El contramiedo escénico

No hay nada que moleste más a los miembros de la plantilla del Madrid que recordarles su propio calendario. Ése que refleja la fecha fatídica del 30 de marzo de 2002, el día que jugaron contra el Sevilla un partido rudo, soso. Un duelo de pelotazos y mucho juego sin balón que el Madrid terminó ganando por 0-1. El último partido que ganó el Madrid fuera del Bernabéu. Hace más de seis meses. Demasiado tiempo para evocarlo con optimismo, y menos el día después de caer contra el Racing (2-0), en Santander. '¡Eso de que llevamos seis meses sin ganar fuera es una chorrada!', exclamó ayer Casillas, en guardia, ante la estadística desfavorable; 'este equipo a veces gana y a veces pierde, a veces juega mal y a veces bien. Eso es todo. El curso pasado no debimos hacerlo tan mal porque ganamos la Copa de Europa'.

A Vicente del Bosque, el técnico, la estadística también se le antoja tramposa y manipulable. 'Cuando dicen que llevamos seis meses sin ganar fuera, me molesto mucho', comentó tras la derrota en Santander; 'porque también podríamos decir que sólo llevamos seis partidos sin ganar fuera de casa. Eso no es mucho. Depende de cómo se lo quiera ver'.

Todo depende de la perspectiva desde la que se miran los hechos. Y los hechos irrefutables se inscriben en la tabla de la temporada pasada. La tabla, el patrón consuetudinario por excelencia para medir la eficacia en el fútbol, expresa que en campo contrario el Madrid ganó cinco partidos -Rayo, Tenerife, Villarreal, Celta y Sevilla-, empató cuatro y perdió diez. Ni en las peores épocas del Madrid se registraron semejantes cifras lejos del estadio Bernabéu.

El Madrid del decenio de los ochenta inscribió estadísticas de oro, comparada con ésta, y las de los noventa no fueron mucho peores. Desde la temporada 1990-91 el número de derrotas en campo contrario ha sido cronológicamente el siguiente: 8, 7, 5, 8, 5, 6, 4, 6, 9, 2, 5 y... 10. Este último número corresponde a un récord histórico. Un hito alcanzado por un colectivo lujoso: el equipo que Florentino Pérez formó en torno a Zidane y Figo para erradicar definitivamente aquellos rasgos de la última década que se conjuraban contra todo lo que Pérez define como 'los valores' del madridismo: la ética del trabajo, la excelencia, el respeto por la historia del club y la entrega total. En campo propio y en campo contrario.

La obra de Florentino Pérez es un Madrid extraordinario en el Bernabéu, tan hegemónico en Europa como en los últimos cinco años y con una marcada tendencia a fracasar en los partidos de Liga fuera de casa. Una línea que se acentuó la temporada pasada y que, tras el partido de Santander, amenaza con consolidarse.

Los jugadores del Madrid oscilaban ayer entre la vergüenza, la pesadumbre, el desconcierto -'¡no sé qué nos pasó!'- y una razón que sirve de atenuante: el síndrome FIFA. Es decir, el efecto de la concentración con las selecciones nacionales, que la semana pasada disputaron partidos de clasificación para la Eurocopa de Portugal 2004. Raúl, Figo, Helguera, Casillas, Zidane, Makelele, Salgado y Guti regresaron lesionados o apenas se entrenaron un solo día con el resto del equipo para preparar el encuentro contra el Racing.

Figo y Raúl, que no pudieron viajar a Santander por lesión, lo tienen muy difícil para jugar mañana contra el AEK de Atenas en la Liga de Campeones. 'Son seria duda', aseguró el médico del club, Juan Carlos Hernández.