Festival español en Japón

Uno, Dani Pedrosa, arrasó de principio a fin y ganó de forma insultante, sin que nadie amenazara siquiera con hacerle cosquillas. El otro, Toni Elías, ejecutó una carrera maravillosa, luchó por el triunfo hasta la última curva y, precisamente en la última curva, rebasó no se sabe bien cómo al italiano Marco Melandri para atrapar su primer triunfo en los 250cc.

El motociclismo español también tiene su Niño. Daniel Pedrosa, se llama, tiene 17 años y hay quien le venera. Valentino Rossi, por ejemplo, que no se cansa de repetir que no hay piloto con más futuro que ese chaval de Barcelona que no aprendió a meter las marchas en la moto hasta hace cuatro años y que ayer, en Japón, se disfrazó de Rossi y ganó la carrera de 125cc con una autoridad brutal.

La prueba no tuvo más historia que la que quiso Pedrosa, que se puso en cabeza desde el primer instante y en cabeza terminó. Por detrás, el francés Arnaud Vincent, líder del Mundial, y el sanmarinés Manuel Poggiali, el aspirante más cualificado, mantuvieron su particular batalla. Dado que Pedrosa, ayer, hubiera ganado durmiendo, el interés de la prueba se centró en la lucha entre el francés y Poggiali. Y lo que ocurrió fue que, a dos vueltas del final, el tubo de escape de la moto de Vincent estalló y éste, que era tercero, se vio superado por todo el que por allí pasaba. Acabó el decimoquinto, mientras Poggiali, lejos, muy lejos de Pedrosa, entraba el segundo y apretaba aún más la parte alta de la clasificación general, en la que Vincent le aventaja en ocho puntos. Tras ellos sigue Pedrosa, a 24 del líder, que ha vuelto a poner sobre la mesa su candidatura al título de una categoría, la del octavo de litro, en la que ayer el dominio español fue exagerado, pues cinco corredores terminaron entre los 10 primeros.

Pero lo mejor estaba por llegar. Toni Elías fue el protagonista de una carrera portentosa en los 250cc, que se resolvió en el último giro. El de Barcelona se coló en la lucha que, supuestamente, iban a mantener Marco Melandri y Fonsi Nieto. A éste, como de costumbre, de bien poco le sirvió arrancar en la primera plaza de la parrilla de salida. Y eso que su puesta en escena fue algo más decente de lo habitual. Pero en la primera curva ya había sido superado por Melandri. Intentó Fonsi aguantar su ritmo, pero le fue imposible. Por esos misterios de la vida, la moto del español, que el sábado iba como un tiro, ayer renqueaba. Enseguida se descolgó Fonsi de la carrera, pues del título se descolgó hace algunas semanas, y a Melandri sólo le siguieron Elías y el japonés Takahashi.

Y se vio entonces al mejor Elías, un corredor extraordinario, oscurecido, en este su primer año en los 250cc, por el tumulto que hasta ahora ha provocado Fonsi Nieto. Elías se pegó a Melandri y esperó su oportundiad. La vio clara en la última vuelta. Pensó cómo podía superar al italiano. Pensado y hecho. Le rebasó una vez, por dentro, pero Melandri reaccionó; lo hizo otra, también por dentro, con idéntico resultado. Y en la última curva, con la meta a la vista, lo intentó por fuera. Y lo consiguió, por fin, en lo que resultó un epílogo deslumbrante para aquel carrerón de Elías.

Pero la gran el sorpresa del día saltó en la categoría de MotoGP, donde un corredor, el brasileño Álex Barros, logró lo que nadie había logrado: ganar a Rossi sin que mediara error o avería del italiano, que fue lo que ocurrió en sus dos derrotas anteriores. Honda le puso a Barros en las manos una moto de cuatro tiempos y éste se lo agradeció a lo grande, demostrando que si hubiera tenido esa máquina desde el primer día la dictadura de Rossi podría habría sido menos escandalosa. Claro que siempre se puede pensar que éste ya es campeón del mundo, así que tampoco está de más dar una alegría a esos rivales a los que, un día sí y otro también, acostumbra a avasallar.