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Un ecuatoriano muere acuchillado por el portero de un bar

En la pelea participaron alrededor de 20 personas, cuentan los vecinos

Oriol Güell

Una cuchillada en el corazón acabó ayer con la vida de Richard Paul Quisaguano Vargas, nacido en Ecuador hace 26 años. Eran las tres de la madrugada y, mientras millones de personas se disponían a retrasar una hora sus relojes, Quisaguano recibía el mortal golpe durante una pelea ocurrida en el bar Sendero, en Chamartín. El presunto agresor, detenido por la policía, era el portero del bar, un hombre de tez oscura y nacionalidad dominicana.

Paola Jacome, de 18 años y pareja del fallecido, dormía cuando ocurrieron los hechos: 'Richard se fue a tomar algo con su hermano y unos amigos. Ellos dicen que la pelea empezó cuando Richard se durmió dentro del bar. El portero les quiso echar y ellos se resistieron. Entonces empezó la trifulca'. Paola es menuda, tiene el pelo largo y teñido de rubio, la piel tersa y los ojos muy vivos, de color miel.

Ayer, frente al Instituto Anatómico Forense, la joven mujer no acertaba a entender lo ocurrido. '¿Qué hace un portero con un cuchillo? ¿Cómo puede llegar a utilizarlo? ¿Por qué?', se interrogaba. Ansiosa, Paola no cesaba de acariciarse el vientre donde, desde hace seis meses, crece el que será el primer hijo de la pareja. 'Nacerá en enero y se iba a llamar Damián, pero ahora ya no. Quiero que se llame como su padre, Richard', musitó.

El bar Sendero, en el que ocurrieron los hechos, está en el número 31 de la calle de Eugenio Salazar (Chamartín). De paredes pintadas de amarillo chillón, el local es punto de encuentro para inmigrantes ecuatorianos en las noches de los fines de semana. Los vecinos se quejan de los 'ruidos, peleas y follones' que suelen acompañar el cierre del local a altas horas de la madrugada.

Rosario, una vecina que vive en la planta superior a la del bar, saltó de la cama cuando oyó las ambulancias. 'Ya eran las tres pasadas. Mi hija todavía no había vuelto y me asusté', comentó ayer la mujer a una vecina. Al asomarse a la ventana, Rosario vio el cuerpo de Quisaguano tumbado de costado sobre el asfalto. 'Había gente a su alrededor, como si el follón no hubiera terminado. El Samur montó luego una pequeña tienda para atender al herido', recordaba ayer Rosario.

Quisaguano fue trasladado al hospital Gregorio Marañón, donde falleció poco después. Su muerte eleva ya a 54 el número de asesinatos registrados en la región en lo que va de año.

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El homicidio de ayer recrudeció las críticas de los vecinos por las molestias que ocasiona el bar. 'Se veía venir. Cada fin de semana hay bronca', dijo Aurelio Martínez, que vive en el número 32 de Eugenio Aguilar, frente al bar. Pese a que las trifulcas son habituales, la de ayer destacó por su dimensión: 'Había 20 personas peleándose. Dicen que ha empezado por una tontería, pero al final la pelea ha sido enorme', explicó este vecino.

Tomás, el barrendero que desde hace cinco años limpia la zona, notó que algo raro había pasado en el barrio cuando empezó su jornada, a las 6.00. La policía y los médicos ya no estaban, los vecinos dormían, pero él no tardó en descubrir el rastro del crimen: una gran mancha de sangre sobre el asfalto.

La policía necesitó ocho horas para detener al presunto autor del asesinato. Los agentes del Grupo de Homicidios llegaron al lugar de los hechos minutos después de las 3.00, y a las 11.00 fue arrestado el presunto homicida. Éste es de tez oscura, de unos 25 años y nacionalidad dominicana. Hacía sólo dos días que el detenido -que huyó del lugar tras los hechos - trabajaba de portero en el Sendero.

La de ayer no era la primera vez que Quisaguano, su hermano y sus amigos acudían al local. El bar está a sólo 300 metros del piso que compartía con Paola, su hermano y otras tres personas, en el barrio de Prosperidad. El dueño del negocio también es ecuatoriano.

Richard Paul Quisaguano y Paola Jacome nacieron en Ecuador hace 26 y 18 años, respectivamente. Él es de Cuenca, ciudad de los Andes situada a 280 kilómetros al sur de Quito. Ella nació en Guayaquil, una ciudad bañada por el océano Pacífico, también al sur de Quito.

Se conocieron a principios de 2001, en una fábrica de cables en Aguilar del Río Alhama (La Rioja). A partir de ahí, la relación fue rápida y, al poco tiempo, se fueron a vivir juntos. Cuando se conocieron, ella tenía 16 años. 'Los dos habíamos venido por lo mismo: vivir mejor que en Ecuador', señaló la mujer.

El fallecido aún no había logrado regular su situación en España y en Madrid trabajaba como albañil o 'en otras cosillas que le salían'. Paola se gana la vida en el sector de la restauración o limpiando casas. Desde el año pasado tiene permiso de residencia.

La pareja llegó a Madrid desde La Rioja hace seis meses. En la capital viven muchos de sus familiares y amigos. 'Vinimos con toda la ilusión, pero Madrid es un lugar mucho más duro para vivir que el pueblo. Allá gastábamos poco y teníamos una casa mucho más linda. Aquí es mucho más difícil mandar dinero a casa o ahorrar', continuó Paola.

Sin tiempo aún para digerir la muerte del Quisaguano, la familia trataba de repatriar el cadáver. 'Su mamá vive en Ecuador y hace dos años que no se ven. Queremos mandar el cuerpo allá, pero no tenemos la plata. Necesitaremos ayuda', suplicó ayer Paola.

La polémica del portero

Dos muertos, tres heridos graves y siete porteros detenidos por otras tantas agresiones es el balance de este año de la no siempre amistosa relación que mantienen clientes y porteros de los bares y discotecas durante la madrugada. La muerte de Richard Paul Quisaguano Vargas a manos del vigilante del Sendero es el segundo homicio de estas características ocurrido este año en la región. El primero fue el cometido por José David Fuertes, portero de una discoteca en Costa Polvoranca (Alcorcón) que mató de una puñalada a Dobele A. D., un joven angoleño de 16 años, frente al pub In. Los hechos sucedieron el pasado 20 de julio y Fuertes fue detenido en Torrevieja un mes después. Asimismo, dos porteros y el dueño de un bar de Getafe fueron detenidos el 4 de mayo, después de que dos personas resultaran heridas por arma blanca en una auténtica batalla campal entre 15 clientes y siete porteros en el bar Silver. En febrero, un portero de la discoteca Macumba y su jefe de seguridad también fueron arrestados después de que el primero rompiera la mandíbula a un cliente de un puñetazo.

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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