Deferr vuelve a medio gas
Tras sus lesiones, el único gimnasta español campeón olímpico sólo competirá en suelo en el Mundial de especialistas de Debrecen
Gervasio Deferr ha vuelto. El único medallista olímpico de la gimnasia artística española comienza esta semana su camino hacia los Juegos de Atenas 2004 en el Campeonato del Mundo de los especialistas, el que sólo reparte medallas por aparatos, a partir del miércoles en Debrecen (Hungría). Se trata de una vuelta a medio gas, ya que el gimnasta catalán de padres argentinos sólo competirá en un aparato. Y no precisamente en el salto, el que le llevó a lo más alto en Sydney 2000 e hizo olvidar la ausencia de Jesús Carballo, sino en el suelo, su otra gran especialidad.
"No estoy al ciento por ciento", aseguraba Deferr, 22 años recién cumplidos, el jueves pasado en Madrid, dolorido tras el último entrenamiento antes de volar a Hungría con los otros cinco gimnastas del equipo español. "Me tomo este campeonato como una preparación para el del año que viene en Los Ángeles", donde se repartirán las plazas para Atenas.
A Gervi -odia su nombre completo- le faltan competiciones. Primero se rompió el tendón del bíceps izquierdo, pero siguió entrenándose "con un brazo". Tras romperse el segundo hombro, decidió pasar por el quirófano. El resultado: tres días en un hospital, más de un año en blanco y sendas cicatrices del tamaño de un pulgar. Las enseña con la misma naturalidad con que muestra sus tatuajes: un diablo sobre la cadera izquierda que le dibujó su hermano mayor, diseñador gráfico, y los aros olímpicos de Sydney en el tobillo derecho.
Deferr se tomó ese parón como "unas vacaciones" porque estaba "un poco quemado". Aprovechó para pasar más tiempo con su hermano, al que adora, y poco más. Volvió a entrenarse hace "tres o cuatro meses" y desde entonces sólo se ha enfrentado a los jueces en dos ocasiones, en el Campeonato de España y en la prueba francesa de la Copa del Mundo. Tres oros en total. El de París, en el suelo, hace menos de un mes, hace pensar en una medalla en Debrecen, pero Deferr no se pone más meta que no fallar el ejercicio. Es consciente de que "con dos competiciones no se prepara un Mundial" y éste exige pasar tres filtros antes de la final, el sábado en el caso del suelo. Eso, sin contar que el hombro derecho no acaba de recuperarse.
Volver a pasar por el quirófano es una opción. Abandonar, no: "¿Crees que un hombro es tan importante como ganarte la vida?", responde tajante cuando se le pregunta si dejaría la gimnasia por recomendación médica. "Yo me gano la vida con esto. Es mi trabajo, es mi vida", explica.
Ese ganarse la vida es una beca ADO de 48.081 euros anuales, la más alta, porque Deferr nunca ha logrado cerrar un trato con un patrocinador. "Esto no es como el fútbol, donde un jugador está en activo unos años, se retira y vive toda la vida de eso, como sus hijos y sus nietos. Esto dura mientras estás ahí".
El gimnasta catalán pretende seguir ahí al menos hasta los Juegos de Atenas. Y ganar. ¿Y cuándo se acabe la gimnasia? "Me gustaría ayudar a Alfredo [Hueto, su entrenador, que le ha acompañado durante los últimos 15 años]", dice.
Deferr no se parece mucho al de Sydney. Está mucho más delgado (ha perdido siete kilos) y no tan musculado. De cerca, no parece la bomba Deferr, sino un chico algo bajito (1,66 metros), extravertido y muy seguro de sí mismo: "Nunca he tenido intención de dejarlo después de los Juegos. Siempre he pensado que, si he ganado una medalla olímpica, en la siguiente puedo ganar dos", afirma.
Gervi se come las uñas hasta los codos y tiene un guiño, un saludo o un abrazo para cada gimnasta que se le cruza en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid. Mira de frente y sin pestañear, no tiene nada de tímido y no rehúye ningún tema. "¿No me vas a preguntar de política? Porque soy más rojo...". Sus padres llegaron a Cataluña huyendo de la dictadura argentina hace 26 años.
La única pregunta que se queda sin respuesta es sobre su gran día en Sydney. ¿No le da pena no competir en salto? "Uff... Sí, ¿eh?". Ese momento sólo le hace resoplar y sonreír.
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