_
_
_
_
VISTO / OÍDO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Europa constituyente

Los aficionados a las constituciones tratan de que Europa entera tenga una; pero manteniendo las nacionales. Que serán 24 dentro de nada. No soy aficionado a las constituciones: he conocido cuatro en España, una de ellas suspendida por el general Miguel Primo de Rivera; la de 1931, destruida por el general Franco y otros compañeros de armas, y la actual, que quiso destruir el general Armada, el general Milán del Bosch y otros compañeros de armas más misteriosos civiles. A ésta he visto destruirla desde dentro, desde la manera de aplicarla por los poderes: cambiando el sentido de lo que fue votado, y ahora inmovilizada, sacralizada, por el hombre a quien más beneficia: una constitución inventada para ser manejada por la derecha. La constitución europea sólo tendría valor si se dieran varios casos, que no se van a dar: el primero, la creación de un parlamento constituyente europeo por votación en todos los países; segundo, la elaboración por ese parlamento de un texto, discutido por párrafos, y aprobado después en referéndum; tercero, la abolición de todas las constituciones europeas, que tendrían un mismo modelo, una misma justicia, una enseñanza igual, unas leyes laborales...

Ya se ve que es imposible. Quizá dentro de unos cientos de años habrá una verdadera Europa de los ciudadanos, constituida por naciones de los ciudadanos, ajena a Estados Unidos, pero solidaria con ese país y con todos. Que no, que no, que no será posible. Tendría primero que ocurrir que la inteligencia general no tuviera trabas, retorcimientos: quiero decir que desapareciera cualquier clase de patriotismo, de nacionalismo, de fronteras: que la historia dejara de ser una trampa de nacionalidades y por lo tanto de odios; que dominase 'lo que se sabe' -lo que se va sabiendo- por encima de 'lo que se quiere' -supersticiones, ultramundos, poderes fácticos-: y a medida que voy enumerando los problemas aumenta la idea de que es imposible. Lo cual no quiere decir que no se haga, sino que lo que se haga no se cumpla. No sólo hablo de las constituciones españolas fracasadas, asaltadas, fusiladas, sino de las de otros países.

En un tiempo, la Constitución era la esencia de la democracia auténtica frente al antiguo régimen; ahora va ganando el antiguo régimen y desmoronando constituciones, fueros, derechos humanos, libertades y todo lo demás. Con la constitución pasa como con todo: se usa la palabra, se ahueca el sentido.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_