El Imperio, un rincón para descubrir las setas

La apoteosis micológica del otoño no tendría tanta relevancia si no fuera por la calidad y variedad de recetas que ofrecen algunos restaurantes madrileños. Gonzalo del Blanco, oriundo de Riaño (León), propietario de este bullicioso bar y casa de comidas situada en pleno barrio de Argüelles, trae diariamente hasta la capital setas de su tierra recién recolectadas, boletus edulis, setas de roble, setas de cardo, níscalos, ortigas, lenguas de vaca y pie azul, entre las más destacadas.

Con esta materia prima y otros productos castellano-leoneses seduce a sus parroquianos incondicionales que llenan su minúsculo comedor a diario. La mejor recomendación es compartir algunas raciones.

Para empezar, flores de calabacín fritas o higos fritos con jamón ibérico. Después, menestra de setas, un surtido espléndido en el que intervienen 4/5 variedades aderezadas de forma sencilla. En su lugar alguna seta del día salteada a la plancha o revuelta de forma somera. Una delicia.

Si algo destaca en esta casa es la calidad de los productos. Lo demuestran sus gambas y las navajas a la plancha, y lo ratifican sus guisos y platos de carne o pescado. Es muy sabroso el chuletón de carne roja a la sal, en compañía de patatas y pimientos verdes fritos. ¡Lástima el horrible plato refractario sobre el que la carne se recuece¡ También merecen la pena la merluza a la romana, los callos y la carrillada guisada.

Los postres se cuidan como el resto. Si el pastel ruso es ortodoxo, la tarta de Santiago y los nicanores de Boñar, no desmerecen. Sin embargo, falla la bodega, muy parca. Inútil acercarse sin contar con reserva.