Los agujeros que hicieron volcar 'L'Oca' se decidieron por razones estéticas
El dueño de L'Oca, Simón Rodríguez, rechazó las habituales ventilaciones por la cubierta de la embarcación siniestrada porque los canalones de entrada y salida de aire afeaban el diseño de la barca y restaban cuatro sillas de capacidad. Así lo declaró ayer ante el tribunal Antonio Bordetas, un electricista jubilado que hizo el proyecto eléctrico del catamarán por encargo de Talleres Pons sin cobrar nada, sólo para entretenerse. Las ventilaciones por la popa permitieron la entrada de agua que originó el naufragio.
Bordetas declaró que Rodríguez, acusado en el juicio, le explicó que deseaba hacer la ventilación por popa, a lo que el técnico respondió: 'Hágala por donde usted quiera, pero que la haga el astillero'.
José Manuel Pons, industrial encargado de la motorización de la barca, admitió haber realizado cambios en el diseño original, pero rechazó ser el responsable de los agujeros de popa. Según Pons, el ingeniero del proyecto sabía que se había doblado el peso de las baterías. El industrial explicó que las rejillas que se hicieron eran innecesarias porque las baterías sólo necesitan flujo de aire en la carga nocturna.
El constructor de la barca, Esteve Rabassa, calificó de 'chapuza' los trabajos realizados en L'Oca por debajo de cubierta y aseguró que era imposible que fueran obra de su empresa. Juan Cristóbal García, un ex trabajador de Rabassa, corroboró que los astilleros no pudieron hacer un trabajo tan burdo. Rabassa dijo que le cuesta creer que su empleado Juan Miguel Bernal hiciera los agujeros en la popa como éste ha declarado en el juicio y añadió que no presionó a sus trabajadores para eludir responsabilidad en el siniestro.
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