Un arma que noquea
La utilización por parte de Rusia de un peligroso gas paralizante, con el fin de poner fuera de combate hace pocos días a los terroristas chechenos que mantenían 750 rehenes en un teatro moscovita, ha subrayado la necesidad urgente de desarrollar métodos más seguros de inmovilizar a los secuestradores sin causar daños a sus rehenes. El potente gas, bombeado al recinto por el sistema de ventilación del teatro, mató a 116 secuestrados, por lo menos, y envió al hospital a varios cientos más de ellos. No se sabe si el balance de víctimas puede considerarse como un daño colateral aceptable del asalto o como el fruto de un terrible error de cálculo. Rusia debe proporcionar una completa y detallada información sobre el asalto que pueda ayudar a este país y a otros a preparar futuros ataques terroristas. (...) La sustancia empleada pertenece a la categoría formada por los agentes paralizantes, que se supone que no son mortales. El único problema es que la diferencia entre una dosis paralizante y una dosis mortal puede ser muy pequeña. (...) Calibrar de forma meticulosa la dosis es imposible cuando el gas ha de ser diseminado en una amplia zona y debe tener un nivel de dosificación lo bastante elevado como para perjudicar a un gran número de personas muy rápidamente. Es necesario contar con una tecnología más humana. (...) En una época de terrorismo, sería sin duda deseable desarrollar un compuesto que durmiera con rapidez a la gente sin causarle un daño permanente. El Congreso debe investigar profundamente al respecto en el ámbito de la defensa nacional.
Nueva York, 30 de octubre
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