'El tema esencial de 'Amén' es el del silencio cómplice'
Costa Gavras presenta en la Seminci su filme sobre el Vaticano y los nazis.
El tema es el silencio. El silencio de las jerarquías espirituales en el ámbito político. Un silencio que aún hoy continúa frente a la miseria, la tragedia, el genocidio. En Ruanda, por ejemplo, ante un millón de muertos. El silencio continúa. Éste es para mí el tema principal de la película, una metáfora del silencio de hoy'. Constantin Costa Gavras, de 69 años, punto de referencia del llamado cine político desde su ya mítica Z, vuelve a la pantalla con Amén, una película en la que el Vaticano sale malparado por el mutismo que mantuvo durante el nazismo, que hoy se presenta en la Seminci de Valladolid.
'Es una idea que tenía hace mucho tiempo, y cuando quise hacer esta película, en los años setenta, no fue posible porque estaban vendidos los derechos del libro. La idea quedó pendiente y la recuperamos hace cinco años, cuando se liberaron los derechos'. ¿Por qué el Vaticano? 'Porque es la Iglesia la religión que tiene una construcción, una arquitectura de Estado. Las demás religiones no tienen eso, y además el Papa, que es la máxima autoridad, reivindica su compromiso con la justicia, con los derechos humanos, con la sociedad. Y este compromiso no se ha respetado en muchos casos'.
'Lo que llaman cine político cambia con el tiempo y con los temas'
El realizador insiste en que no ha hecho una película contra la Iglesia. 'Soy un gran admirador de todos los que iniciaron en América Latina la teología de la liberación, que la Iglesia se ha encargado de aplastar completamente. Gente cómo Leonardo Boff, con el que he tenido oportunidad de coincidir y al que admiro mucho'.
Desde el silencio complaciente con Hitler, el papel de la Iglesia ha cambiado. 'Depende totalmente del Papa', apunta Costa Gavras. 'Juan XXIII fue un Papa formidable que cambió muchas cosas. El Pontífice actual ha tomado posiciones muy interesantes en temas como el racismo, pero tanto los que están a su alrededor como él mismo mantienen posiciones muy dogmáticas en temas como la homosexualidad, los preservativos, el divorcio, el aborto. El dogma juega un papel mucho más importante que el bienestar y la felicidad del hombre, como en el caso del divorcio o de los preservativos'.
Con Amén, Costa Gavras no pretende sustituir a los tribunales a la hora de juzgar la actuación de la Iglesia respecto del Holocausto. 'Sólo intento plantear interrogantes sobre cuestiones humanas y de la sociedad, y no intento dar respuestas ni hacer juicios definitivos. No es el papel del arte ni de un director de cine'. Detesta el término cine político, aunque difícilmente puede quitarse de encima esta etiqueta. 'Lo que llaman cine político cambia con el tiempo y con los temas. Los años setenta y ochenta fueron una época completamente diferente. Piense en una película como La confesión . Sería absurdo hacerla hoy, porque sería un tema completamente superado, como hacer una película sobre el Imperio Romano. Si el cine consigue adelantarse a su tiempo y predecir acontecimientos, eso sí que tiene valor. Para mí hacer cine para contar cosas que todos sabemos y que ya son historia no tiene sentido'. Del futuro prefiere no hablar hasta que haya concluido la campaña de promoción de Amén. No tiene mucho tiempo entre película y película. 'Transcurrieron cuatro años y medio entre Mad City y Amén, pero los pasé superocupado, reescribiendo el guión, haciendo localizaciones, rodando, montando'.
Costa Gavras ha vuelto a Argentina, país en el que se realizó esta entrevista y donde ha participado en un festival sobre cine francés, italiano y español en el que se ha proyectado Amén. 'El festival era una excusa. Tenía muchas ganas de regresar a América Latina', confiesa. 'Tenía ganas de ir a Chile y a Brasil donde no había vuelto desde hacía mucho tiempo. Brasil es hoy, con Lula, el caso más interesante. He visto a mucha gente y he sentido esa esperanza en ellos'.
El cineasta pasó recientemente por Chile, donde está situada la película que probablemente le ha dado mayor proyección: Missing (Desaparecido), sobre el caso del periodista estadounidense Charles Horman, asesinado por los sicarios de Pinochet. Fue un reencuentro con viejos conocidos, testigos que colaboraron en la película y protagonistas de la recuperación democrática. Visitó al presidente Ricardo Lagos en el Palacio de la Moneda, el mismo que en la película aparece en llamas por las bombas de los golpistas; fue condecorado con la Medalla al Mérito Gabriela Mistral por su contribución a la cultura de Chile, y prestó declaración oficial ante el juez Juan Guzmán, que logró procesar al dictador pero no consiguió sentarlo en el banquillo. 'El magistrado quería saber si yo disponía de otras informaciones aparte de las contenidas en el libro, el guión y la película. Le contesté que, en principio, todo estaba en la película'. Prefiere no dar detalles de su declaración porque es secreto de sumario, pero confiesa que 'encontré a un hombre de una gran calma y una fuerza increíble, dispuesto a llegar hasta el final. Creo que es el único juez en el mundo que ha presentado una acusación contra un funcionario estadounidense, que en la película es el cónsul'.
Sobre el cine que se hace en la actualidad piensa que 'debe ser la imagen de su país, y para ello los Estados tienen que colaborar mucho. Porque es el único medio de mostrar cómo es el país, de mostrar esa identidad a través de las imágenes y exhibirlas por el resto del mundo. Sólo voy a citar como ejemplo al más célebre de los cineastas españoles, Pedro Almodóvar, porque sus películas han dado la vuelta al mundo y, con ellas, hemos descubierto una España que no conocíamos'.
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