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ANÁLISIS | NACIONAL
Columna
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El globo del PSOE

LA MACROENCUESTA -más de diez mil entrevistas- realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) entre el 9 de septiembre y el 9 de octubre sobre cuestiones institucionales y autonómicas se interesó también por los comicios locales de mayo de 2003 y las elecciones generales de 2004. Como viene siendo habitual en este tipo de estudios, el voto directo (la cruda manifestación por los encuestados de su sufragio ya decidido), el voto más simpatía (la búsqueda de la intención oculta de los indecisos y mudos mediante el aliño de sus preferencias políticas genéricas) y el voto estimado (un plato cocinado con recetas secretas correctoras de los sesgos e incoherencias de las muestras) arrojan conclusiones diferentes. Entre otros objetivos, las operaciones de alquimia del CIS pretenden en teoría remediar -abstracción hecha del acierto de los operadores- el desajuste entre el recuerdo de voto de los encuestados y el resultado oficial de los anteriores comicios: en este caso, la mala o simulada memoria de los preguntados inventaba un irreal empate técnico entre populares y socialistas en las elecciones legislativas de marzo de 2000, ganadas por el PP con el 44,52% de los votos frente al 34,16% del PSOE.

El recorte de la distancia que separa al PSOE del PP en "voto estimado" y el primer lugar que ocupan los socialistas en "voto directo" anuncia un cambio de tendencia en las preferencias electorales

El secretismo del CIS y la imposibilidad de someter a debido control sus procedimientos transformadores del voto directo en voto estimado abren un ancho espacio donde los dirigentes de los partidos practican el infantil juego de retener sólo los datos luminosos que les resultan favorables y olvidar a cambio las cifras sombrías que les perjudican. Con su salero y donaire habituales, el ministro-secretario general del PP, Javier Arenas, se apoderó del voto estimado cocinado por el CIS en provecho de los populares (el 41% frente al 37,1% del PSOE) para repetir por enésima vez el ingenioso chiste de que el globo de Zapatero está pinchado. Pero ni siquiera ese sesgado dato debería tranquilizar al Gobierno; la ventaja en votos reales -el 10,5 %- sacada por el PP al PSOE en marzo de 2000 se ha visto recortada a lo largo de 2002 en los términos virtuales de los votos estimados por el CIS; 9,7 puntos en enero, 8 puntos en abril, 4,2 puntos en julio y 3,9 ahora.

El secretario de organización socialista, José Blanco, también ha gastado una broma patosa (el globo pinchado del PSOE es sustituido esta vez como referencia por el espejo roto de la madrastra de Blancanieves transmutada en Aznar) para despreciar los votos estimados del CIS y subrayar, en cambio, los datos del voto directo (26,3% del PSOE frente a 23,1% del PP) y del voto más simpatía (29,7% de los socialistas frente al 25,7% de los populares). Pero no es preciso acusar al CIS de fraude para hacer un balance favorable al partido de Zapatero; bastante importancia tiene ya que el PSOE ocupe por primera vez el lugar de cabeza en la carrera del voto directo. A lo largo del año 2002, los barómetros del CIS habían dado ventaja al PP también en ese terreno: 8,5 puntos, 5,7 puntos y 1,4 puntos en los meses de enero, abril y julio respectivamente.

Sin duda, correrá todavía mucha agua bajo los puentes de la política hasta que se celebren los comicios autonómicos y locales de mayo de 2003, las elecciones catalanas (y tal vez andaluzas) del próximo otoño y las elecciones generales de la primavera del año 2004: si Aznar acertase con su dedazo en el destape del candidato presidencial, los populares podrían transformar en voto real ese voto estimado que ahora les atribuye el CIS. No faltan indicios, sin embargo, para conjeturar que se ha puesto en marcha un cambio de marea difícilmente reversible. Sería improbable que la victoria del PP en las elecciones generales de 2004 -caso de que llegara producirse- lograse alcanzar la mayoría absoluta o una mayoría relativa lo bastante desahogada como para gobernar en solitario; entre tanto, el PSOE prosigue su viaje ascendente en globo con la ventaja añadida de tener potencialmente una mayor capacidad para formar alianzas con otros grupos del Congreso.

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