiera personalmente el debate sobre los presupuestos y se enfrentara en la tribuna al conseller en cap y candidato de la federación nacionalista, Artur Mas. A la hora de la verdad, no obstante, todo siguió el guión habitual: la posición del Gobierno no la defendió Mas, sino el consejero de Economía, Francesc Homs, y el diputado Martí Carnicer tomó las riendas por el Grupo Socialista-Ciutadans pel Canvi.

Después de tanto ruido, la participación de Mas en el debate se limitó a una breve introducción inicial, en la que subrayó las grandes líneas de los presupuestos. La decisión de Mas de subir era esperada por los socialistas, pero en cambio les sorprendió que lo hiciera sólo para una breve intervención, que a su juicio quitaba toda fuerza al reto lanzado a Maragall y la reducía al mínimo necesario para la habitual aparición por televisión.

Tras las palabras de Mas, el presidente del grupo de Iniciativa, Rafael Ribó, reclamó que se ampliara el turno de palabra de la oposición para poder responder a Mas. El presidente de la Cámara, Joan Rigol, rechazó la demanda alegando que la defensa de los presupuestos por el Ejecutivo supone "un acto parlamentario único". Rigol admitió que la queja de Ribó tenía, no obstante, "cierta base".

A pesar de que la participación de Mas en el debate fue simbólica, los dirigentes de CiU acusaron a Maragall de esconderse: "Una vez más se ha puesto de relieve que Maragall no se atreve a debatir sobre el futuro y sobre las propuestas dirigidas a los ciudadanos de Cataluña con Mas", afirmó el secretario general de CiU, Josep Antoni Duran. El dirigente democristiano añadió que Mas ya no volvió a intervenir porque, ante el silencio de Maragall, "no valía la pena". El socialista Joaquim Nadal calificó el gesto de "escenificación mediocre" y dijo que refleja la debilidad del Gobierno, que hace "oposición de la oposición".