El fin del 'diga ser más cierto'
La jerga hace aparecer a la justicia como una máquina que convierte a los testigos en peleles
Ser testigo en un juicio penal incluye una alta probabilidad de tener que enfrentarse a preguntas del tipo 'diga ser cierto que usted estuvo en el lugar de los hechos a las cinco de la tarde', cuestión que posteriormente sería repreguntada, generalmente en dirección totalmente opuesta y con datos distintos, con la fórmula 'diga ser más cierto que usted abandonó el lugar de los hechos antes de las cinco de la tarde acompañado del acusado'. Ahí está el truco: una pregunta parecida pero radicalmente contraria. Hasta el filólogo más ilustre tendría problemas para mantener la compostura y atinar a ambas preguntas con respuestas que significaran lo mismo. Sólo a veces aparecen testigos con la cordura de aquella que al ser repreguntada sobre un accidente de tráfico con el 'diga ser más cierto...' respondió: 'Mi primera respuesta es cierta y lo que he dicho es la verdad, luego nada puede ser ya más cierto que esa respuesta'.
Los sectores progresistas de la Justicia impulsan el uso de un lenguaje judicial 'asequible y no intimidatorio'
A pesar de que la ley obliga a preguntar a los testigos de manera 'afirmativa y con la debida claridad y precisión', el lenguaje judicial sigue engrasado con gerundios, pretéritos pluscuamperfectos de subjuntivo, latinajos o preguntas de respuesta imposible que abogados, jueces, fiscales y legisladores mantienen, a veces obligados por los textos legales y a veces, porque son incapaces de abandonar esa dinámica y eso les hace aparecer como más eruditos y secretos. El resultado, en cualquier caso, es que esa jerga incomprensible y absurda hace aparecer a la justicia como una máquina infernal que convierte a los testigos y comparecientes en peleles que casi siempre salen de las dependencias judiciales con cara de haber estado en otro país. En Andalucía, los sectores más progresistas de la justicia se mueven para conseguir, entre otras cosas, que el lenguaje judicial sea, ni más ni menos que, 'comprensible, asequible y claro y no intimidatorio'.
A menudo, la pesadilla no siempre empieza en el juzgado. Todo suele arrancar en el buzón con una carta en las que se 'insta' al ciudadano a 'personarse' tal día a tal hora en el juzgado con la advertencia de que caso de no comparecer serán de aplicación, fácilmente, cuatro o cinco artículos de cualquiera de los códigos existentes. A veces la citación es más explícita, el ciudadano puede ser acusado de desacato o apercibido de ser procesado como 'reo de delito de denegación de auxilio a la justicia'. En resumen, que más vale ir cinco minutos antes no vaya que el retraso de dos minutos nos cueste tres meses de cárcel o el salario de un mes. Comienzan así unos días de desasosiego que sólo la traducción de un abogado puede tranquilizar parcialmente.
Todo esto es lo que Antonio Romero, de Izquierda Unida, califica de 'lenguaje intimidatorio'. Su grupo, instado por los sectores progresistas del derecho como Jueces para la Democracia, Unión Progresista de Fiscales y otros, acaba de proponer al Parlamento andaluz, que lo ha aprobado por unanimidad, una proposición no de ley con diez puntos sobre la 'carta de derechos de la ciudadanía andaluza ante la justicia' que incluye la petición de que los ciudadanos sean 'citados y notificados en un lenguaje comprensible', que las 'resoluciones deberán asimismo ser redactadas en un lenguaje asequible' y que el personal de Justicia facilite el 'ejercicio de los derechos y cumplimientos de las obligaciones con un lenguaje asequible y claro, no intimidatorio'.
La dificultad en la comprensión del lenguaje judicial se alcanza sin necesidad siquiera de llegar a los gerundios o subjuntivos. Un abogado recuerda como hace pocos meses, en un desahucio, la juez preguntó a una testigo, hermana de la desahuciada si tenía 'interés en el pleito', que en lenguaje judicial viene a equivaler a preguntar si la testigo es parte implicada en el asunto aunque no aparezca oficialmente o si ha tomado parte activa en los hechos. La respuesta, sin embargo, fue la de una buena hermana, que en realidad no tenía nada que ver en el pleito: 'Claro, me gustaría que mi hermana ganase el juicio'. La juez masculló: 'Ah, tiene interés en el pleito'. Ante la protesta del abogado, que insistía en que la testigo se refería al interés sentimental y familiar de que a su hermana las cosas les fueran bien, la juez replicó: 'Quizá sería necesario explicarle en qué consiste el interés según la doctrina del Supremo...'. En fin, todo un alarde de sencillez y comprensión por parte de la juez que, por suerte, no le explicó a la testigo, ya mayor, la doctrina del Supremo al respecto. Hay más ejemplos. En un juzgado granadino, hace algún tiempo, el juez preguntó a una señora si tenía 'amistad o enemistad manifiesta o era amiga o enemiga íntima del acusado'. La testigo montó en cólera: 'Soy viuda desde hace 20 años y no he tenido intimidad con ningún hombre desde que murió mi marido. No sé a qué viene esta pregunta sobre mi vida privada pero, si quiere, pregunte usted en el pueblo y le dirán lo mismo que yo', dijo la señora.
Aunque parece mentira que a estas alturas todavía sea necesario pedir claridad y sentido común, lo cierto es que, como indica la magistrada Inmaculada Montalbán, de Jueces para la Democracia, 'en la justicia se utiliza aún un lenguaje arcaico que reproduce modelos y plantillas muy antiguas'. Montalbán, impulsora de esa carta de derechos, opina que el oscurantismo puede venir también de 'la concepción de la justicia más como un poder más que como un servicio público; se habla del poder judicial, uno de los tres poderes del Estado, y tenemos que conseguir que la justicia se vea fundamentalmente como un servicio público'. Montalbán recuerda que esta misma semana tuvo que reconvenir a un abogado que utilizó la técnica del 'diga ser más cierto...' a quien recordó que las preguntas deben ser 'directas, claras y en sentido positivo'.
Tampoco las sentencias son fáciles. Un abogado recuerda la cantidad de veces que tiene que explicar punto por punto qué dicen esas sentencias y pone un ejemplo. 'Los clientes no entienden muchas veces qué significa eso de 'estimando parcialmente' o 'desestimando parcialmente', que sería tan fácil de expresar como 'le damos la razón en esto pero no tiene usted razón en aquello'.
A pesar de que abogados, jueces y fiscales reconocen su culpa en todo este barrizal lingüístico, la redacción de las leyes no ayuda mucho. Por ejemplo, la Ley de Enjuiciamiento Criminal permite al inculpado decir lo que considere oportuno, 'evacuándose con urgencia las citas que hiciere y las demás diligencias que propusiere, si el Juez las estima conducentes para la comprobación de sus manifestaciones'. Sobre la declaración de testigos, se dice que 'se procurará, no obstante, omitir la evacuación de citas impertinenetes o inútiles'. Y estas citas, salvando el sentido del verbo evacuar en este caso, no son de las más complicadas.
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