'Los militares recibimos al PSOE con cierto recelo, pero sin rechazo'
Miguel Íñiguez del Moral, de 78 años, mano derecha del general Manuel Gutiérrez Mellado en los convulsos años de la transición, impulsó la modernización del Ejército de Tierra bajo los Gobiernos socialistas y fue su máximo responsable entre 1986 y 1990.
Pregunta. ¿Cómo recibieron los militares a Narcís Serra?
Respuesta. Lo recibimos bien. Es verdad que hubo cierto recelo, pero no rechazo. Cuando empezó a ir por las unidades, la gente reaccionó positivamente. Sus primeros pasos fueron formidables. Congeló la integración en la OTAN, pero no nos salimos, contra lo que algunos esperaban, y fue el artífice de que al final nos quedásemos. Para quienes vivieron la guerra, los socialistas representaban al bando perdedor y había el temor a una revancha que no se produjo. Al contrario, actuaron con generosidad, aunque quizá no tuvieron suficiente confianza en quienes dentro del Ejército estábamos a favor de cambiar. Seguramente fue un error por las dos partes.
P. ¿Existía el riesgo de un golpe? En vísperas de las elecciones se destapó la intentona del 27-O.
R. El 27-O fue más mediático que real. Yo creo que el 23-F vacunó al Ejército y a partir de ahí se acabaron las veleidades.
P. Los ascensos al generalato fueron fuente de tensiones.
R. En más del 99% de los casos, Narcís seguía la recomendación del Consejo Superior. Es verdad que alguna vez decidió él. Y no siempre acertó. Alguno del 23-F llegó a general de división pues creía, y yo estaba de acuerdo, que es mejor tener al dudoso en casa que fuera.
P. La rehabilitación de los de la UMD se demoró hasta 1987.
P. Serra era muy listo y aprovechaba los relevos de la cúpula militar para hacer cosas que la junta saliente no habría admitido y la entrante se encontraba como hecho consumado. Yo me encontré con el indulto y con la dimisión del capitán general de Barcelona, que era amigo mío. '¡Vaya faena me haces!', le reproché. Pero él me contestó que era cuestión de principios. De todas formas, los de la UMD no volvieron a los cuarteles. Narcís sabía que eso no era posible.
P. ¿Qué problemas tenía el Ejército español hace 20 años?
R. Sufría una macrocefalia tremenda. Era excesivo y desproporcionado. Nuestro mejor material nos lo habían dado los americanos y la mayoría databa de la guerra de Corea. Aunque el Ejército de Tierra era el que menos había salido al extranjero, éramos conscientes de que no podíamos seguir aislados.
P. Algunos defendían la implicación del Ejército en la lucha contra ETA.
R. Puede que alguna gente pensase así. Es comprensible cuando te acaban de matar a un compañero. Pero, como institución, conseguimos templar los nervios. Ya en tiempos de Gutiérrez Mellado lo teníamos muy claro. Cuando se le puso el ejemplo de Irlanda del Norte, contestó: 'Ése es el mayor error que podríamos cometer, meter al Ejército en el País Vasco'.
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