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MÚSICA

Márcio Faraco: dulce melancolía

Será ya siempre un extranjero. 'Al salir de Brasil conoces cosas que te parecen correctas y que no encuentras allí. Y aquí en Europa igual. Nunca volveré a ser el mismo', asegura Márcio Faraco, antes de recordar lo que decía un poeta: 'Hay dos errores que uno no debe cometer en la vida. El primero es irse de su tierra natal; el segundo, regresar a ella'.

Su padre, militar, cambiaba a menudo de destino: Recife, Porto Alegre, Brasilia... El pequeño Márcio se fue impregnando de diferentes formas musicales. 'En Brasil los acentos son muy marcados. Cuando oyes a un pernambucano es como el ritmo del baião o el xaxado, un carioca es samba. Hablan igual que la música que hacen. Así que aprender a hablar es aprender a tocar'.

En su primer disco tuvo como invitado a Chico Buarque. 'En París cuando necesitaban a un guitarrista brasileño me llamaban a mí. Invitaron a Chico a un programa de televisión y querían que yo le acompañara. Mi primera reacción fue decir que no porque me resultaba muy difícil emocionalmente. Siguieron insistiendo y se me ocurrió subir mucho el caché para que se olvidaran de mí, pero aceptaron', cuenta riendo. Después Chico Buarque se llevó a Río de Janeiro una grabación con 30 canciones suyas y la presentó personalmente en todas las discográficas. Nadie la quiso. 'Me dijo que tuvo la impresión de que hoy día ni a él le firmarían un contrato'.

Márcio Faraco (Alegrete, Brasil, 1963) aterrizó en París en 1992. 'Me marché porque hubiera tenido que convertirme en un compositor de alquiler. La única manera de ser independiente porque en Brasil sólo hay dos tipos de músicos: el conocido y el pobre. Y yo empecé a pasar hambre', confiesa. En Francia pudo vivir por primera vez de la música: 'Al principio alimentas la imagen de un Brasil que no existe, de bananas y cocoteros. Tocas hasta para el cumpleaños del perro, en cualquier fiesta, para salir adelante'. 'En realidad no vendes música', aclara. 'Cuando vas a Saint-Tropez lo que vendes es alegría. Nadie escucha. Todo el mundo está chupando tu energía. Estás ahí para ser alegre'.

Toca desde los 10 años y es

cribe canciones desde los 17. Se plantea su trabajo como si fuera un relojero. 'Tengo que estar horas ante la mesa con quince diccionarios buscando la palabra que necesito', dice. Y en el espíritu brasileño permanece algo de la saudade portuguesa: 'Incluso las grandes canciones de carnaval con toda su alegría tienen a menudo letras melancólicas. Componer es como cocinar, hay que equilibrar las cosas. Cuando una palabra o un hecho son muy tristes no puedes ser aún más triste porque te hundes'.

Para el segundo disco, Interior, Faraco cuenta de nuevo con Wagner Tiso -'hizo los arreglos del primero sin cobrar'- y con músicos como el pianista Kenny Barron o el percusionista Mino Cinelu. Si la portada de Ciranda mostraba una calle del barrio lisboeta del Chiado -'tiene aquella cosa un poco melancólica del centro de Río de Janeiro'-, en la de Interior se ve una plantación de frijoles en el interior del Estado de Bahía -'acaban de levantar la tierra y por eso está roja'-. También se titula así porque contiene una sorpresa: otro disco dentro del disco -ocho canciones sólo con guitarra y voz- que hay que descubrir.

Tarea casi imposible resulta encontrar alguna línea sobre Márcio Faraco en la prensa de Brasil. 'Allí no existo. Antes me entristecía porque paso mucho tiempo escribiendo las letras y me gustaría que los que hablan portugués las leyesen. Hoy me siento más tranquilo. Hay gente que compra mis discos de importación y me escribe. Yo quería el reconocimiento de las personas a las que siempre admiré, y ése lo tengo', asegura.

La música brasileña de mayor aceptación se relaciona hoy con la electrónica, pero su propuesta es más acústica. 'Sé que la música tiene un tiempo, pero me parece que si utilizas instrumentos tradicionales su vida es más larga ya que no te pierdes en modas. El sonido envejece', afirma. 'De quien me siento más cerca es de Milton Nascimento. Como dijo Caetano Veloso, el sonido más bonito de la naturaleza es la voz de Milton. En cuanto a las letras, admiro más a Chico Buarque que a Caetano Veloso. Yo no consigo escribir como Caetano. Él es fotográfico. Yo soy más descriptivo'.

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