Los jardines botánicos saltan la verja
Un seminario celebrado en Valencia sugiere unir la tradición de estos espacios y la idea de parque temático
Con dos siglos de historia, el Jardín Botánico de la Universidad de Valencia resulta escenario idóneo para analizar el papel que estos espacios verdes desempeñarán en las ciudades del futuro. Expertos de tres continentes se dan cita en Valencia estos días a tal fin. Ayer, el director del Botánico de Valencia, Antoni Aguilella, lanzó la propuesta de 'fundir la tradición de los jardines botánicos con la modernidad de las técnicas expositivas de los museos de la ciencia, en un proyecto de comunicación expuesto de manera amena y divertida', acercándose a una especie de 'parque temático botánico'. Eso y no otra cosa es el moderno Eden Project británico que en este seminario presentó su director, Tim Smit.
De jardines de hierbas para monasterios y huertos universitarios, en los siglos XIV y XV, a jardines de aclimatación de las nuevas especies traídas de ultramar, en el XVIII, los fastuosos invernaderos del siglo XIX levantados por los poderosos dieron paso a la consolidación del jardín botánico 'multipropósito' de principios del siglo XX. Más de la mitad de los jardines botánicos actuales se han desarrollado en el siglo XX, 'muchos de ellos orientados a la conservación de la diversidad vegetal'.
Ubicados en el interior de ciudades que han crecido considerablemente, los jardines botánicos urbanos europeos se enfrentan a problemas cuya resolución los especialistas califican de 'difícil'. Su ubicación limita su expansión y, por otra parte, 'el carácter histórico de muchos de ellos les frena en la reconversión de las colecciones'. 'Han de saltar la verja', señaló de forma gráfica Antoni Aguilella. Erigidos a veces en estímulo para la recuperación de zonas urbanas, convertidos a menudo en destinos turísticos para visitantes foráneos, a la vez que espacios verdes para los vecinos, los jardines botánicos han de asomarse más a la sociedad del conocimiento, no sólo por el uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (todavía no existen foros electrónicos globales de discusión sobre el tema, por ejemplo), sino porque 'están llamados a convertirse en centros multifuncionales' de educación permanente. Una sociedad, además, basada más en el cambio que en la conservación. 'En el futuro serán', dijo el director del Botánico de Valencia, 'menos un lugar donde se hace la conservación y más donde se entiende la conservación', de manera que el público se introduzca en la problemática de la biodiversidad y el compromiso social que exige. Su papel en la conservación de las especies puede adquirir otras formas. Aguilella señaló por ejemplo, la participación en la elaboración de 'listas rojas' de especies amenazadas, y, como casos concretos y propios, la colaboración con la Consejería de Medio Ambiente en programas de microrreservas de flora y conservación de poblaciones vegetales endémicas, o con la Fundación Enrique Montoliu, para el estudio de un espacio natural situado en el Mas de Peraire, en Fredes.
La participación de los visitantes cada vez será más activa, en línea con los museos de la ciencia de tercera generación, más próximos al 'prohibido no tocar', a la intervención de todos los sentidos y a preparar al público para hacerse preguntas. 'El objetivo será hacer participar al visitante de la experiencia del descubrimiento', resumió Antoni Aguilella.
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