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Reportaje:

Los nuevos rostros de las Fallas

Vanessa Lerma es desde anoche la Fallera Mayor de Valencia y Nela Ayora, la infantil

Se rompió la tradición: las falleras mayores no abrieron las puertas de sus casas para dejar entrar el fervor de familiares, vecinos, amigos, falleros y otros en día tan señalado como el de su nombramiento. El casal fallero y el hall marmolado de una de las torres de pisos que se levanta frente al Museo de las Artes y las Ciencias hicieron las veces de escenario para fotos y cumplidos. El resto del boato, no varió ni un ápice: Vanessa Lerma (el apellido, dijeron sus familiares, es pura coincidencia) de la falla Sueca-Literato Azorín, y Nela Ayora, de Paseo Alameda-Avenida de Francia, son desde anoche las niñas mimadas del mundo fallero valenciano.

Los de Russafa celebraban ayer mucho más que la elección de una de sus hijas como fallera mayor. La carrera de éxitos de una de las fallas más populares (primera de la categoría especial 2002, primer premio de iluminación 2002 y segunda de la categoría infantil) alcanzaba por boca de la alcaldesa Rita Barberá -encargada de dar la buena nueva desde el salón de plenos del Ayuntamiento convertido en auténtico plató televisivo- el cénit. 'Esta falla es la mejor', decían dentro del casal. Aunque fuera hubo poco coro de un barrio que pasadas las Fallas pasa a ser un territorio más cercano al olvido que al glamour de los festejos. Vanessa, cuyo portal estaba férreamente custodiado para impedir el acceso y desviar la ceremonia a un casal equipado con cordón rojo divisorio para distinguir entre propios y extraños y focos de estudio fotográfico, alcanzó del brazo de Roberto Belda (delegado de Junta Central Fallera) el centro de la escena para recibir paso en directo de Canal 9, micro y auricular en mano. 'No se puede explicar la emoción que se siente, es increíble', dijo. Rubia, de pelo liso, perlas en el cuello, clásica, morado oscuro arriba y negro en falda prudente cubriendo las rodillas (ambas piezas tenían en común el final acampanado), Vanessa, de 25 años, saltó anoche al estrellato, sin hacer honor a la timidez que dice la define, cual figura de la canción ligera en un estreno.

Pero dice de sí misma otras cosas: que lo que más le gusta son las fallas y el Valencia CF; que de discotecas nada; que de conversación todo; que los amigos lo primero; que es prudente; que prefiere observar antes de hablar; que tiene novio (secretario de la misma falla y sobre cuya relación, dicen, se lanzó un rumor que apuntaba a una convivencia sin bendiciones en un intento de sacarla de la Corte de Honor); que estudia Empresariales; que trabaja en la Ford y que formó parte de la Corte de Honor de la Fallera Mayor Infantil de 1986.

Mientras el casal de Sueca-Literato Azorín hervía (sin que como en ediciones anteriores llovieran los ramos de flores, este año también hubo el correspondiente a la presidencia de la Generalitat firmado por José Luis Olivas), los alrededores de la Ciudad de las Artes y las Ciencias concentraban espectación, según agentes de la policía local, 'cual sábado de boda'. Nela Ayora, de ocho años, nacida una noche de plantà, aguantó un acoso de fotos, besos y achuchones con una sonrisa sin quiebro. 'Después de haber llorado lo indecible cuando llamó la alcaldesa, porque no podíamos hablar en casa, sólo llorábamos, no ha dejado de sonreir ni un segundo', explicó Nela, la madre, una licenciada en Económicas que trabaja en una compañía de seguros.

Nela, la hija, pondrá el contrapunto a la ortodoxia de Vanessa. Le gusta descubrir e inventar, por eso dice que quiere ser arqueóloga y se recorre la playa de Calpe, donde veranea, en busca de todo lo extraño que asoma por la arena. A Nela le gusta la música 'con marcha', el baile, el deporte, no le gusta nada leer. De entre todas las asignaturas (estudia 3º de primaria en Los Maristas), dos: matemáticas y conocimiento del medio. Es emotiva, madura, fantasiosa y ordenada, según su madre. 'Y sobre todo es muy reflexiva. El año pasado, cuando fuimos a la preselección, hablamos con ella y le planteamos si estaba segura de que era eso lo que quería y si entendía lo que significaba. Y dijo que lo pensaría. Al día siguiente nos dijo que sí, que lo tenía claro, que quería ir y seguir adelante porque quería ser fallera'.

Nela, que en principio sólo pudo decirle a la alcaldesa cuando recibió la llamada que 'estoy llorando' y 'gracias por confiar en mí', no tardó en encontrar el truco para responder a preguntas vinieran de quien vinieran y admitir que su plato preferido es el arroz a la cubana, que las fallas deberían durar más días, que su color es el azul (aunque no estaba en su indumentaria) y que ella quiere una cosa por encima de todas: un hermanito.

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