Luis Olmos monta la zarzuela 'La bruja' como una "insólita" historia de amor
Una asombrosa historia de amor, un Hänsel y Gretel del valle del Roncal, eso es para el director de escena Luis Olmos la zarzuela La bruja, de Ruperto Chapí, que se estrena hoy en el teatro de la Zarzuela de Madrid y estará en cartel hasta el 15 de diciembre. Se aleja así de las connotaciones políticas de un libreto que no se veía en la capital desde hace más de 20 años y que cuenta la historia de Blanca de Acevedo, la bruja hechizada y convertida en anciana por despecho de los amantes que la pretendían.
"Me identifico con la visión abiertamente fantástica de la obra, con su esencial historia de amor", afirma Olmos, que se estrena como director en este género después de haber cosechado grandes éxitos teatrales en los últimos años, como la adaptación de El verdugo, la película con guión de Rafael Azcona y dirección de Luis García Berlanga, que Olmos llevó al teatro.
La partitura de Chapí ha sido recuperada con una nueva edición crítica realizada por Miguel Roa que se ha publicado con ocasión de este estreno. En la dirección musical está Manuel Galduf. "La música está al servicio de las ideas en esta obra, una pieza que es un encaje de orfebrería, llena de complejidades y de multitud de fórmulas rítmicas", afirma. Y para la que es necesaria una orquesta grande. "Un grupo que esté al servicio del dramatismo de la acción y con muchas exigencias para los cantantes".
Son cosas con las que tendrán que lidiar Milagros Martín y Carmen Serrano, que encarnan a la bruja, junto a otros cantantes como Susana Cordón, Silvia Vázquez, que hacen de Rosalía, o José Ferrero, Jorge de León y Carlos Moreno, que interpretan a Leandro, el coprotagonista. "Es una partitura muy difícil vocalmente, con zonas graves pero también con muchas zonas agudas intercaladas", afirma Serrano, cantante cordobesa de garbo y arte especial. "Además hay que hacerlo doblada", agrega, ya que el personaje tiene sus taras físicas.
La obra, estrenada en 1909, y con libreto original de Miguel Ramos Carrión y Vital Aza, ha sido readaptada para estos tiempos en una versión bastante personal de Luis Olmos. "Creo que el libreto era algo tramposo. Había cosas que no se justificaban bien y con las que no me podía sentir identificado", asegura Olmos. El director, que viene del Teatro de la Danza, ha introducido mucho baile de la mano de la coreógrafa Fuensanta Morales, que ha montado varios números para un cuerpo de 16 bailarines.
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