Obsequio
¿Respondemos al bien con el bien? Esta pregunta, aparentemente tan sencilla, tiene, sin embargo, una respuesta sorprendente: respondemos al bien con el bien si éste procede del poderoso, entendiendo por poderoso una cierta posición de fuerza. El bien que procede del débil -o del que creemos débil- es despreciado porque se interpreta como petición de favor o de protección. El bien del poderoso, por escaso que sea, se agradece, se valora y es recibido como un obsequio de los dioses.
En una película memorable, cuyo protagonista era Lee Marvin, éste contaba, borracho en una taberna, por qué tuvo que matar a su mujer: Él se iba con otras mujeres, incluso las llevaba a su casa, desaparecía durante meses, sin dar ninguna explicación, y la despreciaba continuamente, a lo que ella respondía con cariño y atenciones, contribuyendo a una situación insoportable para él. Esto, siendo una evidente exageración resulta muy esclarecedor. Desde la debilidad -sea real o aparente- el bien no es admitido, incluso resulta un insulto.
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