Proyecto
El relevo en la cúspide del Partido Popular de Cataluña, con el regreso de Josep Piqué en sustitución de Alberto Fernández Díaz, abre las puertas a un nuevo proyecto político al norte de la Comunidad Valenciana y en la zona más influyente de España junto con Madrid.
De una forma clara, a partir de 1982, cuando los socialistas acceden al poder se ha planteado en el terreno de la alta política española la invitación para participar en el gobierno central a una formación política comprometida con el nacionalismo catalán. Convergencia i Unió (CiU) no ha querido nunca dar ese paso, que sería decisivo en el devenir político español, porque ha entendido, hasta ahora, que con una decisión de este calibre podía cavarse su tumba.
¿Cómo influye esta situación política en el resto de España y más concretamente en la Comunidad Valenciana? ¿Puede repercutir este nuevo escenario que se vislumbra en el panorama empresarial valenciano?
Es curioso que este recambio en Cataluña coincida con el abandono en el XV Congreso del Partido Popular Europeo (PPE), celebrado en Estoril, de las tesis federalistas hasta ahora mantenidas a rajatabla por la influyente formación democristiana alemana. En la última reunión de los componentes del PPE, en cuyo seno se encuentra además Unió Democràtica de Catalunya, se pasó del federalismo como fórmula para organizar la Unión Europea, y a esta decisión colegiada contribuyó decididamente la postura del Partido Popular español.
En este panorama, la Comunidad Valenciana carece de proyecto más o menos consensuado por las fuerzas políticas autóctonas. Porque cuando Josep Piqué trata de desembarcar en Cataluña con posibilidades de éxito, el ministro de Ciencia y Tecnología afirma que va a trabajar para conseguir que Cataluña vuelva a ser el motor de España. Y quizás esta ambición responde a un proyecto que no difiere del que propugna Jordi Pujol o su delfín Artur Mas. Objetivo que comparten incluso con Pasqual Maragall, candidato del PSC.
Hay que reconocer que los catalanes en este sentido tienen mucho adelantado, porque coinciden en la esencia del proyecto aunque difieran en los métodos. Al fin y al cabo este consenso de partida es un buen logro cuando resulta difícil imaginar la ingeniería electoral que hará falta poner en marcha para gobernar Cataluña después de sus próximas autonómicas.
La Comunidad Valenciana carece de proyecto. No existen esas líneas maestras para afrontar el conflicto lingüístico, ni las relaciones con las autonomías limítrofes, ni cómo jugamos con el resto de España y de Europa, cuáles son las prioridades económicas y empresariales, cómo nos vemos en el mundo globalizado, qué hemos de hacer con nuestra cultura y con nuestras instituciones, con nuestra carencia secular de infraestructuras adecuadas, o con la vertebración territorial.
Nos vamos a ver afectados por el torbellino entre Cataluña y los núcleos de poder -económico, cultural y político- que ejercen desde Madrid y es urgente subsanar este vacío, siempre que queramos influir algo y sea posible encontrar a alguien capaz de llevarlo a cabo.
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