Rossi se pone serio y regresa a lo más alto del podio
Llevaba dos carreras entrando en la meta en segundo lugar, algo inaudito, una afrenta en toda regla para un individuo que ha ganado 11 de los 15 grandes premios disputados hasta ahora. Así que Valentino Rossi consideró llegado el momento de dejar de alegrar la vida a sus rivales y ayer, en una carrera espectacular, se disfrazó de sí mismo para poner fin a esa racha que le mantenía atado al segundo puesto. Tuvo que esforzarse a fondo porque su habitual monólogo en la máxima cilindrada, la de MotoGP, no es tal desde que a alguien se le ocurrió que el brasileño Álex Barros, un piloto excepcional, no se merecía seguir penando con el trasto aquél que era su moto antigua, con la que bastante hacía el hombre, y puso en sus manos una de cuatro tiempos.
Y la pregunta, obligada, se ha puesto de moda: ¿qué hubiera ocurrido en el Mundial si Barros hubiera podido conducir su Honda actual desde la primera carrera? Nadie se atreve a asegurar que Rossi no hubiera sido el campeón, una afirmación que se antoja sacrílega, pero sí que el campeonato no hubiera sido un paseo militar del italiano y sus variadas mascotas.
Desde el primer instante Barros cogió la cabeza y no la soltó hasta que Rossi se puso serio. Sólo el campeón pudo aguantar el ritmo del brasileño, que en dos ocasiones batió el récord del circuito. Y tan serio se puso Rossi que acabó arrebatándole ese registro. Fue un mano a mano de lujo, agotador para Barros, que no se quitó la sombra de su rival en ningún momento. Pero no era capaz Rossi de rebasar a un rival que apuraba cada frenada como pocas veces se ha visto.
Un invitado inesperado
Ocurrió que a falta de cinco vueltas ambos doblaron al australiano Gary McKoy. Quizá por aquello de que éste corría en casa, se quedó pegado a los dos líderes, dibujando una imagen mentirosa, que lo mismo le hizo gracia a los familiares y los amigos del chico, pero que a Rossi y Barros debió parecerles una memez. Y que conste que nada antirreglamentario hizo McCoy, que no hay norma alguna que impida que un piloto con una vuelta perdida intente superar a quienes le han doblado.
Pero lo que sí hizo McCoy fue molestar. A Barros y, sobre todo, a Rossi, empeñado éste como estaba en superar al brasileño a cualquier precio. Lo consiguió cuando quedaban por dipustarse tres vueltas y media. ´Tuvo Barros problemas con el embrague de su moto y Rossi no desaprovechó la ocasión. Lejos de optar por la prudencia, Barros osó volver a atacar al jefe del motociclismo mundial y se comió una curva. Enterita, además. Se dio un curioso paseo por el césped y Rossi se fue raudo a por la victoria número 50 de su vida, escoltado por McCoy, que entró el segundo en la meta pero que no fue el segundo, puesto reservado a Barros, a un corredor enorme, el único que se ha atrevido a poner en solfa el dominio de Rossi, quien ayer se vio obligado a ofrecer su mejor versión para regresar a lo más alto del podio, el único sitio donde este señor se siente a gusto.
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