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'Con la preparación actual, Pelé saltaría tres pisos'

Carlos Alberto Torres (Río de Janeiro, 1945) pasó a la historia del fútbol asociado a dos imágenes imborrables de la Copa del Mundo de México 70: como autor del cuarto gol en la final frente a Italia (4-1) y levantando el trofeo del tricampeonato para Brasil. Era el capitán de la selección que sublimó o jogo bonito, al que contribuía con sus condiciones de lateral derecho moderno, de largo recorrido. Contratado ahora por la Federación de Haití, estuvo el pasado fin de semana en Oviedo para recoger el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes, concedido a Brasil, junto a otros capitanes y seleccionadores que lograron sus cinco títulos mundiales.

Pregunta. ¿Tiene la sensación de haber capitaneado la mejor selección de la historia [Félix; Carlos Alberto, Piazza, Brito, Everaldo; Gerson, Clodoaldo, Rivelinho; Jairzinho, Tostão y Pelé]?

'El fútbol en Brasil es como una religión, un antídoto contra todo lo que pasa en el país'

Respuesta. Aquél fue un gran equipo, con grandes jugadores y un gran técnico, Mario Zagallo. Fue un honor formar parte de él. Y para mí, principalmente, como capitán, ya que tuve el honor de levantar la Copa Jules Rimet. Hoy todavía se habla del Brasil del 70 y de mi gol a Italia.

P. ¿Fue el punto más alto?

R. Estoy seguro de que sí. Fue la última selección brasileña que jugó un gran fútbol desde el primer partido, contra la antigua Checoslovaquia, hasta el último, contra Italia.

P. Daba la sensación de que se divertían en el campo.

R. Sí. Teníamos ganas de jugar bonito, de hacer un gran fútbol. Era otra mentalidad, pero no sólo de Brasil. También de Italia, Alemania y, más tarde, Holanda.

P. ¿La táctica importaba menos?

R. El fútbol ha cambiado mucho. Ahora hay otros intereses, económicos y financieros. Son mucho más importantes los resultados que jugar bonito. Si se juega bonito y se pierde, la gente empieza a hablar y pedir responsabilidades, sobre todo al entrenador. En aquella época, éste dejaba a los jugadores tomar la iniciativa. Por eso el fútbol era más agradable de ver.

P. Usted marcó un estilo para los laterales del futuro.

R. Yo siempre jugué así, desde niño. Recuerdo que los técnicos se volvían locos cuando me iba arriba. Después llegaron otros laterales jugando así y hoy se les llama alas. En mi trabajo como preparador, prefiero seguir llamándoles laterales porque el defensa es defensa. Había grandes punteros izquierdos y cuando salía tenía que volver para marcarles. Veo a muchos jugar equivocadamente porque piensan que son punteros y se colocan delante de la línea del balón.

P. En su país, ¿el fútbol es una cuestión de vida o muerte?

R. Las derrotas son una tragedia porque la gente cree que somos los mejores. Siempre espera que Brasil gane. Es una cuestión de cultura de los brasileños.

P. ¿Cómo recuerda el maracanazo [la derrota ante Uruguay, en Río, en el último partido de la liguilla final del Mundial de 1950]?

R. Yo no me acuerdo de ese partido porque era muy pequeño. Pero hasta la Copa del 70, cuando ganamos a Uruguay en las semifinales, siempre se hablaba de la del 50. Desde entonces ya no se habla tanto. Fue un gran espectáculo, con 200.000 espectadores en Maracaná y Brasil perdiendo un campeonato con un gran equipo y valiéndole el empate.

P. Para el portero, Barbosa, nunca hubo perdón.

R. Fue un gran guardameta, pero tuvo la mala suerte de estar allí aquel día.

P. ¿Renegó del fútbol-espectáculo la selección que ganó el cuarto título, en Estados Unidos 94?

R. Aquel equipo jugó un fútbol feo, pero más práctico y positivo. Sin embargo, tenemos futbolistas para jugar como en el 70 porque hay una nueva generación de 18 años muy buena. Seguro que en el próximo Mundial tendremos mejor equipo que en este último.P. ¿Brasil siempre necesitará Dungas?

R. Eso es el fútbol actual. Hay que tener esta mentalidad. No sólo se trata de jugar bonito. Cuando el adversario tiene la pelota, hay que moverse para marcarle. Eso es el progreso del fútbol. Antes uno se iba y no volvía. Ahora, cuando tenemos el balón, jugamos bonito. Cuando no lo tenemos, volvemos. Por lo menos, para estar juntos y no dejar espacios al adversario.

P. Luiz Felipe Scolari, el seleccionador, estuvo muy cuestionado hasta que se ganó el título.

R. Si no llega a ser campeón, estaríamos hablando de Romario [el gran ausente]. Su mayor problema es que cambió la manera de jugar: tres defensas, cinco centrocampistas y dos delanteros. Eso no es la tradición de Brasil. Al comienzo, tuvimos problemas en la defensa. Pero cuando puso otro volante defensivo, Kleberson, se mejoró.

P. ¿Y el equipo de España 82, con Sócrates, Zico y Falçao?

R. Fue un espectáculo. Me encanta ver grandes jugadores. Eso es el fútbol. No todo es ganar por 1-0 jugando feo. A veces, a la gente le gusta más ver un gran fútbol que vencer sin convencer.

P. El brasileño se adapta ahora mejor a las Ligas europeas.

R. Es por las condiciones profesionales. Por eso el fútbol de Brasil no progresó fuera de la cancha. Aquí hay más organización. A los futbolistas, como a los actores, les gusta jugar con el estadio lleno.

P. ¿Mejor España que Italia para ellos?

R. Sí; para un fútbol técnico,mejor aquí. En Italia se juega con mucha táctica y defensa. Aquí no sólo los grandes equipos hacen un fútbol bonito. Los medianos también lo intentan dentro de sus posibilidades.

P. ¿Hay sitio en el fútbol actual para espíritus libres como Garrincha?

R. Creo que sí. Por ejemplo, Pelé. Jugué con él 11 años. Ahora aún jugaría mucho mejor por las condiciones del entrenamiento. Pelé saltaba mucho sin una preparación específica. Con los métodos actuales, llegaría a un tercer piso.

P. ¿El más grande?

R. Se habla de cuatro: Di Stéfano, Pelé, Cruyff y Maradona. Eran extraordinarios. Para mí, Pelé fue el mejor, pero no a gran distancia de los otros. Y pongo también a Beckembauer, aunque jugaba en una posición diferente.

P. ¿Algún brasileño se puede unir al grupo?

R. Ronaldo, de no haber tenido lesiones tan graves, hoy sería el mejor.

P. El jurado del Premio Príncipe de Asturias ha valorado, además del palmarés, la condición del fútbol como factor de integración social en Brasil. ¿Lo ve usted así?

R. Siempre ha sido así. Los mejores jugadores han venido de los sectores más pobres, como Pelé, Ronaldo, Romario, Edmundo o Garrincha. Es una cuestión de cultura. Sin duda, el fútbol en Brasil es como una religión, un antídoto contra todo lo que pasa en el país.

P. ¿Se aprovechan de eso los políticos?

R. Brasil es pobre y con mucha extensión. La gente llega a un terreno, lo invade y construye su casa. Donde hay una cancha, nadie invade. Pero la mentalidad de muchos brasileños está cambiando. Ya no piensan que si les dan una cancha está todo bien. La gente quiere más, mejores condiciones de vida.

P. ¿Qué espera del próximo presidente?

R. Hay una expectativa muy grande con Lula, que va a ser una cosa totalmente nueva para nosotros. Está prometiendo lo mejor para quienes no tienen buenas condiciones de vida.

P. ¿Qué fue de usted tras su retirada como jugador?

R. Cuando acabé en el Cosmos de Nueva York, con 38 años, seguí trabajando con los niños. Después me llamaron del Flamengo. Fui campeón. Trabajé en casi todos los grandes clubes de Brasil. En 1995, con la selección de Nigeria, y en 2001, con la de Omán. Ahora ayudo a hacer un trabajo de desarrollo del fútbol de Haití.

El ex futbolista brasileño Carlos Alberto, campeón del mundo con Brasil en México
El ex futbolista brasileño Carlos Alberto, campeón del mundo con Brasil en MéxicoGORKA LEJARCEGI

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