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CARTAS AL DIRECTOR
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La 'monarquía baremofarmacéutica'

Si no hubiera baremo, los farmacéuticos hubieran impuesto su monarquía farmacéutica, es decir, sólo tienen derecho al trono (farmacia) los hijos de los reyes (los descendientes de los farmacéuticos), pero como eso era tan descarado y una competencia desleal con la monarquía, se inventaron el baremofarmacéutico.

¿Y qué es eso? Es algo muy injusto que al ciudadano medio ni le importa ni entiende, es una pócima (inventada en el año 1941 por el régimen de Franco) que convirtió al nuevo farmacéutico en rana, y por tanto sin derecho a farmacia. Pero como la vida es un cuento, esperamos que la ministra de Sanidad bese la rana y nos libere de este hechizo, y que salgan muchos príncipes clónicos con derecho a reinado.

Es tan injusto el baremo que premia a los ya establecidos de una forma descarada: las nuevas oficinas de farmacias que se han abierto en los últimos años han ido a parar a farmacéuticos que ya tenían farmacia. Hace poco se vio en un periódico cómo se le concedió una farmacia a una persona con 77 años ya jubilada desde hace 12.

Su baremo (no visto en las demás profesiones) es de locos. Cada Consejería de Sanidad tiene o propone su norma, que dudo del concepto científico o sanitario. ¿Por qué motivos a un farmacéutico que lleva 20 años le dan los mismos puntos que a uno que lleva 10? ¿Por qué se le quiere dar a uno que está en una zona rural más mérito que a uno de la capital? Se ha pedido más puntuación por saber valenciano y pronto pedirán más puntos para los de la universidad pública que para los de la privada, y dentro de la pública, a los que han estudiado en Madrid antes que a los de Salamanca (o viceversa), y para evitar críticas racistas se dará 0,5 puntos si es emigrante. ¿O le damos más?

Una Consejería de Sanidad tiene que escuchar las recomendaciones europeas y no puede aceptar -jamás- una serie de innumerables privilegios a los ya establecidos y evitar a los ciudadanos la posibilidad de disponer de un servicio libre y competitivo, mucho más eficaz y económico que el actual.

Pero vosotros seguid repartiendo justicia monárquico-baremofarmacéutica y decidle a Europa que se españolice para hacerse rica.

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