Pandiani eleva al Mallorca

El Mallorca reafirmó en Valladolid su extraordinaria racha y ganó su quinto partido consecutivo, el que termina de meterle en la zona alta de la clasificación. Ayer el encargado de elevar al Mallorca fue Pandiani, que se aprovechó de la debilidad aérea local y marcó tres goles.

Y eso que el Mallorca no fue el equipo que más dominó, ni siquiera el que más tuvo el balón, no lo quiso, porque lo que tiene es dinamita de medio campo hacia adelante y una visión muy clara de cuáles son sus mejores virtudes: la velocidad, las buenas formas para sacar el balón jugado desde atrás y la manera ultrasónica de montar los contragolpes, y ayer además la puntería de Pandiani. Todo ello contó con la inestimable colaboración de un rival flojucho en todo, en defensa, en ataque, en colocación y en estrategia, porque si al Valladolid le cabe el mérito de haber empatado con el Madrid y ganado al Barça, cada vez que se las ha visto con un equipo de su Liga, de los que comparten sus objetivos, no ha salido airoso casi nunca.

El Valladolid tuvo el balón, pero cuenta con gravísimas carencias en la construcción de su fútbol. El gol de Marcos tuvo que llegar en una indecisión de Leo Franco y Olaizola, pero casi al instante el Mallorca se rearmó y Pandiani comenzó a hacer muescas en la portería de Bizarri. El partido se había reventado por sí solo y el Valladolid tiró de eso para tocar la corneta y echarse hacia adelante hasta el descanso. Tuvo al rival ahogado en su área y malgastó un par de ocasiones muy claras.

Después del descanso, sin embargo, el rumbo cambió. El giro lo volvió a marcar un error, esta vez de Torres Gómez, que dejó un balón franco para que la delantera balear montase una obra de arte de contraataque que concluyó Pandiani con su segunda muesca. La defensa vallisoletana que ya había mostrado su debilidad por arriba decidió en esa jugada enseñarla por abajo y dio la razón a los que la critican de lenta y estática. Moré buscó consistencia con el cambio de Jesús, pero el Valladolid seguía atrancado para sacar el balón y dárselo a alguien que supiese qué se hace con él. Y en eso llegó el tercero de Pandiani, en el que además también pifió Bizarri, el único que restaba por fallar.