Un ejercicio de conciencia
Luis García Montero defiende la necesidad del ensayo con 'Poesía, cuartel de invierno'
El ensayo, ya sea literario, filosófico o político es hoy más necesario que nunca. Así lo piensa el poeta Luis García Montero (Granada, 1958), de quien ahora la editorial Seix Barral acaba de reeditar uno de sus ensayos más interesantes, Poesía, cuartel de invierno, una obra de 1987 que ahora aparece con un prólogo del propio autor profundizando en algunos aspectos ya apuntados en la edición original o modificando otros tras el paso del tiempo. 'El ensayo', afirma García Montero, 'es la respuesta lógica de nuestra cultura a la liquidación de la conciencia'.
Poesía, cuartel de invierno es, según explica el poeta, 'una reflexión sobre el espacio ideológico que ocupa la poesía contemporánea a partir del Romanticismo', es decir, un análisis del proceso ideológico de la lírica contemporánea.
El libro gira en torno a la forma en que el Romanticismo, al constatar que los valores humanistas y de progreso de la Ilustración no proporcionaban la felicidad, alimentó el malditismo de los poetas, un malditismo que, al llegar al vanguardismo, terminó haciendo que los poetas se desligaran por completo de su entorno social 'y acabaran escribiendo sólo para otros poetas'. 'El poeta', afirma García Montero, 'se refugió en el orgullo de su propia marginalidad haciéndole el juego al poder establecido'.
A ese aislamiento del poeta se une otro fenómeno que sucede paralelamente propiciado por la sociedad industrial que es la mercantilización de un tipo de arte que está hecho para el consumo rápido y fácil. Las vanguardias terminan así por alejarse completamente de la sociedad y constituirse en núcleos cerrados y aislados.
Frente a esos dos extremos, el del consumo fácil o el del poeta que escribe sólo para otros poetas, García Montero reivindica la libertad no como el patrimonio de unos poetas-héroes, sino como patrimonio del ciudadano normal. También un uso fresco del lenguaje. 'El poeta que utiliza palabras arqueológicas es ridículo', afirma el autor de Habitaciones separadas. 'Es ingenuo creer que hoy tenemos que repetir las mismas ocurrencias que tenían los poetas de principios del siglo XX'.
Poesía, cuartel de invierno es, en cierto sentido, una reflexión sobre la necesidad de que apareciera la poesía de la experiencia, movimiento que sustenta la escritura en el relato de hechos cotidianos, en la vida de la gente corriente y los sentimientos corrientes. García Montero es uno de los grandes exponentes de ese movimiento. 'Yo defiendo', explica, 'la poesía como un ejercicio de conciencia, de expresión de la individualidad, porque con el neoliberalismo y el neocapitalismo se están destruyendo las conciencias individuales'. 'Me interesan', añade, 'los poetas que sólo responden a su propia conciencia, como Cernuda o Alberti, y aquellos que establecen un diálogo con el lector, que saben que el lector es el otro que se necesita para dialogar'.
El autor de El jardín extranjero defiende igualmente la validez del ensayo como género de reflexión para los tiempos que corren. 'No se puede renunciar al ensayo por culpa del papel predominante de la televisión', dice García Montero. 'El ensayo es el género del filósofo, pero de un filósofo que no se considera con una idea total del mundo, sino que tiene que aprender a fragmentar su propia opinión en múltiples asuntos. Es un género para pensar la propia experiencia'. También es 'la respuesta lógica de nuestra cultura a la liquidación de la conciencia'. 'Entre la banalización absoluta de la cultura de hoy en día y el artista encerrado en su reserva hay un camino difícil', dice García Montero, 'pero es un camino que hay que recorrer'.
'Un telediario', añade, 'tiene muchísima más repercusión que las obras completas de cualquier poeta, pero eso no significa que la poesía no tenga un papel de enorme importancia en la reflexión sobre la realidad'.
Conciencia ciudadana, libertad individual, rebeldía ante la banalización cultural y oposición a la globalización de un capitalismo salvaje son los ejes interiores que mueven la reflexión social del autor de Diario cómplice. García Montero alza frente a ello al ciudadano corriente con una vida corriente que es el material de su propia poesía. Es decir, la experiencia vital de cada uno se convierte en el tema central de la creación poética. 'Hay que defender la poesía como un ejercicio de conciencia frente a unos mecanismos que lo homologan todo y que sólo intentan enseñarnos de una manera determinada lo que quiere el poder'.
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