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'Antonio se quitó de las drogas por mí y por mis hijos'

Josefa Mahugo Hernández nunca ha consumido drogas. La sentencia de la Audiencia Provincial así lo reconoce. Pero solía ir al poblado de Las Barranquillas para comprar heroína. Cuando Antonio Morales, su marido, necesitaba consumir caballo ella siempre iba con él.

Antonio y Josefa se conocieron hace 15 años. Cada uno tenía tres hijos de anteriores matrimonios. Eran vecinos del mismo bloque en Vallecas. Ella sabía que él era heroinómano. 'Cuando lo conocí era consumidor. No me importó, porque lo quería y lo quiero muchísimo. No pensé que me estuviera metiendo en un lío; al contrario'. Su marido, mecánico, se drogaba a diario desde joven. Pero lo dejó hace nueve años, afirma Pepi. 'Se quitó por mí y por mis hijos. Se quitó él solo y voluntariamente porque andaba aburrido de esa vida'.

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Josefa iba con Antonio a comprar heroína, aunque él no quería que lo acompañara. Pero ella nunca se atrevió a probarla. 'Me da mucho miedo la droga porque he visto lo que él pasaba. Se ponía muy malito, me daba mucha pena. Menudo descanso cuando lo dejó...'. Antonio ya estaba rehabilitado cuando ingresó, a principios de 2001, en la cárcel de Alcalá-Meco con una condena de tres años. Fueron los momentos más duros para ella. Iba a verlo todos los domingos. 'Todas las semanas yo estaba allí. Sentía impotencia, porque él no tiene culpa. Sólo es un enfermo que ha pasado muchos años drogándose', recuerda.

'Sin su Pepa, no es nadie'

Antonio salió en libertad un martes del pasado agosto, después de pasar 19 meses entre rejas. Se le rebajó la condena en atención a su delicado estado de salud. Pepi lo esperaba en la puerta de la prisión. 'Me fui temprano. Hacía frío y mucho aire, pero me daba igual. ¡Qué tranquilidad cuando llegó a casa! Los primeros días, cuando despertaba y lo veía al lado, no me lo creía. Parecía un niño con zapatos nuevos, de contento que estaba'.

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El único sueldo que entra en su casa es el de Josefa, que trabaja limpiando en dos empresas. Él cobra una pequeña ayuda del Gobierno por haber estado preso. Por eso Josefa tiene miedo de ir a prisión: porque no sabe qué será de su marido y de sus hijos si ella no está. 'Es que Antonio, sin su Pepa, no es nadie', dice.

Mientras ella atendía ayer a los periodistas, a los vecinos y al abogado en el bar de su amiga Merce, con el estómago 'estragao' por los nervios y por no haber comido, Antonio pasaba inadvertido y prefería no estar cerca de su mujer. 'Yo no quiero que me saquen en la tele, que estoy muy estropeado de la mala vida', decía. Sólo se acercó a ella un momento, cuando ya eran las cuatro de la tarde, para darle un bocadillo que él mismo le había preparado en su casa.

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