Homenaje a Montsalvatge
Sólo aplausos merece la idea del Coro y Orquesta Comunitaria al rendir nuevo homenaje a Xavier Montsalvatge (1912-2002) envolviéndolo en un contexto profundamente catalán: la mística de Maragall, la glorificante rima de Verdaguer, 'perdurable no sólo como símbolo, sino como un auténtico valor de creación', como escribe Miguel Batllorí. Se trata de ofrecer mensajes y testimonios significativos para dar cuenta de su belleza y sus razones.
El Cant Espiritual, de Montsalvatge fue premiado por el Orfeó Catalán en 1958 y obtuvo un éxito notable por la decidida austeridad, el encanto y humanidad con los que Montsalvatge llevó al pentagrama coral e instrumental los versos de Joan Maragall. Pensaba el autor de Elogio de la palabra que el arte y la poesía -Beethoven o Dante- 'son cosas definitivas en sí' y pienso que Montsalvatge se mantuvo fiel a la idea maragalliana en su bello, despojado y acaso conflictivo poema. Bien diferente es el caso de la Desintegración morfológica de la Chacona de Bach, de 1962, tan fiel y exaltatoria de Juan Sebastián en la esencia como libre en la forma y el tratamiento.
Orquesta y Coro de la Comunidad
Con el coro de la Escolanía de la Santa Cruz. Director: J. R. Encinar. Obras de Montsalvatge, Falla-Halffter y Marco. Solistas: A. Polo, violoncello, y J. M. Ramón, barítono. Auditorio Nacional. Madrid, 16 de octubre.
Incorporar al Falla de Atlántida, completada y en parte instrumentada por Ernesto Halffter, era adecuado y hasta idóneo, mas pienso que la fragmentación del 'testamento musical' de Don Manuel para ofrecer pasajes de El jardín de las Hespérides relativiza de modo desorientador el ser y el sentido de la obra total, ya problemática como casi toda composición inacabada y resuelta por otra mano, menos libre a causa, precisamente, de la deseada fidelidad.
Tomás Marco abordó la 'solución' concierto -no me atrevo a decir la 'forma'- con solista en 1972 con Los mecanismos de la memoria, seguidos al año siguiente con el Concierto Guadiana para guitarra y subrayado por el de violoncello, de 1976, que escuchamos ahora protagonizado por el magnífico e impagable Asier Polo.
Voluntad renovadora
El violoncelista bilbaíno, grande aún entre los grandes, encara con genio a Bach, Dvorak, Haydn o Schumann, pero también a sus contemporáneos -Bernaola, Villa Rojo, Marco- con idéntica entrega y permanente magisterio. El concierto, como siempre sucede en Marco, sorprende y revela la integración en un hecho sonoro de una inteligencia aguda, una voluntad renovadora y un entendimiento creativo de su 'noble oficio', como llamaba Falla al arte de componer. La labor de orquesta y coros, con los solistas vocales para Atlántida, se benefició de la conducción más que competente, entusiasmada, de José Ramón Encinar. No era fácil el montaje de un programa así.
Babelia
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