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Zapatero se siente 'heredero del 82' y promete que no gobernará al servicio de 'clanes económicos'

El acto que ayer protagonizó el secretario general de los socialistas, José Luis Rodríguez Zapatero, aperitivo de la fiesta socialista preparada para el domingo donde será elegido oficialmente candidato a la presidencia del Gobierno, marcó la reivindicación de la primera victoria del PSOE en las elecciones generales de octubre de 1982. 'Nos sentimos herederos del 82', señaló tras exponer, ante casi un millar de personas que abarrotaban una sala del Círculo de Bellas Artes, las ideas que marcarían su Gobierno si gana las elecciones.

El éxito de su irrupción por sorpresa en el debate del martes en el pleno de los presupuestos y el recuerdo del 82 llenaron la abarrotada sala de un público entusiasta. El ex vicepresidente Alfonso Guerra, ayer anfitrión de Zapatero, se apresuró a resumir esa sensación, en el cierre del acto: 'Hemos sentido estos días el aroma del 82 y ahora degustamos el sabor de 2004', comentó en referencia a las próximas elecciones generales.

Zapatero expuso en un completo discurso un conjunto de ideas de su futuro Gobierno. Incidió sobre todo en la idea de que el suyo será un Ejecutivo de 'austeros servidores' que en ningún caso estarán 'al servicio de clanes económicos y de los poderosos'. Exactamente lo contrario de lo que sucede ahora, según afirmó.

En su exposición se refirió a todos los asuntos centrales de su línea política reciente: seguridad, vivienda, modernización de las empresas, desarrollo sostenible, la inmigración como fenómeno enriquecedor y la necesidad de eliminar la deuda externa de los países más pobres. También apostó por la 'defensa de lo público'. El Gobierno del PP, sostiene el líder de la oposición, está vaciando todo el poder que la democracia debería dar a 'los ciudadanos activos'.

Pero sobre todo se centró en la reivindicación de la democracia, del respeto al adversario político, de los valores cívicos -defendió el 'socialismo de los ciudadanos'-, y en contenidos más claramente de izquierdas, como la necesidad de buscar la igualdad y de garantizar una renta básica para todos los españoles.

Zapatero sostuvo que en España la sociedad 'ama la igualdad' y, encarrilado en este discurso muy optimista, trató de demostrarlo con un ejemplo de las costumbres que han cambiado: ya no se usa el don y el usted de antaño, y se ha generalizado 'el tuteo democrático', que prueba, en su opinión, que los españoles ya no creen en jerarquías impuestas.

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Esta visión positiva de la sociedad española le llevó a concluir que si en 25 años se ha 'recuperado un siglo' para ponerse a la altura de otros países europeos y occidentales, 'en los próximos 10 podremos poner a España en la vanguardia del mundo'.

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