El Betis se desatasca

Mes y medio después del último partido en su estadio, tras una trayectoria errática en los tres últimos encuentros (dos empates y una derrota) que ponía en peligro el buen comienzo liguero, y ante un rival que venía a Sevilla con vitola de peligroso, el Betis se reencontró ayer con su afición y con la victoria. Lo logró en una vibrante segunda parte en la que barrió del campo al Málaga, un rival que, contra lo previsto, se mostró rácano y cobarde.

El Málaga de Peiró se traicionó a sí mismo y pensó que podría doblegar al Betis tomando nota del roto que ya le hizo el Mallorca hace 15 días. Nada de buen fútbol, velocidad y goles, como tenía acostumbrada a la Liga este año. De entrada, el veterano entrenador sentó en el banquillo, ahí es nada, a Dely Valdés, Sandro y Musampa. Y cuando, mediada la segunda parte, tiró de ellos ya era tarde. Peiró firmó su renuncia al partido casi antes de dar éste comienzo.

Como el Mallorca hizo en su día, el Málaga se cerró atrás, maniató a los jugadores de banda del Betis, Joaquín y Denilson, y cedió la pelota a sus centrales, Juanito y Rivas, contundentes y efectivos pero limitados en el manejo del balón.

El sistema, magistralmente liderado en el aspecto destructivo por el uruguayo Romero, funcionó durante la primera mitad. Sólo dos veces consiguió burlar el Betis la madeja defensiva malaguista y los respectivos pases interiores de Fernando e Ito fueron desperdiciados por Joaquín y Casas, solos ante Contreras.

El Málaga, más allá de su área, se abandonó a los pelotazos largos a Darío Silva, por el que, como es habitual desde que llegó al club, pasa todo el juego de ataque de su equipo. Uno pilló y a otro no llegó por un pelo, y con ambos metió el susto en el cuerpo a Prats y los suyos.

En la reanudación el Betis salió con más velocidad, más ímpetu y... más suerte. A los cuatro minutos, Arzu empujó a la red un balón muerto en el área pequeña que ni Contreras ni los suyos habían acertado a despejar.

El gol tuvo sobre el equipo sevillano el efecto de los pulverizadores nasales en los resfriados. Desatascó el juego trabado y confuso del Betis, errático hasta entonces, desesperado ante el sistema defensivo del Málaga.

Los de Peiró vieron cómo el fracaso amenazaba a su planteamiento y salieron de la cueva, aunque sin éxito. Y el Betis aprovechó, liderado por Capi y, sobre todo, por Fernando, para acabar con el partido en media hora. El jugador malagueño, canterano madridista, convirtió en gol una gran acción de Casas que, tras robar un balón en la frontal del área, lo estrello contra ambos postes antes de que llegara su compañero para remacharlo. Y luego convirtió -con paradinha incluida- un penalti cometido sobre Denilson, otro de los destacados. El ex del Valladolid se destapó ayer en la segunda parte y lideró a su equipo hacia una victoria balsámica para los de Víctor Fernández.