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Paul O'Neill | PERFIL

Un 'tesorero' impertinente

Paul O'Neill vuelve este fin de semana a estar en el centro de la pelea a propósito de la reunión del FMI y del Banco Mundial en Washington. Seguro que le gustaría estar en otra compañía. 'Nada me produce más satisfacción que alejarme de Washington para hablar con la gente que hace que nuestra economía funcione', ha dicho esta semana en Kentucky. O'Neill, de 66 años, llegó al Departamento del Tesoro norteamericano con la consigna del presidente Bush de cambiar el marco de las finanzas internacionales. Pero lo que más ha producido han sido declaraciones estridentes.

Desde que tomó posesión en enero de 2001, O'Neill no ha tenido un momento de descanso: recesión en marzo, ataques terroristas en septiembre, Enron en diciembre, escándalos y economía tambaleante en todo el 2002... o no debería haberlo tenido. Porque sus críticos también le reprochan un frenesí viajero y un absentismo que tuvo su máxima expresión en las casi dos semanas de gira africana del pasado mayo en compañía del rockero Bono. La Bolsa dudaba, estallaban corruptelas sin parar, la credibilidad del sistema andaba por los suelos y el baqueteado Wall Street veía al secretario de Tesoro de excursión.

En su viaje por el interior de Estados Unidos para tomar el pulso a la economía productiva, O'Neill volvió a la carga contra los directivos corruptos. 'Se les puede llamar de todo, pero no creo que quede uno solo que sea tan idiota como para certificar unas cuentas falsas' ahora que ya está claro que ese camino lleva a la cárcel.

O'Neill -con fama de gestor riguroso, capaz de dinamizar a la vieja Alcoa, primer productor de aluminio del mundo, pero sin experiencia en Wall Street, sobre cuyos vecinos tiene muy pobre opinión- había pedido antes que se colgara a los directivos que habían traicionado la confianza de los inversores. Ajeno al tacto diplomático, también tiene dicho de Argentina: 'Llevan con problemas hace más de 60 años. No tienen nada que exportar que merezca la pena. Y no les importa. Nadie les ha obligado a ser como son'. Este verano, antes de viajar a Brasil, Argentina y Uruguay, volvió a soltar otra bomba cuando dijo dudar de la honradez de los Gobiernos latinoamericanos y expresó su temor a que las ayudas que se les fueran a proporcionar acabaran en cuentas suizas. El New York Times ha editorializado que O'Neill no está a la altura debida. 'Si no les gusta lo que hago, me importa un bledo', responde el secretario del Tesoro, con una fortuna personal estimada en más de 200 millones de dólares, la mayor de todos los miembros del Gabinete.

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