Una fiesta por todo lo alto
Unos 5.000 asistentes tuvieron que quedarse fuera de la plaza de toros, abarrotada
El PSOE quiso darse ayer un gran homenaje en Madrid. Y la fiesta le salió bien. Cuatrocientos autobuses procedentes de todas las comunidades autónomas llegaban por la calle principal de Carabanchel hasta la plaza cubierta de Vistalegre. Cuando el aforo de 25.000 plazas se llenó, y cuando el vestíbulo de la plaza donde sólo se podía ver a los oradores por televisión se abarrotó, la policía cerró el paso. Y unos 5.000 militantes tuvieron que seguir la fiesta por las pantallas instaladas en el exterior.
Charangas en la calle, una banda de jazz en el interior de la plaza, y un grupo de actores entrevistando a los militantes y a los dirigentes, dentro y fuera del coso. Todo ello recogido en un equipo de sonido imponente y en cuatro inmensas pantallas dentro del recinto y dos fuera.
-¿Y qué le gustaría decirle usted a Zapatero?, preguntó el actor-periodista a un militante.
-Que se acuerde de los republicanos, que hay muchos en el partido.
Aplauso de la concurrencia. Al minuto, le preguntaron a otro militante:
-¿Con qué objetivo ha venido usted aquí?
-Con el de que venga la tercera República.
Menos aplausos que antes. Y entonces empezaron a llegar los líderes del partido. El candidato socialista a la presidencia de la Comunidad de Madrid, Rafael Simancas, fue el primero en ser enfocado por las cámaras, y entrevistado. Después llegaron la ex ministra de Cultura Carmen Alborch y Leire Pajín, miembro de la Ejecutiva Federal del PSOE.
-¿Cuál es su canción preferida?, le preguntaron a Carmen Alborch.
-Me gusta Zapatero, me gustas tú.
-¿Y la tuya, Leire?
-No estamos locos, que sabemos lo que tenemos.
Al rato entró el ex ministro del Interior José Barrionuevo, las cámaras repararon en el saludo a sus compañeros de Gobierno y los militantes aplaudieron. Y después, el presidente de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra. Los aplausos se volvieron tan apabullantes que apenas se oía lo que decía. 'El Partido Popular está en un proceso que parece el Gran Hermano, nominándose y apuñalándose unos a otros'.
Llegó el presidente de Castilla-La Mancha, José Bono, y también se llevó su buena ración de ovaciones. Pero fue Alfonso Guerra, ex vicesecretario general y ex vicepresidente del Gobierno, quien demostró mayor sentido teatral. Guerra fue el único, hasta ese momento, que se paró para atender al actor periodista a la vieja usanza, como mandan los cánones de la prensa que no es del corazón, quieto y parado, sin caminar. Con las manos en la cadera respondió a una pregunta que parecía más que pactada.
-¿Usted cree que para ganar las elecciones deberíamos hacernos más populares?
-¿Populares? ¡Ni hablar! ¡Los populares esos van al Valle de los Caídos!
Y al rato, entraron el secretario de Organización, José Blanco, y Felipe González. Sin actores. Sin palabras. Sólo aplausos. Después, cuando subió Felipe González a la tribuna, sin un sólo papel de chuleta, la velocidad de aplausos, risas y ovaciones por minuto alcanzó la cota más alta. Si se dibujara un gráfico con las inflexiones de voz, cambios de registro y de gestos faciales que hacía Felipe González el dibujo sería el de una montaña rusa. La gente se subió a ella y se bajó al cabo de media hora, en la que no paró de gritar y reírse.
Después llegó la actriz Rosa María Sardá. 'Tengo suerte de vivir en este país porque no tengo hijos en edad escolar, no soy una inmigrante..., de momento; ni mi país está en guerra..., de momento; no me van a canonizar..., de momento. No tengo que comprarme una casa porque vivo con una pareja. No sé cuanto tiempo aguantarán juntos; pero, como yo le digo a ella, si es trabajador y no nos pega... Afortunadamente tengo la tele averiada; bueno, desconectada, y así me ahorro de ver los informativos'.
Al final subió a la tribuna José Luis Rodríguez Zapatero, Zapa para Rosa María Sardá y para los militantes, que corearon: '¡Se nota, se siente, Zapa presidente!'.
Pero antes de subir al estrado, en las pantallas gigantes y en los altavoces se podía ver y oír un anuncio que reflejaba la síntesis de lo que el PSOE quiere transmitir en los próximos meses: 'Otra forma de ser, otra forma de gobernar'. Y el mensaje se volvía poético: 'Otras formas de decir te quiero; otras formas de dar la mano; otros oídos; otros labios; otras bocas; otra forma de hablar; otra forma de escuchar'.
Fuera de la plaza, a pesar de que la gente se protegía del sol con paraguas, el ambiente anímico no era tan cálido como dentro del recinto. El calor y las ovaciones llegaron cuando Zapatero dijo: 'Hemos aprendido la lección. ¡No puede haber ni un sólo aprovechado en nuestras filas! ¡No se nos va a olvidar la lección!'.
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