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Las galerías catalanas buscan nuevas fórmulas para afrontar la crisis del mercado del arte

Los propietarios de las salas han empezado a asociarse y a compartir programación

La creatividad no es sólo cosa de los artistas, también lo es de los galeristas. Barcelona y Cataluña entera no viven un momento especialmente boyante en cuanto a la compra y venta de arte. Algunos galeristas han aceptado la evidencia sin tapujos después de un año nefasto para muchos de ellos. Quizá el arte, en especial el contemporáneo, no resiste el miedo. Y tras el atentado del 11-S, la incertidumbre se ha adueñado del ambiente general. La alternativa de algunos galeristas barceloneses ha sido buscar fórmulas para adaptarse a la nueva situación.

En Cataluña, además, el panorama está condicionado por una realidad local de fondo: la apuesta por un coleccionismo moderno no se corresponde con el gran número de galerías y con el alto nivel creativo de los artistas. Pese a este cierto ambiente pesimista, hay intentos de adaptar las estructuras clásicas de promoción y comercialización del arte a la realidad del mercado. Así lo ha hecho la galerista Camilla Hamm, que abandona su local de la calle del Rec, junto al Born, para subir hasta la Rambla de Catalunya, donde ha sellado un pacto de colaboración con Pere Soldevila, responsable de la galería Metropolitana. Soldevila llegó hace un año a la zona de la calle del Consell de Cent procedente de Gràcia, donde tenía instalada su galería. La unión entre Hamm y Soldevila se realiza a partir de la individualidad ya que colaborarán en proyectos concretos en los que ambos tengan depositadas las mismas expectativas. A esta pareja de hecho del mundo galerístico se le ha unido, también con cierta independencia, el galerista Manel Valls, responsable de la antigua Rose Selavi, situada en Gràcia y ahora reconvertida en Compact Art Colection, que propone obras de pequeño formato de firmas destacadas. Su galería ocupará una de las salas de la Metropolitana, aunque por el momento el espacio de Gràcia seguirá abierto. De esta manera, una misma infraestructura beneficia a tres galeristas.

En igual situación se halla la galerista de la calle de Enric Granados Alicia Ventura. También ha establecido alianzas, pero en este caso con una sala valenciana. Desde finales de septiembre se ha asociado con la galería Pecado Mirarte, cuya dirección ha asumido. Su proyecto representa compartir programación.

Desde la calle de Petritxol, Trama ha decidido combatir el momento incierto dando un paso adelante. A finales de noviembre, con la colaboración de Teresa Millán y Santiago de Torres, instalará una nueva galería en la calle de Alonso Martínez de Madrid. Su intención es agrupar a los valores de la nueva pintura que se realiza en toda España. Tras una colectiva, la programación de su primera temporada se completará con las individuales de Jordi Fulla, Manolo Paz, Agustí Puig, Miguel Rasero y Javier Velasco.

También se ha apuntado a este trasiego galerístico 44-Art Contemporani, dirigida por Pilar Reig, que ha cambiado su emplazamiento habitual y se ha trasladado, sin salir de la calle de Flassaders, a un espacio polivalente compartido en el que se encuentra también un restaurante y una tienda de objetos de diseño. En este caso el nuevo espacio ha visto disminuir su personalidad y su superficie.

La galerista Toni Berini reitera su voluntad de cerrar su galería del Born y seguir trabajando en la promoción artística con un mismo postulado, pero con una infraestructura más ligera. Como sucede con la economía doméstica, ha llegado el momento para muchas galerías de reducir gastos. Pero quizá este aparente mal momento sea germen de una época de bonanza si se saben encauzar las alianzas y se encuentran nuevos modelos de gestión galerística.

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