Gibson, Salobreña y la zarzuela de mariscos

Despiadada la carta de María José Ruiz contra Ian Gibson y contra el ex presidente de La General de Granada, Julio Rodríguez. Si no fuera por la intachable y prestigiosa trayectoria profesional y personal de ambos, al leer la carta de la señora Ruiz Pérez creeríamos que estamos ante dos caraduras que no quieren el desarrollo de Salobreña.

Pero ni una palabra del argumento de Gibson, que compartimos miles de salobreñeros, sobra: La urbanización de la Vega del Peñón de Salobreña supone la desaparición no sólo del tramo de costa virgen de más calidad paisajística de Andalucía, después de Doñana y Cabo de Gata, sino también la desaparición de cualquier esperanza de que Salobreña adopte un modelo de turismo rentable y sostenible.

Pero hay más, la compra de los 300.000 metros cuadrados a un precio (en la subasta de una parcela de suelo público en el año 2001 se pagaron 16.000 pesetas el metro cuadrado. En la playa del Peñón, una media de 5.500 pesetas)tres veces inferior a su valor de mercado, presionando a los agricultores con la expropiación, es la mayor operación especulativa desarrollada en la costa de Granada desde el caso UTECO en la playa de Motril, en el año 1970 (en subasta, un millón de metros cuadrados de Patrimonio del Estado, en la playa de Poniente de Motril, se le adjudicó a un hombre de paja del ministro franquista Girón en un millón de pesetas, ¡UTECO la recompró un mes después en 100 millones!).

Quienes pretenden hacernos creer que para que Salobreña tenga un desarrollo sostenible hay que destruir su único paisaje virgen, o ignoran hacia dónde se dirige el turismo de calidad o desconocen que para construir hoteles aún quedan en Salobreña 25 millones de metros cuadrados disponibles.

¿Por qué entonces mezclar la lucidez de Gibson con su afición a la zarzuela de mariscos? Señor Gibson, la próxima vez pida usted un plato de migas, su opinión será más valorada.