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Una testigo apuntala la tesis de que cuatro hombres mataron a la joven Beatriz

En el banquillo sólo se sientan dos acusados

Ángela Martínez, la mujer que inculpó a su ex marido, Ángel Antonio Belinchón, de estar implicado en el asesinato de la joven Beatriz Agredano, ratificó ayer ante los jueces que su marido, en una pelea familiar, le amenazó con hacerle 'lo mismo que a la chica de Vicálvaro'. Ángela, que se desmayó durante el interrogatorio, agregó que su esposo le confió que 'fueron cuatro' los participantes en el crimen (en el banquillo sólo se sientan dos).

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Ángela Martínez, protegida de la mirada de los dos acusados mediante un biombo, relató ante el tribunal del jurado, punto por punto, lo que ya había declarado el 4 de octubre de 2001 ante el juez número 16 de Madrid, instructor del caso: que su marido, en una pelea familiar, navaja en mano, le amenazó con matarla de la misma forma que hizo con una joven en Vicálvaro.

Beatriz Agredano, intérprete de inglés, fue asesinada la noche del 27 de noviembre de 1996 después de llegar a la estación de Renfe de Vicálvaro, donde unos desconocidos la agarraron de los brazos y la arrastraron hasta un descampado conocido como cerro de Almodóvar. Tras desnudarla y someterla a tocamientos, la intentaron estrangular con una prenda, lo que la dejó semiinconsciente. Uno de los asaltantes le aplastó la cabeza con una gran piedra, causándole la muerte.

Martínez relató ayer lo que le ocurrió el 18 de julio de 2000 en el transcurso de una disputa conyugal. 'Él me quiso matar con una navaja y yo le pregunté si sería capaz. Él me contestó que lo haría, igual que había hecho con la chica de Vicálvaro'. Segun su relato, aquella amenaza le llevó a contar lo sucedido a un amigo con el que se cruzó unos días después en la calle [Ángel Sáinz, que también está citado a declarar]. 'Éste me dijo: o lo denuncias tú o lo hago yo. Apunté el número de teléfono de los padres de la chica que figuraba en los carteles pegados en las calles y esa misma tarde quedé con ellos. Llegaron con dos policías y en la casa de ellos les conté la amenaza de mi marido'.

A preguntas del fiscal, Ángela reconoció que, en una fecha que no pudo determinar, anterior a la amenaza-revelación, su marido le enseñó el lugar donde apareció el cadáver de la muchaca. 'Me llevó hasta allí un día y me dijo: hasta aquí la trajeron a rastras, perdió un zapato, la violaron y la apedrearon. En el sitio había una corona, una foto de la chica y un número de teléfono. Y le dije: permita Dios que encuentren al asesino y lo pague en la cárcel, pero él se calló y no dijo nada', recordó la mujer.

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Ángela explicó que la detención de su marido se produjo tarde. 'Ya estaba acostado, pero se levantó al escucharme hablar con los policías. Después nos reunimos los cuatro en el dormitorio, y allí confesó que fueron cuatro: él y Juanito [por Antonio Sánchez, el otro acusado] y dos amigos. Que usaron un Ford Escort blanco, que arrastraron a la chica y que ésta perdió un zapato. Pero que él no la violó porque [la víctima] tenía la menstruación, y que después la mataron'.

Otros crímenes

Las confesiones de Ángel Antonio Belinchón a su mujer continuaron cuando éste ya estaba en la cárcel. 'En una visita que le hice me contó lo de Susana Ruiz y lo de la chica de Valdepeñas', en referencia a la posible participación de éste en los crímenes de la joven de 16 años cuyo cadáver se halló en un descampado de San Blas, y de Rosana Maroto, hallada muerta hace cuatro años en Valdepeñas (Ciudad Real).

Al fiscal le contestó que no delató a su marido por dinero -haciendo referencia a una supuesta recompensa de la familia Agredano-. 'Lo hice porque soy madre de ocho hijos y me imagino lo que debe de sufrir esa madre'. 'Y, además, porque 'no la hagas, no la temas', que mañana todo se sabe. Y yo no quiero ser encubridora de un asesinato', agregó. 'Yo no quiero ningún dinero. Vivo de 50.000 pesetas de una pensión de viudedad y de lo que me ayudan mis hijos'.

Pero lo más duro para Ángela llegó al ser interrogada por los defensores, sobre todo por el de su marido, ejercida por el letrado Jacinto Romera. Éste le preguntó hasta tres veces la misma cuestión, aunque de forma distinta, lo que hizo que la mujer no supiera cómo contestar para hacerse entender. Entre lágrimas, se quejó: 'Por favor, yo soy humana como todos los que estamos aquí. Le estoy contando la verdad, por favor'.

La presión y las dos horas largas de declaración acabaron con su entereza. Ángela comenzó a llorar y cayó al suelo desvanecida. El juez requirió al médico de la Audiencia para reanimar a la testigo, desalojó la sala y suspendió la vista durante 20 minutos.

Sólo hubo tiempo suficiente para tomar declaración a la policía que interrogó a Antonio Sánchez, tras su detención. La policía negó que Sánchez sufriera delirium tremens (episodio perturbador de la realidad) 'producido por su condición de alcohólico', tal y como adujo su letrada. Otra policía recordó que este acusado confesó que la víctima rogaba 'déjame, déjame' ante los tocamientos 'a los que Belinchón la estaba sometiendo'.

La acusación particular, ejercida por el letrado David Díaz Villasante, y la popular, ejercida por el Movimiento Contra la Intolerancia, esperan aclarar en la sesión de hoy si en el crimen pudieron participar otras dos personas. Cuentan con la declaración de Belinchón, que así lo dijo en el primer interrogatorio, con el testimonio de su ex esposa y con el hecho de que la sangre hallada entre las uñas de la difunta Beatriz no corresponde al grupo sanguíneo de ninguno de los dos detenidos.

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