_
_
_
_
Entrevista:EL FARY | Cantante

"La calle ha sido mi Cambridge"

El Fary. Lo tomas o lo dejas. Si lo conoces, te lo llevas puesto. Con el taxi, el toro enamorao de la luna y todo lo demás. En el cuerpo a cuerpo, José Luis Cantero (Madrid, 1937) tiene esa gracia madrileña que ya no se ve. Es una especie en extinción, un filósofo chulapo con tacones y un artista popularísimo que no presume de serlo ('todos somos artistas: tú, el fontanero, el mecánico...'). Ahora saca su disco número 34 en 33 años de carrera. Se titula Ese Fary!! ('una expresión muy oída, me lo dice mucho la gente por la calle'), y contiene diez temas (siete, compuestos por él) 'para canturrear en andamios, bodas y atascos dominicales' (según su amigo Justo Molinero). Lo edita Muxxic, su nueva discográfica. 'Ellos dicen que es mi mejor disco. Pero ¡qué cojones! Sólo es uno más. Y si no suena la máquina registradora son capaces de darme la patada'.

'Estuve siete años dándole el rosco, al volante. De alquililla, a porcentaje'

Pregunta. Viendo el éxito de su hijo, Javi Cantero, parecía que se iba usted a jubilar.

Respuesta. ¿Debería, verdad? Debería dedicarme a disfrutar del mus, mi familia, mi entorno. Pero me jode que me destrocen las canciones que escribo. Y como no he perdido facultades... Tengo la voz igual que hace 30 años (de lo demás no voy a tontear). Y soy una persona que puede generar. Hay gente que vive de lo que genero. Y si ellos te lo piden, hay que seguir.

P. No será por dinero...

R. Yo, si fuera otro, también me mosquearía. Pero no. No soy ambicioso, tengo lo suficiente para caminar y no soy de los que viven locos por el aplauso. Cantar, no cabe duda, es un trabajo de ratos buenos y de tragos. Pero más importante es la vida.

P. Ese tema de El cuponazo parece pura promoción de la ONCE.

R. Pues me salió así. Pero no hay mejor promoción que una persona creíble cantando eso. Si no lo cogen, ellos se lo pierden.

P. Habiendo nacido en Ventas, en 1937, pudo salir torero.

R. Sí, me hice mis vaquillitas, mis becerritas. ¿Qué chaval no pensaba entonces en sacar a su familia del hambre y darles gloria haciéndose torero? Lo que pasa es que a la hora de matar veía que me faltaba una cuarta, que no llegaba. Lo vi mucho más fácil por este palo, por este cotén.

P. Y empezó a cantar por Rafael Farina, nada menos.

R. Sí, de chavalete cantaba por ese fenómeno. Por Caracol también, y por todo lo que oía. Pero mi tesitura de voz era más la de Farina. De ahí me vino el apodo. Luego encontré mi estilo, mis fandanguitos, pero como el flamenco da poca leña (dinero), y yo necesitaba comprarme una casa, me di a la cosa coplera, sin dejar mis pellizquitos, eso sí. Mi Javier también canta flamenco para comérselo, te pone la carne de gallina (y si no fuera verdad no lo diría), pero ha visto que si quería estar sin tabaco, tieso, boquerón, lo mejor era el flamenco. Así que tuvo que coger La Moto.

P. Se le ve orgulloso de él.

R. Sí. No he dejado que se me fuera de las manos. Si los chavales se te escapan, te buscan verdaderas ruinas. A Javier y a Raúl he podido criarlos yo y han salido extraordinarios, a su madre.

P. ¿Raúl también canta?

R. Con los montajes tecnológicos que se hacen ahora podría cantar, pero mejor no. Los montajes acaban en el psicólogo. Mejor rodar despacito. Que si no te quedas mudo y el dinero se lo llevan otros.

P. Usted editó su primer disco, en 1969, con 500 pesetas.

R. Con 100 duros que junté con mis amigos del barrio y con 17 talegos que me prestó Felipe Campuzano y que nunca me cobró, pobrecito. Entonces los amigos nos arropábamos mucho. Estábamos faltos de poder adquisitivo, pero no de sentimientos. Lo que digo siempre: la vida me ha sensibilizado, la calle ha sido mi Cambridge. Yo veo a uno venir de lejos y sé si quiere darme un abrazo o un toque (un sablazo). Tuve suerte porque no me desvié. Mi familia era la más pobre del mundo pero la más honrada. Éramos once hermanos, unos de una forma y otros de otra, pero siempre pensando en caminar y dejar caminar. Ése es mi lema. Y no ronear (presumir) de dinero, que la vida es muy cabrona y no hay que jactarse de nada.

P. ¿Cómo le fue de taxista?

R. Estuve siete años dándole al rosco. Decía 'me voy a enganchar a la nave'. Y me montaba.

P. ¿Tenía licencia?

R. Qué va, era alquililla, iba a porcentaje. Si hubiera tenido licencia, mi familia habría bailado alrededor del taxi como los indígenas alrededor de la olla.

P. Curraba de noche, claro.

R. ¡Siempre! Los cabarés, las casas de buenas mozas, los hoteles que daban un durito de comisión, los colmaos... Era la época de Ava Gardner. Los gitanos decían: 'Hay un chofero que cantiñea bien'. Me metían a cantar y me sacaba un sueldecito extra.

P. Ha cambiado el país, ¿eh?

R. Y para bien. Aquello no se podía aguantar, era tremendo. Las dictaduras son horribles. Por una cáscara de plátano, los amigos nos pegábamos una paliza de miedo. Yo no olvido, no guardo rencor, pero aquello era cruel. Todavía veo a mi madre llorando, pensando qué iba a ser de sus hijos. Hoy ha evolucionado hasta la derecha. Antes, si tenías el carné deteriorado te pegaban dos hostias. Y si veían que no tenías callos en las manos, también. Pensaban que eras escritor, artista o carterista, y te ponían curioso.

José Luis Cantero, <b></b><i>El Fary,</i> con la portada de su nuevo disco. PLANO MEDIO - RETRATO
José Luis Cantero, El Fary, con la portada de su nuevo disco. PLANO MEDIO - RETRATOLUIS MAGÁN

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_