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Reportaje:

Regreso a la edad de la inocencia

Art Futura se aleja de la celebración de la máquina por la máquina Art Futura se aleja de la celebración de la máquina por la máquina

Los grandes alardes tecnológicos han dado paso a una especie de celebración de la domesticidad en la 13ª edición de Art Futura, que se abrió el jueves en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB). Esto, que no quita un ápice de complejidad a las obras de net art, videojuegos o filmes de animación que se pueden ver, obedece a la conciencia de que 'la moda de la máquina por la máquina y la celebración de sus enormes posibilidades tiene que acabarse porque ha producido más promesas que resultados concretos', según José Luis de Vicente, subdirector del encuentro.

Una proyección de un gran muro y un par de personajes virtuales a la espera de que les den órdenes vía Internet aguardan al visitante en el hall del CCCB. Un ordenador conectado a la red invita a teclear direcciones de webs para que los dos hombres empiecen su tarea de pintar el muro con las banderas de los países de origen de las páginas. La obra, 'World wall painters', del estudio barcelonés Area 3, forma parte de la exposición La red como lienzo y es una de las aplicaciones con que grupos de artistas han transformado en arte el polémico Carnivore, un programa de rastreo de Internet del FBI. La obra da paso a un pequeño laberinto de ordenadores donde hay otras piezas que traducen las aplicaciones y órdenes de los programas informáticos en imágenes.

Los videojuegos centran una de las exposiciones que se presentan en el CCCB

Mientras unos intentan descifrar los enigmas de cada obra, otros, en el mismo hall, pueden asistir a diversas proyecciones. Como las de Art Futura show, una sucesión de 18 pequeñas películas realizadas tanto por grandes productoras (Framestore, con Walking with beasts y Dinotopia; Dreamworks, con Sprout, y Plastige Image, con The cathedral) como por creadores independientes. Las piezas, que se someten a la votación del público, basculan entre la espectacularidad y precisión de gráficos en busca de un realismo envolvente, y la gracia de animaciones más experimentales. Muchas -Polygon family episode 2, de Polygon Pictures, y Les crabes, de Mikros Image- son abiertamente humorísticas, otras -Nothing special, de One Plus One/Supinfocom- beben de movimientos artísticos como el neoplasticismo para ironizar sobre el arte contemporáneo.

El mismo contraste entre la experimentación y la explotación del trillado camino del realismo a prueba de bomba está en la exposición sobre videojuegos Ochoporocho. Aquí, uno puede tumbarse a jugar como si estuviera en el salón de casa. Excepto por el continuo trasiego de visitantes, que incomodan un poco al novato. Los juegos están escogidos por su alejamiento de la ortodoxia de la poderosa industria. Uno, el de Hi Res!, consiste en colocarse delante de una pequeña cámara y verse convertido, en una pantalla, en un amasijo de píxeles de gran tamaño. Otro, el de los españoles Elastico, invita a darse un paseo por lo que se considera la arqueología de los videojuegos: el periclitado género de las aventuras de texto. Otros, como los de Robotduck y TeamChman, devuelven el juego a su hábitat más inocente: los gráficos son dibujos esquemáticos, apenas garabateados, y las acciones consisten en saltar plataformas plantando árboles o liquidar marcianitos con una manzana como proyectil.

Art Futura, que presenta también las esculturas de luz de Paul Friedlander, permanecerá abierto hasta el domingo. Uno de los platos fuertes será la fiesta de esta noche (sábado) en el Mercat de les Flors, organizada por el estudio Fiftyfifty. Partidas colectivas de videojuego, performances y disc-jockeys escenificarán esta voluntad de retornar al origen y a la inocencia de los primeros años de lo digital.

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