¿Es éste el hombre más cotizado de Cataluña?
Hay un hombre en Cataluña que sin tener ningún título universitario ni formar parte del establishment cultural, económico y social, coge el teléfono y se le pone todo el mundo: desde el presidente de la Generalitat hasta el arzobispo de Barcelona, pasando por el director general de La Caixa. Todos quieren estar a buenas con él.
Este hombre se llama Justo Molinero (Villanueva de Córdoba, 1950), y es empresario y locutor de Radio Tele-Taxi, un fenómeno para los más de 300.000 catalanes que lo siguen diariamente, en su mayoría procedentes de la inmigración andaluza, que, como él, llegaron a Cataluña con lo puesto en los años sesenta. Desde hace 20 años, no sólo le oyen a diario, sino que le siguen en cuantas iniciativas emprende este hombre hecho a sí mismo, lo que explica su apabullante éxito con el teléfono.
Sin tener ningún título universitario ni formar parte del 'establishment' catalán, coge un teléfono y se le pone todo el mundo, empezando por Pujol
Cada vez que convoca a centenares de miles de personas, se hace añicos la imagen que los nacionalistas tienen de Cataluña
Con Justo, muchos se han declarado a su esposa o esposo, han bailado sardanas -luciendo un gorro del Betis en lugar de barretina-, se han desmayado de emoción al ver a sus ídolos musicales, han ido a Roma a ver al Papa y han comprado piso utilizando la tarjeta Visa que él ha lanzado. Y el pasado domingo, las 2.500 personas de esta familia que pudieron adquirir entrada -se agotaron en sólo unas horas- entraron por primera vez al Liceu, el templo de la lírica y de la música culta, ataviados con sus mejores ropas, para disfrutar del histórico concierto de la tonadillera sevillana Isabel Pantoja en el que fuera el gran emblema de la burguesía catalana del siglo XX.
El Liceu ya no es lo que era -tras su incendio, en 1994, sus gestores decidieron abrirlo a toda la sociedad-, pero mantiene intacto su simbolismo, al igual que el Palau de la Música Catalana, que se ha convertido casi en la segunda casa de Justo Molinero: la sede solemne del Orfeó Català, uno de los lugares santos en el imaginario nacionalista, el lugar elegido por el independentista Josep Lluís Carod para lanzar su candidatura a la presidencia de la Generalitat, ha albergado este año 20 conciertos organizados por Radio Tele-Taxi; con Chiquetete, El Lebrijano y Juanito Valderrama, entre otros.
Mucho han cambiado las cosas para Justo Molinero desde que llegó a Cataluña, en 1967. Lo hizo con las manos en los bolsillos y, como tantos otros andaluces -800.000 personas, el 13% de la población catalana actual, nacieron en Andalucía-, se instaló en Santa Coloma de Gramenet, una de las ciudades pegadas a Barcelona en las que se amontonaban muchos de los inmigrantes que llegaban en busca de trabajo. Durante 15 años, él fue uno de tantos -residía en un piso humilde, trabajó de mecánico y de taxista, se casó y tuvo un hijo al que llamó Miquel, en catalán-, pero un día tuvo una idea que le acabaría cambiando la vida: el taxista es hoy el jefe de una red radiofónica con 19 emisoras agrupadas en dos empresas -Radio Tele-Taxi y Radio RM- que factura más de cinco millones de euros al año y que proyecta crear una televisión para el área metropolitana de Barcelona. Por supuesto, Molinero -que sigue como locutor al pie del cañón, al frente de un programa de cuatro horas diarias- ya no vive en un pisito de Santa Coloma, sino en un chalet de Premià de Dalt, en la costa del Maresme, con su segunda mujer y su hija, Andrea.
La idea era sencilla: se acercaba el Mundial de fútbol de 1982 -el que organizó España- y Molinero, que trabajaba de taxista, sabía que se incrementaría el número de pasajeros. 'Entonces no había teléfonos móviles y pensé en crear una pequeña emisora para interconectar a los taxistas con sus familiares y con los clientes', explica. Su objetivo era tener tranquila a la familia y ofrecer un mejor servicio.
La experiencia fue tan bien que sobrevivió al Mundial y la emisora siguió en antena, con un éxito creciente. A la primera idea sencilla se le añadió otra, no menos simple: abrir los teléfonos y poner los discos de música española que pidiera la gente: coplas, flamenco, sevillanas, música popular. Las 500.000 pesetas que costó poner en pie la emisora pronto se multiplicaron, y hoy el imperio de Justo Molinero se sigue basando en la misma fórmula, aderezada con cantantes jóvenes -como los de Operación Triunfo-, que han enganchado a la emisora no sólo a los catalanes de origen inmigrante, sino también a sus hijos. Y a muchos otros catalanes, hasta el punto de que sus programas son líderes en la Cataluña central, la cuna del catalanismo.
El cuento de hadas, no obstante, a punto estuvo de convertirse en una pesadilla. Molinero lanzó su radio sin los preceptivos permisos legales y el éxito lo devoró: el 29 de diciembre de 1986, el Gobierno civil ordenó su clausura. '¡Me cerró la emisora el Gobierno de Madrid!', exclama todavía ahora al evocar el episodio. Entonces gobernaban los socialistas, que tienen su feudo precisamente en el cinturón metropolitano de Barcelona y en los sectores procedentes de la inmigración. Tras un año en blanco, empezó de nuevo a través de una pequeña emisora local en declive -Radio RM-, y en 1992, cuando la Generalitat concedió sus primeras licencias radiofónicas, una fue para Justo Molinero. Ya por entonces era uno de los principales líderes de la comunidad de origen andaluz en Cataluña, uno de los segmentos del electorado más cortejados por los políticos.
Quizá fue esta decisión la que explica que un gran retrato del presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, sea el único que cuelgue hoy de la pared de su despacho en Radio Tele-Taxi, en Santa Coloma. O lo que le decidió a coger en 1998 el carné de Convergència Democràtica (CDC), el partido de Pujol, de la mano del entonces consejero de Bienestar Social, Antoni Comas, quien hizo un gran esfuerzo para atraerse a los líderes procedentes de la inmigración con proyectos a golpe de talonario.
Molinero ha mostrado a menudo su amor a Cataluña y su gratitud 'por las oportunidades' que le ha brindado. Pero su forma de integración es la antítesis de la asimilación. Cada vez que sus fiestas convocan a centenares de miles de personas -en marzo reunió a 750.000 en Santa Coloma, según la Guardia Urbana-, se hace añicos la imagen que de Cataluña tienen los nacionalistas.
Afiliado a Convergència (y amigo de casi todos los demás)
EXTROVERTIDO, SIMPÁTICO, aficionado a dar palmas en la espalda y con amigos en casi todos los partidos. Justo Molinero ha sido cortejado por políticos de casi todo el espectro ideológico -boquiabiertos por la gran capacidad de movilización que ha demostrado en los sectores populares-, y él se ha dejado querer por casi todos, con la mirada puesta en la expansión de su empresa de comunicación, que precisa de licencias otorgadas por administraciones de diverso signo.En los años ochenta hizo campaña puerta a puerta en los barrios populares de Santa Coloma de Gramenet, su ciudad, al lado del alcalde, el comunista Lluís Hernández. Pero en 1991 cambió de bando y se comprometió con la socialista Manuela de Madre, quien desplazó a Hernández de la alcaldía por sólo 1.500 votos y un 3% de diferencia. Su implicación llegó al punto de convertirse en el protagonista del mitin final de campaña al encontrarse De Madre en el hospital.En 1998 decidió afiliarse a Convergència Democràtica (CDC), pero ha sido un militante muy heterodoxo. Estar afiliado a este partido no le ha impedido hacer público su apoyo a alcaldes socialistas como De Madre, Celestino Corbacho (L'Hospitalet de Llobregat) y Manuel Mas (Mataró, donde tiene su sede Radio RM), sin que ningún dirigente nacionalista le haya llamado nunca la atención. Eso sí, en la reñida contienda autonómica de 1999 puso sus habilidades al servicio de Jordi Pujol y le organizó un macroconcierto de apoyo a su candidatura en Nou Barris, un populoso barrio de Barcelona, feudo de los socialistas. A CiU, no obstante, le salió el tiro por la culata: las más de 15.000 personas que acudieron a la fiesta abuchearon a los políticos para exigir que el anunciado concierto de Los Chunguitos se iniciara cuanto antes.Aquel acto dejó cicatrices. Con CiU y con Pasqual Maragall, el líder de los socialistas. 'Llevé más gente a la plaza que Felipe González y todavía nadie me lo ha agradecido', afirma Molinero, quien añade: 'Hice lo que me pidieron. Si después otros no supieron aprovecharlo, no es culpa mía'. Pero provocó una fisura también con el socialista Pasqual Maragall, quien al día siguiente se burló de los resultados del concierto y le dijo a Molinero: 'Por cierto, cuando los veas, dales recuerdos a Los Chunguitos'. El popular locutor todavía lleva clavado el sarcasmo del candidato socialista a la presidencia de la Generalitat.Otro de los amigos políticos de Justo Molinero es el alcalde de Tarragona, Joan Miquel Nadal, de Convergència Democràtica, quien facilitó la expansión de Radio Teletaxi hacia las comarcas de Tarragona.
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