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Entrevista:JERÓNIMO PÁEZ | Fundador de la editorial Almed (Al-Ándalus Mediterráneo) | Signos

'Algo ha fallado con Marruecos'

Islam y libertad, de Mohamed Charfi, Marruecos en transición, de Pierre Vermeren, El muro de hierro (Israel y el mundo árabe), de Avi Shlaim, o El Islam y los fundamentos del poder, de Ali Abderraziq, son algunos de los títulos del catálogo de una editorial granadina, Almed (Al-Ándalus Mediterráneo), centrada en las culturas de las dos orillas. Su creador, Jerónimo Páez, un abogado de 58 años, es un hombre habituado a cumplir sus sueños. Fue el impulsor de la estación invernal de Sierra Nevada y el artífice de los Campeonatos del Mundo de Esquí de 1996. Después puso en marcha el proyecto El Legado Andalusí y Las Rutas del Al-Ándalus, una especie de Camino de Santiago de la España musulmana. Inmenso conocedor del mundo árabe, ha conseguido que, en sólo dos años, su editorial sea uno de los referentes para conocer lo que sucede al otro lado del mar.

Pregunta. ¿Por qué esa pasión por el mundo árabe?

Respuesta. Por lo que tengo verdadera pasión es por los libros y por la cultura y el diálogo cultural como forma de entendimiento entre los pueblos. Sucede que siendo andaluz, viviendo en Granada, uno es consciente de que la civilización musulmana también pertenece a nuestro acervo cultural. Con el mundo árabe hay una historia común. Tenemos, sobre todo en Andalucía, además de la cultura occidental, un poso de cultura musulmana que debemos conocer.

P. ¿Cree que la España de hoy ha heredado la concepción franquista de que un país como Marruecos sigue siendo una especie de colonia?

R. Hay un peso negativo de la historia que condiciona nuestras relaciones. En España se suele ver a Marruecos como un país de segunda fila. También, por parte de Marruecos, a partir de algunos conflictos, como los sucesos de El Ejido, el asunto del Sáhara, o Ceuta y Melilla, existe cierto rechazo a España. En este contexto se enmarcan la retirada del embajador marroquí y la ocupación de Perejil, que no tienen sentido. Al final, debido a los roces, hay un deterioro en las relaciones que se está convirtiendo en un problema.

P. ¿Se están perdiendo oportunidades de acercamiento?

R. El país que puede contribuir con más fuerza al desarrollo social y económico de Marruecos es España, en primer lugar porque le interesa, y además porque hay muchas cosas en común. Para Marruecos, los acuerdos con España y Andalucía son fundamentales, ya que son economías complementarias y próximas. Los conflictos actuales quizás beneficien a algunos gobernantes, pero a la larga perjudican a ambos pueblos. Lo importante es saber por qué se ha llegado a esta situación. Recuerdo que el actual rey de Marruecos, cuando vino a España como príncipe heredero, en 1997, afirmó que 'entre España y Marruecos no hay problemas bilaterales'. Hoy me temo que su posición es exactamente la contraria. Pienso que, en alguna medida, al Gobierno de Aznar le ha pasado algo parecido. Algo ha fallado con Marruecos. Entre nosotros subyace una serie de traumas históricos y visiones negativas del otro. Somos como un matrimonio que se lleva mal, que se está echando en cara continuamente cosas del pasado sin solucionarlas, lo que condiciona nuestro presente y futuro.

P. ¿No hay también cierto sentido de superioridad por parte de España?

R. Sí, en gran medida. Por ejemplo, cuando hablamos del conflicto pesquero, a los españoles nos resulta muy difícil comprender que Marruecos pueda reivindicar sus aguas territoriales, y sin embargo, esa misma situación se entiende más fácilmente con países como Canadá, con el que tuvimos un problema parecido y se aceptó sin grandes traumas.

P. ¿Cuál cree que es el papel de la prensa en todo esto?

R. Hay una prensa que empieza a tener más conocimiento y analiza la complejidad del país vecino con mayor rigor, pero hay otra con un desconocimiento total, una prensa casi racista con visiones muy negativas. Hay artículos periodísticos llenos de insultos y falsedades, lo que, lógicamente, molesta en Marruecos y crea un clima que envenena nuestras relaciones.

P. ¿Tras los sucesos del 11-S es más necesaria ahora la labor de editoriales como Almed?

R. Bueno, la labor de una editorial como ésta es sólo un grano de arena. La simplificación que se ha hecho de la cultura musulmana a raíz del 11-S ha terminado por imponer la irracionalidad en Occidente. Sucede algo parecido en el mundo árabe. Creo que es necesario hacer esfuerzos para que no se imponga una visión simplista del mundo. Hoy casi todo está basado en un control a gran escala de la información que dan los medios de comunicación. Ofrecer libros que orientan sobre lo que es el mundo musulmán es el papel que trata de cumplir esta editorial. Soy pesimista cuando veo que los representantes de Estados Unidos se parecen más a personajes del Oeste que a líderes mundiales. Hay, no obstante, algunos indicios positivos: el hecho de que la mayoría de los españoles esté en contra de un ataque a Irak demuestra que hay un debate que no se da en la sociedad estadounidense. Debemos ser más críticos. Eso requiere también estar mejor informados.

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