Sedimentos
Patricio Cabrera (Sevilla, 1958) emplea un alfabeto muy particular para dialogar con su entorno: manos y pies de distintas procedencias se entrelazan en una especie de jeroglífico cuya única solución posible es: mestizaje. El pintor, quien ha vuelto a Sevilla después de vivir seis años en Almería, crea en sus óleos universos caóticos, pero con una clara intención: representar el mestizaje a través de "sedimentos de culturas que se integran en el paisaje", según sus propias palabras.
Últimas obras es el título de la muestra que reúne en la galería Rafael Ortiz de Sevilla cinco óleos y diez dibujos (tintas y grafito) que el artista presenta como "metáforas de la multiculturalidad mediterránea". Cabrera, cuya última individual en Sevilla fue en 1998, trabaja siempre con colores vivos y brillantes, incluso fosforescentes; los mismos que emplea en los lienzos de gran formato que presenta ahora. Lo sorprendente es la austeridad de las tintas y los dibujos, todos en negro sobre blanco. Es la primera vez que el pintor, con obras en las colecciones más importantes del país como el Centro de Arte Reina Sofía o la Fundación La Caixa, expone dibujos de un formato medio.
ÚLTIMAS OBRAS
Patricio Cabrera Galería Rafael Ortiz Mármoles, 12. Sevilla Hasta el 11 de enero de 2003
"A veces me canso del color, me parece excesivo. Cambiar al grafito es como un ejercicio de disciplina que me permite plasmar nuevas ideas de las que, más tarde, me alimentaré. Además, las partes sombreadas con grafito tienen un brillo muy especial que le aporta misterio a la obra", comenta el artista que formó parte, a mediados de los ochenta, de la Nueva Figuración Sevillana.
En sus nuevos trabajos, fechados en 2002, aparece una especie de red geométrica que atrapa todos los elementos del lienzo, personajes sacados de un libro de cuentos marroquí que el pintor encontró en un mercadillo. El juego de las tabas, los cantos rodados de las orillas de Almería, se repite junto a manos y pies entrelazados de magrebíes y europeos. Las extremidades humanas, una constante en sus creaciones desde hace dos años, sufren ahora transformaciones. Aparecen llenas de tatuajes, animales o, simplemente, sueños como los que evocan los complejos y bellos paisajes de Cabrera.
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