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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Lejos de la leyenda

Aunque, de entrada, pudiera parecer extraño que este gran museo vasco le dedique una importante retrospectiva al interesante y polémico pintor andaluz (Córdoba, 1874-1930), hay varias razones que avalan esta iniciativa, empezando por el hecho histórico de que la primera muestra individual que hizo este artista tuvo lugar, en 1919, en la Sala Majestic de Bilbao, así como por el estrecho vínculo amistoso que estableció con varios de los mejores intelectuales y artistas vascos contemporáneos, como Unamuno, Ricardo Baroja, Valentín Zubiaurre o Zuloaga. Por otra parte, tiene una especial significación que la presente exposición haya contado con el comisariado de la profesora estadounidense Lily Litvak, una de las mejores especialistas en la cultura española de fines del XIX y que, durante los últimos años, ha hecho contribuciones esenciales al tema del arte de nuestro país en este periodo y, en particular, al mejor conocimiento y comprensión de la figura de Julio Romero de Torres. Por último, también hay que llamar la atención sobre que la muestra reúna un conjunto de medio centenar de obras, entre las que están no sólo las más célebres, sino también muchas provenientes de museos y colecciones americanas, de México, Argentina, Uruguay y Chile, que hasta el momento habían sido poco o nada vistas por aquí.

JULIO ROMERO DE TORRES

Museo de Bellas Artes de Bilbao Plaza del Museo, 2. Bilbao Desde el 7 de octubre hasta el 26 de enero de 2003

Desde hace aproximadamente unos 25 años, se está produciendo un cambio sustancial en la forma de juzgar la obra de Julio Romero de Torres, el cual padeció una nefasta fama póstuma, que injustamente lo convirtió no sólo en un pintor folclórico banal de 'andaluzadas', sino increíblemente hasta en un 'reaccionario', quizá porque el papel moneda del franquismo estampó su efigie en uno de sus billetes. Si recalco este último dato es debido a la nula responsabilidad del pintor cordobés al respecto, ya que ni siquiera pudo conocer la proclamación de la segunda República, que, sin duda, habría celebrado. En cualquier caso, el cortejo fúnebre que abarrotó las calles de su ciudad natal fue una manifestación de duelo popular, con participación de todas las centrales sindicales. En cuanto al sambenito artístico de haber sido un pintor acomodaticio y académico, aún se sostiene menos, ya que Romero de Torres fue rechazado en las exposiciones nacionales y debieron salir en su defensa intelectuales como Valle-Inclán, Unamuno o Pérez de Ayala.

El escándalo que produjo la

irrupción inicial de Romero de Torres en la escena artística española de comienzos del XX fue debido, por una parte, a su estilo modernista y simbolista, que lo aproximó a la corriente crítica de la 'España Negra', pero también, por otra, a su erotismo decadente y refinado, que resultaba tanto más insoportable a ojos conservadores cuanto que era protagonizado por mujeres andaluzas de inequívoca raigambre popular. Gran admirador y experto en el arte flamenco, como otros intelectuales españoles del 98, desde hace un tiempo ya se había revisado la seriedad y la hondura en el tratamiento de estos temas por parte de Romero de Torres, pero el gran mérito de Lily Litvak ha sido desentrañar la complejidad y la modernidad que subyacen en los iconos suyos más característicos. Gracias a esta nueva y más competente lectura, no sólo se deshace el tópico negativo que ha gravitado sobre su interpretación durante las últimas décadas, sino que se logra reconstruir mejor ese importante arte local no académico, que se produjo en nuestro país entre 1890 y 1930, mientras internacionalmente se desarrollaban las primeras vanguardias del XX. En este sentido, la reivindicación de Romero de Torres se inscribe en la de otras figuras coetáneas, como Anglada Camarasa, Zuloaga, Sorolla, Nonell, Gutiérrez Solana, Anselmo Miguel Nieto, Viladrich, etcétera.

Por todo lo dicho, y habiéndose contado en la presente exposición con una selección soberbia de cuadros emblemáticos, creo que hay que saludar la iniciativa como un acontecimiento cultural.

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