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Entrevista:JOSÉ CARRERAS | TENOR | ENTREVISTA

'Por encima de todo, he tenido mucha suerte'

José Carreras (Barcelona, 1946) recibe en la sede de su fundación, en la calle de Muntaner de Barcelona. Ha reservado el día para ocuparse de diversas iniciativas relacionadas con la lucha contra la leucemia desde la organización que preside.

Pregunta. Se han cumplido 15 años desde que ingresó por primera vez en el Hospital Clínico.

Respuesta. Fue el 18 de julio de 1987, en efecto. Supongo que en algún 18 de julio también pueden pasar cosas buenas [ríe].

P. Había cumplido los 40 años y se hallaba en el momento más dulce de su carrera. ¿Qué recuerdo guarda de ese momento?

R. Llegaba de París, donde había estado protagonizando una filmación de La bohème, con Luigi Comencini. Me sentí lo suficientemente mal como para ir al médico, y éste me aconsejó que me hiciera un chequeo. Entré en el Hospital Americano el 13 de julio. Dos días después me visitaba el profesor Bernard, del Instituto Pasteur. Al ver que una eminencia así se ocupaba de mi caso empecé a sospechar que se trataba de algo serio. Al cabo de unas horas tenía el diagnóstico: leucemia linfoblástica aguda.

'Hago unas 60 actuaciones por año, entre conciertos y recitales. De ellas, 12 o 15 son a beneficio de la Fundación Carreras. Y luego intervengo en una o dos producciones de ópera'
'La palabra 'cáncer' era tabú en España. Cuando llegué a Seattle, lo que más me sorprendió fue el nombre del hospital: Fred Hutchinson. Cancer Research Center'
'Dije a mi familia: 'Me ha tocado a mí, y ahora vamos a hacer todo lo que haya que hacer. Pero a condición de no convertirme en un conejillo de Indias de nuevos tratamientos'
'Cuando el Liceo se quemó fuimos conscientes de golpe de todo lo que representaba en nuestra vida cultural. La reapertura ha producido una auténtica psicosis'
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P. Leucemia. Una palabra terrible.

R. La verdad es que las palabras linfoblástica y aguda no me decían absolutamente nada, pero sí leucemia. Una prima mía había pasado por la enfermedad un par de años antes, y quizá por eso tenía un poco más de información que otras personas, aunque muy escasa. Lógicamente me quedé muy preocupado.

P. ¿Quiso estar informado de todo lo que le ocurría desde el primer momento?

R. Sí. Dije a mi familia: 'Bien, me ha tocado a mí, y ahora vamos a hacer todo lo que haya que hacer. Pero con dos condiciones: no quiero convertirme en un conejillo de Indias de nuevos tratamientos y quiero estar puntualmente informado de la situación clínica, de lo que me espera'.

P. Al cabo de dos días llegaba a Barcelona e ingresaba en el Clínico. En noviembre emprendía viaje hacia el centro Fred Hutchinson de Seattle. ¿Hoy ese itinerario sigue siendo preciso?

R. Afortunadamente no, está superado por completo. La terapia a la que me sometí se puede hacer en cualquier hospital del mundo desarrollado. Pero en aquel momento concurrían tres circunstancias, por las que el profesor Ciril Rozman, que me llevaba en Barcelona [actualmente vicepresidente de la Fundación Carreras], consideró oportuno que viajara a Estados Unidos. Primero, porque en Seattle se disponía de una nueva droga, que en España todavía no se podía suministrar: un activador del crecimiento de las células, conocido por las siglas GMCSF. Fui el segundo enfermo que recibió esa medicación. Tras el autotrasplante me encontraba en una situación muy crítica debido a que la médula no reaccionaba. Pero gracias a ese activador empecé a mejorar. Tanto, que tres semanas más tarde salía del hospital. Éste fue el motivo principal de mi viaje. El segundo motivo fue que en aquel momento en el Clínico, puntero en el tratamiento de la leucemia en España, se hacían al año unos 50 trasplantes de médula; en Seattle, del orden de 500. El tercer motivo que aconsejaba mi viaje venía dado por la presión mediática.

P. Su caso, en efecto, conmocionó a la opinión pública del mundo entero.

R. Es lógico, porque yo ya era una persona conocida. Pero permítame que le diga: entre los periodistas hay gente maravillosa, y también, como en todas partes, algún que otro chorizo, gente capaz de esconder una cámara bajo una bata blanca para ver si me cazaba... Ya sabe cómo van estas cosas.

P. Y en Estados Unidos eso estaba más controlado.

R. Bueno, es que 15 años atrás, que es mucho tiempo y muy poco, según se mire, la palabra cáncer aún era tabú en España. En cambio, cuando llegué a Seattle, una de las cosas que más me llamó la atención fue el nombre del hospital. En la puerta ponía: 'Fred Hutchinson. Cancer Research Center'. Cáncer, así, con todas las letras. Para ellos era normal tratar a un enfermo de cáncer. Y si además ese enfermo cantaba en el Metropolitan Opera House de Nueva York, pues estupendo, pero no hacían ningún aspaviento por eso.

P. Así que regresó a Barcelona y anunció que montaría una fundación contra la leucemia. El 14 de julio de 1988, esa fundación era ya una realidad. Se diría que se negaba a olvidar.

R. Son cosas que no he explicado nunca y que ahora vuelven a la memoria. ¡Hace 15 años las cosas eran tan diferentes! En el Clínico estaba en una cámara esterilizada, hablaba con mi familia por teléfono, nos veíamos a través de un cristal. A la enfermera que me atendía más a menudo le prometí que así que saliera haría un concierto para todo el colectivo sanitario. ¡Es gente tan extraordinaria y que pasa tan desapercibida! Ahí nació la primera idea de devolver de algún modo las atenciones que recibía. ¿Qué sabía hacer yo? Cantar. Pues bien, cantaría para ellos. Pero durante esos 11 meses de tratamiento, las muestras de afecto y solidaridad que recibía fueron tantas que me sentí en deuda con la sociedad. No había bastante con cantar. De ahí nació la idea de montar una fundación.

P. Una fundación que hoy tiene sedes en diversos países.

R. La sede central está en Barcelona, pero ahora existen también subsedes en Alemania, Suiza y Estados Unidos. Estamos estudiando abrir otra en Japón.

P. ¿La base de la fundación es la red de donantes?

R. No solamente. Digamos que es nuestro programa estrella. El trasplante de médula ósea, que es la terapia aconsejada en el 95% de los casos de enfermos de leucemia del tipo que sean, se puede hacer de tres maneras: el trasplante alogénico es cuando recibes de un hermano, al 100% compatible. No fue mi caso: de mis tres hermanos, ninguno era compatible al 100%. Después está el autotrasplante, que es el que se me practicó: la médula del propio enfermo se aspira, se trata hasta que no contiene ninguna célula enferma mientras el paciente recibe el máximo de radiaciones que puede soportar, y luego se le vuelve a implantar por vía intravenosa. ¿Sabe esas bolsas envasadas al vacío que hay en las carnicerías? Pues ése es el aspecto que tiene la médula limpiada.

P. Ese tratamiento se suele hacer con anestesia, pero tengo entendido que usted la evitó.

R. Exacto. Quise evitar la intubación para no dañar las cuerdas vocales. Te hacen como 800 o 1.000 punciones, aunque debo decir que no sufrí. Pero a lo que íbamos: el autotrasplante no funciona en todos los casos. Por eso está el trasplante de médula entre no parientes. En la fundación tenemos la Lista Redmo de donantes no emparentados. Estamos conectados con siete millones de donantes posibles en todo el mundo, es el registro español oficial. En estos 10 años, más de mil enfermos han sido tratados con médula procedente de nuestro registro.

P. Su peripecia es ciertamente excepcional. A los 40 años había cantado con los principales directores del mundo: Herbert von Karajan, Claudio Abbado, Leonard Bernstein. Luego le sobrevino una enfermedad grave. La superó y pudo volver a cantar.

R. He tenido, evidentemente, determinación para salir adelante. Pero confieso que, por encima de todo, he tenido mucha suerte. Como artista y como paciente.

P. ¿Cómo ha cambiado su vida en estos últimos 15 años?

R. Pasar por unas circunstancias como las que he vivido hace que madures de golpe. Hasta que no te encuentras en eso vas a tope: hoy, Karajan; mañana, Abbado; pasado, Bernstein. No haces vacaciones porque no quieres perderte una sola actuación o grabación. Eso es pasión por el trabajo, un trabajo ya de por sí pasional. Pero con la enfermedad hay otras prioridades que se abren paso. Piensas que no sólo está el artista, sino también el hombre y su espíritu. De repente, cobra importancia una actividad social como la que ahora desempeño. ¡Es que es de cajón! No podía hacer otra cosa.

P. ¿Cuál es su régimen de actuaciones en estos momentos?

R. Hago unas 60 actuaciones por año, entre conciertos y recitales. De ellas, 12 o 15 son a beneficio de la fundación. Y luego intervengo en una o dos producciones de ópera.

P. Usted fue el director musical de las ceremonias de apertura y clausura de los Juegos Olímpicos de Barcelona. ¿Qué recuerdo guarda?

R. Para cualquier barcelonés, poder estar involucrado de la forma que fuera en los Juegos, que ha sido uno de los acontecimientos más importantes que ha vivido la ciudad, fue una experiencia inolvidable. La enorme cantidad de voluntarios da cuenta de que ése fue un sentimiento colectivo. La gente sentía los Juegos como algo propio. La proyección de Barcelona desde entonces ha sido extraordinaria, aparte de su transformación urbanística, considerada puntera en Europa.

P. ¿Existe realmente un cambio de percepción de Barcelona a partir de los Juegos?

R. No es sólo que cambie la percepción, sino que para muchos extranjeros los Juegos fueron la propia percepción, descubrieron Barcelona gracias a ese evento.

P. ¿Qué le comenta la gente de fuera de esta ciudad?

R. En el mundo asiático, en Japón y Corea, que es lo que más conozco, Barcelona es sobre todo Gaudí. Más lejos vas, más fuerte es esa identificación.

P. ¿Y el Barça?

R. El Barça también es un símbolo, por supuesto. Este Barça que se ha sacado de encima a Rivaldo... Van Gaal tiene su propia filosofía, no se la discuto. Pero debería haber estado en la final de Yokohama del pasado mundial. Yo estuve con mi hijo. Lo único que recordaba allí a Cataluña y a Barcelona eran las camisetas del Barça de un grupo de japoneses con el 10 de Rivaldo en la espalda. Él era el mejor embajador del Barça, pero lo hemos traspasado...

P. Hace 20 años, España tuvo su gran momento lírico. En primera línea estaban usted mismo, Plácido Domingo, Montserrat Caballé, Alfredo Kraus, Teresa Berganza... ¿Hay relevo a semejante firmamento de estrellas?

R. Hay gente de talento, muy preparada. No estamos en un momento tan dulce como hace 20 años, pero hay relevo.

P. ¿Y el Teatro del Liceo? ¿Cómo lo ha visto cambiar en todo este tiempo?

R. Cuando el Liceo se quemó, creo que fuimos conscientes de golpe de todo lo que representaba en nuestra vida cultural. Con la reinauguración se ha producido una verdadera psicosis. La gente quiere ir al Liceo más que nunca. Y hay que decirlo: la lección de apoyo a su teatro de ópera que ha dado Barcelona no se ha visto en ninguna otra parte.

P. ¿Tiene algún proyecto en perspectiva con el Liceo?

R. Bueno, hay una ópera de Eugen d'Albert, que es Tiefland, basada en la Terra baixa de Àngel Guimerà. Me parece una obra extraordinaria. Plácido Domingo, director de las óperas de Washington y San Francisco, me pide siempre que actúe en esos teatros. Ir allí para volver a hacer Tosca o La bohème no me parece una buena idea. Ahora busco títulos menos conocidos, en los que yo sienta que puedo estar a la altura y ofrecer algo diferente. Así es que le dije a Plácido que cantaría esa ópera, pero en catalán. Existe de hecho una vieja traducción de la Asociación Wagneriana adaptada al canto. Plácido ha aceptado y vamos a coproducirlo con el Liceo.

P. Usted ha dado mucho a Barcelona, ¿y viceversa?

R. Mire, con independencia del Liceo, que en el fondo constituye un núcleo pequeño, Barcelona se ha portado conmigo de una forma maravillosa. Aparte del concierto que ofrecí el 21 de julio de 1988 en el Arc de Triomf [que congregó a cerca de 150.000 personas] y de mi participación en los Juegos, en 1997 estuve con Los Tres Tenores en el Camp Nou, al siguiente canté para la fundación ante una avenida de María Cristina abarrotada de gente y en 1999 actué en el estadio con motivo del centenario del Barça. ¿Puedo pedir más?

José Carreras.
José Carreras.MARCEL.LÍ SÁENZ

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