El depurado diseño de un deportivo
Morro alargado y zaga recortada; asientos bajos y enfoque lúdico; carácter deportivo y propulsión trasera. Son las claves genéticas que definen a los roadster o biplazas descapotables. Y también lo único que conserva el Z4 de su antecesor, el Z3, porque BMW ha optado por partir de cero al afrontar el diseño de su nuevo modelo.
El Z4 es un roadster más completo y ambicioso que acentúa su identidad y se viste con un traje de diseño exclusivo. Además estrena algunos avances técnicos interesantes: dirección eléctrica, ruedas antipinchazos, control de estabilidad y un motor que permite regular su respuesta para aumentar la deportividad. Sin embargo, la contrapartida a estas mejoras son unos precios superiores a los del Z3 que reflejan sus contenidos y las pretensiones de su fabricante, que quiere posicionarlo como modelo de prestigio.
El Z4 saldrá a la venta en España el próximo abril, pero sólo con dos motores de gasolina: un 2.5 que tendrá un precio estimado de 36.000 euros y un 3.0 que subirá a 41.000 euros.
Línea rompedora
La imagen es el primer argumento del nuevo BMW, que tiene una de las líneas más expresivas entre los modelos de su clase (Audi TT, Honda S2000, Porsche Boxster...). El Z4 mantiene la silueta típica de los roadster, pero con una resolución de trazos rasgados, musculosos y diferentes a casi todo lo conocido. Sin embargo, a pesar de su vanguardismo no utiliza un techo de metal retráctil: BMW lo ha desestimado porque exigía variar el diseño y ha optado por una capota de lona muy elaborada. Pero este coche muestra ante todo el cambio de diseño que BMW inició con el Serie 7 y va a continuar con el resto de sus modelos a medida que se renueven, aunque cada uno tendrá interpretaciones diferentes según se trate de berlinas o deportivos.
Electrónica deportiva
La mecánica confirma también el enfoque más refinado del biplaza alemán. El Z4 no se ofrecerá con motores de cuatro cilindros ni en carrocería coupé, como el Z3. Y sólo estará disponible con mecánicas de seis cilindros, que, en principio, serán el 2.5 de 192 CV, con cambio manual de cinco marchas, y el 3.0 de 231 CV, de seis marchas. Los dos podrán montar como opción avances como el cambio secuencial SMG con mandos en el volante, o el sistema FDC, que regula la respuesta del motor para aumentar la deportividad con sólo pulsar un botón. Y también el dispositivo DTC, que deja que el coche derrape un poco de atrás antes de que entre en acción el control de estabilidad -DSC- y recupere la posición idónea. En cambio, las ruedas antipinchazos, que permiten circular sin cambiarlas unos 150 kilómetros, serán de serie.
Sin embargo, el elemento mecánico más llamativo es el chasis, que estrena vías más anchas, mayor distancia entre los ejes y un centro de gravedad más bajo. Y, aparte de ser un 100% más rígido que el del Z3, monta una dirección electrónica que regula su sensibilidad según la velocidad.
Por lo demás, y aunque todavía no se ha definido el equipamiento para el mercado español, toda la gama incluirá de serie cuatro airbags, ABS, control de estabilidad, climatizador y capota eléctrica.
AL DETALLE
- UNA BUENA CAPOTA DE LONA
El interior del Z4 resalta por su ergonomía y calidad de realización. Todos los mandos están a mano, las butacas sujetan bien el cuerpo y las regulaciones del volante en altura y profundidad permiten adaptar la posición de conducción a casi todas las tallas. Además, el salpicadero, realizado en materiales cuidados, tiene una imagen limpia y vistosa. Y el interior ofrece huecos suficientes para los objetos de uso cotidiano: teléfono móvil, latas de refrescos...
Pero resalta ante todo la capota: aísla bien, incluye cristal desempañable y se abre y cierra con un botón en sólo ocho segundos sin tener que soltar ningún gancho. Además, cuando se pliega, la parte superior sirve de cubrecapota y evita el montaje de este elemento (aunque no tapa los laterales, que quedan expuestos a la suciedad).
Sin embargo, el Z4 tiene también detalles mejorables, como la instrumentación, demasiado simple e impropia de un coche de su precio y carácter.
LOS 'ROADSTER' DE BMW, UNA LARGA TRADICIÓN
CASI 70 AÑOS DE HISTORIA. Los roadster o biplazas descapotables de corte deportivo son uno de los modelos con mayor tradición en BMW, quizá porque reflejan con intensidad el espíritu de la marca y su prioridad al placer de conducción. Además, todos los modelos de la saga, desde el 328 hasta el Z4, la última propuesta, muestran la huella genética del fabricante.
El 328 fue el primer roadster de BMW: salió al mercado en 1936 y se fabricaron sólo 464 unidades. Pero a pesar de su limitada producción llegó a contar con variantes cerradas o Coupé. Y tuvo también versiones de competición que se convirtieron en las máquinas a batir en su tiempo: dominaron su categoría en carreras de tanto renombre como las Mille Miglia (1938) y las 24 Horas de Le Mans (1939).
El 507, que se lanzó a mediados de los cincuenta, tuvo una producción aún más reducida: apenas 252 unidades. Y este factor, unido a su cautivador diseño, potente motor V8 y precios elevados, le proporcionaron un halo de exclusividad que encandiló a diversas estrellas del momento, como Elvis Presley, el rey del rock.
Pero el primer roadster de la era moderna fue el Z1, que se comercializó en los ochenta e introdujo técnicas de vanguardia, como las puertas eléctricas de apertura vertical y una carrocería de paneles plásticos fáciles de cambiar. Además, sirvió de referencia para definir las líneas básicas del Z3, que llegó en los noventa y fue el primer BMW fabricado en los Estados Unidos. Este modelo seguirá a la venta hasta que llegue el próximo abril su sucesor, el nuevo Z4. Y su gama incluye carrocería cupé y versiones deportivas 'M' de 325 CV.
El Z8 cierra la historia. Es la visión moderna del 507, y también el BMW más caro. Tiene 400 CV, los últimos avances y fue el coche del agente 007.
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