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Trapattoni aguanta en el búnker

El seleccionador italiano se defiende con vehemencia ante los planes federativos para destituirlo

'No me interesa perder jugando bien', sentenció el seleccionador italiano, Giovanni Trapattoni, (Cusano, 1939) antes de enfrentarse a Gales la semana pasada, en Cardiff, en la fase de clasificación para la Eurocopa 2004. Al día siguiente, Italia no jugó ni remotamente bien y cayó derrotada. Sólo habían pasado cinco minutos y el presentador de un programa de variedades en la cadena televisiva RAI 2 abría su emisión con una ironía: 'Italia acaba de perder y el telefonino [el móvil] de Dino Zoff [uno de los posibles sustitutos] empieza a echar humo'.

La derrota en Gales no sólo ha comprometido seriamente la clasificación de Italia para la cita de Portugal, sino que también ha puesto bajo sospecha la arcaica filosofía futbolística de Trapattoni. La Federación Italiana se ha tomado un tiempo de reflexión, ya que Italia no retomará la fase de clasificación hasta el próximo mes de marzo. Lo que está en juego es la cabeza del técnico más laureado en la historia del fútbol italiano. Desde su época de gloria, en el Juventus de Platini, Trapattoni ha sido venerado como el gran apóstol de la manera más italiana de ver el fútbol. Pero ahora parece que su pedestal no está precisamente hecho de mármol de Carrara.

La dureza dogmática de Trapattoni es legendaria. En la escuela de entrenadores de Coverciano, búnker del conservadurismo futbolístico, se entregó hace unas semanas el Banquillo de Oro, un trofeo con el que los técnicos transalpinos premian al mejor técnico de la campaña anterior. El afortunado este año fue Luigi del Neri, que hizo de un recién ascendido como el Chievo Verona la revelación de la temporada anterior con un fútbol subversivo respecto al calcio: atrevido, pleno de equilibrio táctico pero con una considerable ambición ofensiva. El acto se cerró con la tradicional conferencia anual del seleccionador, cuyo título retrató fielmente a su autor: El comportamiento del jugador con el balón parado, los movimientos de los atacantes en fase de no posesión de la pelota y el planteamiento y desarrollo de dichas maniobras.

Trapattoni es el mismo seleccionador que, tras ganar hace un mes con ciertos apuros como visitante, y con un juego insulso, a Azerbayán, declaró los peligros de instaurar el juego de toque: 'No es el momento de hacer sonar el violín. Espero que nadie nos pida ahora que juguemos al calcio-champaña'.

'No soy Juana de Arco'

La prensa italiana pide a todo volumen la destitución de Trapattoni mientras el técnico se atrinchera en su ideario tradicionalista. 'Me siento satanizado. Soy simplemente Giovanni, no Juana de Arco. Acepto mi responsabilidad en la derrota, pero pido que no se exagere. No pienso dimitir'. Quedan ya muy lejos los tiempos en los que Italia aplaudía los métodos de Trap. El orden, la disciplina táctica y el sacrificio del talento en aras de las obligaciones defensivas han caracterizado sus equipos.

El resultadismo sin resultados comienza a no estar bien visto en un país que ahora tiene en el Milan un modelo a seguir, pero que también mantiene un exagerado culto a la eficacia. El partido contra Gales abrió muchos interrogantes sobre el futuro de la selección. Trapattoni se recrea a la hora de hablar de buenos jugadores, como el medio centro milanista Pirlo. 'Es el nuevo Rivera', dijo de él, pero Rivera se juntaba en aquel sensacional Milan de los 60 con talentos como Altafini o Liedholm mientras que Pirlo tiene escasas posibilidades de repetir en la selección el aseado juego que exhibe en su equipo, ya que con la azzurra juega al lado de futbolistas con vocación de estibadores como Tommassi o Di Biagio.

El antaño venerado técnico se defiende: 'Esto es lo que hay. Nuestro fútbol no puede desnaturalizarse. Es prosa, no poesía, y yo no puedo seguir la senda de los clubes, en los que juegan extranjeros de primer nivel. Nuestro único camino debe ser el que marca el esfuerzo y la eficacia'.

Giovanni Trapattoni, durante una sesión preparatoria de la selección italiana.
Giovanni Trapattoni, durante una sesión preparatoria de la selección italiana.ASSOCIATED PRESS

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