'Hemos descubierto la diáspora electrónica'
David Landau es director de la edición en inglés del periódico Ha'aretz, de Israel, y miembro de su consejo editorial. Este influyente y prestigioso periódico, cuya equilibrada -y complicada- cobertura del conflicto de Oriente Próximo le supone recibir críticas de todas las partes enfrentadas, está viviendo un proceso sorprendente. De ser un medio limitado por las fronteras de la lengua hebrea, el nacimiento, primero, de una edición en inglés encartada en el International Herald Tribune, y casi paralelamente, de una versión electrónica en la Red, ha dado lugar a un fenómeno que ha transformado radicalmente no sólo su repercusión e influencia, sino también la propia percepción que los periodistas de este medio tienen de sí mismos. Ha'aretz se ha convertido en un referente de las comunidades judías de todo el mundo y recibe millones de visitas diarias en la Red.
Cubrimos las dos partes del conflicto. Somos el único diario de Israel que lo hace
Landau, que nació en Londres y emigró a Israel con su familia cuando era un adolescente, considera que se ha roto 'la muralla del idioma'. En su opinión, la situación en Oriente Próximo hace que la gente ya no visite Israel porque tiene miedo. 'Los que quieren estar al día visitan la web, varias veces al día. Hemos descubierto la diáspora electrónica. Nos visitan los judíos de todo el mundo. Nuestros lectores nos están mostrando el potencial que tenemos. Tenemos la web abierta 20 horas al día y la actualizamos diez veces durante ese periodo. En Estados Unidos saben lo que piensa Ha'aretz cuando se levantan'.
Pregunta. ¿Qué efecto tiene esto en los periodistas?
Respuesta. Los periodistas empiezan a ser conscientes del impacto que tiene lo que escriben. Antes trabajábamos protegidos por la muralla del lenguaje, ahora estamos a la vista de todo el mundo. Joel Marcus, uno de nuestros columnistas más leídos, llega siempre a la redacción blandiendo un mazo de papel que son los correos electrónicos que recibe cada día de todo el mundo, de los lugares más impensables, de Nueva Zelanda a China. Israel tiene esta especificidad de país asediado, y transmite a los judíos de todo el mundo la necesidad de saber lo que está pasando. Yo les digo a los periodistas: hay más ojos ingleses leyendo tu trabajo que ojos israelíes. La edición impresa en inglés ha ido creciendo cada vez más, lo que nos permite competir con el Jerusalem Post, que ahora es un periódico de extrema derecha y contrario a la paz.
P. ¿Dónde se sitúa Ha'aretz?
R. Intentamos hacer estrictamente periodismo profesional. Cubrimos las dos partes del conflicto. Somos el único diario de Israel que hace esto, que tiene una corresponsal fija en Ramalla. Nuestros reporteros van y vienen de los territorios ocupados y cuentan los sufrimientos que el Ejército israelí inflige a los palestinos, su versión de lo que sucede. Les ponemos a nuestros lectores, con el desayuno, las cosas que no quieren ver. Por eso somos acusados de traidores, de falta de patriotismo. Somos un país en guerra, nos dicen, y no podemos simpatizar con el enemigo.Pero esta presión que sufríamos desde siempre no es nada comparada con la que ha surgido ahora desde que tenemos la edición en inglés y en Internet, que leen en todo el mundo. Ahora ya no sólo somos malos patriotas, sino que ensuciamos la imagen de Israel en el mundo. Estáis dándole munición al enemigo, nos dicen.
P. En una situación como la que vive Israel debe ser difícil defenderse de esas acusaciones.
R. Creemos que sí somos patriotas, creemos que servimos los intereses reales y profundos de Israel porque servimos a la verdad. Pero se nos manipula. Dado que cubrimos las dos partes del conflicto, es muy fácil para quienes nos critican citar sólo una determinada información sobre los sufrimientos de los palestinos para decir que estamos a favor suyo. Pero esconden, por ejemplo, que hemos apoyado las medidas militares de Sharon contra el terrorismo.
P. ¿Explican ustedes el efecto que esta situación está teniendo en la sociedad?
R. La gente de extrema derecha cree que Israel está en peligro. Nosotros también, pero no por las mismas razones. Creemos que el peligro viene de la ocupación de los territorios palestinos, de los efectos que esto tiene en los jóvenes que ingresan en el Ejército y tiene que hacer determinadas cosas, de modo que desarrollan una insensibilidad hacia los derechos humanos, hacia los principios morales básicos, y eso destruye la democracia.
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